La Farsante (Camren)

Capitulo 60 - FIN

Lauren se acerca por detrás, tomando a Camila completamente desprevenida, la abraza con fuerza, rozando su nuca con la nariz. Aspirando ese perfume que la vuelve loca. Ríe justo detrás de su oído haciendo que la piel de Camila se ponga como de gallina.

–Te amo tanto Camz -apartando su cabello se dedica a darle besos en la clavícula, para pasar a su cuello y poco después a sus mejillas.

La morena se inclina un poco, concentrándose en todas las sensaciones que los labios de Lauren provocan en su piel.

–Te amo –murmura de vuelta. Colgándose de su cuello, la jala hacia ella, animándola a que se siente a su lado y admire la hermosa calle que está cubierta por una fina capa de nieve blanca que la llena de emoción y de paz.

-¿En qué piensas? –preguntó la ojiverde. Su mujer era incapaz de alejar su mirada de la ventana.

-Justo hace un año; el 27 de Diciembre tu hermana me pidió que me casara con ella.

-¿Y la estás recordando? –su mandíbula se tensó.

-Solo estoy... impresionada –jadeó- un año parece tan poco y sin embargo toda nuestra historia sucedió en menos de 12 meses, y fue tan hermosa, trágica, diferente... rápida, pero parece que será infinita. Eso me gusta.

-Quiero que sea infinita. Me asusta saber que nada es infinito –susurró Lauren.

-Podemos empezar con esa frase tan común: "Hasta que la muerte nos separe".

-Y si los muertos aman... después de muertos amarnos más. –completó Lauren, ahora también perdida en los árboles que carecían de hojas.

-Es maravilloso como tu mente puede crear frases tan hermosas sin esforzarte siquiera un poco.

-Es fácil cuando te tengo frente a mí –admitió.

Camila sintió como el rubor le recorría todas las mejillas.

-También pensaba en Michelle, hace unos instantes –prosiguió la ojiverde- por la mañana para ser exactos.

-¿De verdad? –abrió los ojos con exageración hacia su esposa.

-Estaba recordando el día en aquel parque, en cómo hablábamos de tener un hijo y que resultamos teniendo dos.

-Fue un día difícil de olvidar –masculló sonrojándose aún más, recordando su ataque de histeria y cómo había estrellado la guitarra de Lauren en mil pedazos.

-También pensaba en que dijiste que deseabas que tu hija se llamara Michelle, pues creías que en ese entonces yo eraMichelle y querías que se llamara como yo...

Ella apretó su mano con cariño. Cuando el movió su mano contra la de ella sus anillos tintinearon.

-Solo estaba riéndome un poco. A mí no me gusto la idea en ese instante. Siendo sincera, la aborrecí. Es extraño que terminara por dar la idea de que mi propio hijo se llamara Mitchel.

-Siempre estaremos agradecidas hacia ella, Lolo –murmuró enumerando varios motivos en su cabeza. Entre los principales se encontraba el hecho de que había salvado su vida y la de sus hijos.

-Aún me cuesta aceptarlo, sólo un poco.

-Es normal. No se olvida a una persona importante tan rápido.

Ella sacudió su cabeza con brusquedad, entre negando y entre tratando de apartar los malos pensamientos.

-Mis padres vendrán en Año Nuevo –soltó, cambiando el tema- quieren conocer a Lukas y a Mitchel.

-¿Te estás reconciliando con ellos?

-Bah, para nada –agitó su mano- Quieren tratar de salvar los años que perdieron conmigo ahora que Michelle se ha ido. Pero ya es demasiado tarde.

-Deberías pensar en perdonarlos.

-Lo consideraré...

Camila sonrió mientras se quedaban en silencio, sentados la una frente la otra. Ambas cruzadas de piernas sobre el estrecho balcón, con las manos y las frentes unidas, admirando calladas los brillantes ojos de su respectiva pareja.

-Mi idea de diversión siempre fue emborracharme hasta quedarme inconsciente –confesó la ojiverde, sorprendiendo a Camila- nunca pasó por mi cabeza que podía estar tan cómoda sentada, en silencio, admirando a una hermosa mujer. Esperando a ver a mis hijos en cualquier instante. Puedo prometer que jamás vi mi futuro así... y aún después de todo me siento completa, me siento feliz. Esta es la vida que siempre desee aún sin saber que era lo que realmente quería...

Estaba a punto de decir algo más pero el movimiento de su esposa la distrae, se ha inclinado lentamente hasta prácticamente quedar a un centímetro de su cara.

-Por favor, calla –le pide con los ojos clavados en su boca, entretanto ella se mordía sus propios labios provocando un tirón en el abdomen de Lauren.

-¿Por qué?

-Esto... que siento en mi corazón cada vez que eres romántica –llevo su mano al pecho, señalando su corazón- creo que va a explotar.

Lauren posó su propia mano sobre la de ella, ganándose una risa traviesa.

-No quiero ser la responsable de esa explosión. ¿Estás pidiéndome que deje de ser romántica?

-No –ronroneó.- te estoy pidiendo que me beses.

-Oh, Señorita Jauregui –gimió- ¿Llegará el día en que comprenda que no tiene que pedirme besos? Yo se los doy con todo placer.

Soltó una risa llena de regocijo antes de juntar sus labios en una suave caricia, apretando con fuerza, mimándola, palpando sus brazos, sobando sus caderas, despeinando su suave cabello, acercándola a ella, reclamando su lengua. Estaba desesperada por tenerla en sus brazos por abrazarla, por sentir cada parte de Camila en ella. Era imposible que entre más pasaba el tiempo más necesitaba de ella.

Era como tener una adicción.
Una adicción que disfrutaba desde el fondo de su corazón.
Nunca creyó poder amar a alguien como amaba a Camila y a sus hijos.

Pararon cuando el aire les estaba faltando y casi inmediatamente sintieron como la puerta se abría. Los bebés habían llegado.

Camila depositó un último beso corto sobre los labios de Lauren, que ya se sentían un poco hinchados, y corrió a recibir a sus dos ángeles. Los abuelos de Lauren los habían llevado a pasear desde la mañana, y ya los extrañaba.

-¡Hola mis príncipes! –dijo y ambos niños sonrieron, reconociendo en seguida la voz y el rostro de su mamá. Empezaron a mover sus bracitos como locos, exigiendo que los abrazaran.

Camila tomó a Mitchel y Lauren a Lukas y los apretaron con amor contra sus cuerpos, evitando que les diera frío. Empezaron a caminar un poco con ellos cargados, hablándoles, cantándoles, sintiendo cómo se entusiasmaban y seguían cada movimiento que vieran.

Eran unos niños tan hermosos y saludables. Habían hecho un gran trabajo ese primer mes y crecían cada vez un poco más. Después de varios minutos su respiración se hizo un poco más tranquila y se durmieron como los dos angelitos que eran.

La morena observó a Lauren, que doblaba sus brazos tratando de desentumirlos, sus músculos se marcaban con cada movimiento.

Cuando terminó de hacer su pequeño ejercicio levantó su mirada y le regaló una sonrisa seductora a su esposa.

-¿Disfrutas de la vista?
-Sí, mucho.

Su sonrisa se ensanchó aún más: -Eres una pervertida –acusó.

-¿Sólo porque te vi los brazos? No lo creo...

-Oh sí, yo sé exactamente lo que estás pensando.

-Tus abuelos están aquí. –musitó con la cara roja.

-Esperaremos a la noche, tal vez enviaremos otra carta a la cigüeña.

-Es muy pronto.

-Quiero tener una pequeña Camila. –confesó, cargando a la morena en brazos y haciendo que la rodeara con las piernas.

-Tal vez después, hay que esperar a que los gemelos crezcan.

-Como usted desee, señorita Jauregui.

-Me gusta que me llames así.

Lauren soltó una carcajada y Camila sintió como un escalofrío le recorrió el cuerpo, pero no fue porque era invierno o por el horrible frío que hacía afuera, era algo más... esa risa era idéntica a la que ella escuchó en su sueño hace ya tanto tiempo. Y era ridículo que la reconociera hasta ahora, era tan estúpido que resultaba casi irreal.

Pero es que por fin entendía todo.

Junto los labios con la ojiverde, jalando su cabello, sintiendo comoella la dirigía a la habitación y la empujaba hacía la cama.

<<Yo también necesito que alguien me salve>> había dicho aquel ser en su sueño.
Y eso había hecho.

Camila había salvado a Lauren.

Lauren había salvado a Camila.

De todas las maneras posibles en que se puede salvar a alguien. Juntas conocieron el amor verdadero, juntas experimentaron la sensación de ser madres. Ambas sufrieron, ambas lloraron y se enojaron. Pero ahora eran esposas, ahora eran madres de dos hermosos niños, ahora... ahora se amaban en cuerpo y espíritu.

Y ninguna de las dos podía pedir más.

Porque todo lo que deseaban, lo que anhelaban... estaba simplemente frente a ellas.

FIN...