Epilogo

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5 años después.

-¡Mira mami! –salta de atrás a adelante Gema señalando con su dedito a una banda de pequeños patitos que nadan en el lago. -¡Son cuack!

-Se llaman patos –murmura Dinah inclinándose junto a su hija, acariciando sus hombros- ¿Y cómo hacen? –pregunta, animando a la pequeña rubia a imitar el sonido.

-Cuack, cuack, cuack –canta mientras agita sus regordetes brazos doblados imitando a unas alas.

-Muy bien –felicita su padre, Siope, que carga a la pequeña de apenas de 2 años por arriba de sus hombros.

 Camila aun recordaba cuando Dinah había llegado llena de lágrimas de felicidad, sollozando y agitándose con entusiasmo, gritándole que estaba embarazada.

-¡Em, ven a ver a los cuack! –llama, mirando expectante a la morena que duerme en el regazo de Camila.

-Em está dormida Gema, jugará contigo más tarde –murmura Lauren.

-Está bien –sonríe y como buena niña vuelve a distraerse, corriendo detrás de algunos pájaros que revolotean encima de su cabeza, Dinah ySiope la siguen para evitar que se caiga.

Lauren se inclina hacia atrás, cruzando los brazos detrás de su cabeza y recostándose para tomar un poco de sol. Se queda ahí por varios minutos, con los ojos cerrados y la respiración lenta, Camila hubiera creído que estaba dormida si no fuera por las caricias que le estaba dando en su pierna.

La morena simplemente se mantiene entretenida admirándola, le parece como si cada vez que la viera encontrara algo diferente en ella. La madurez le había asentado bien, sus rasgos... aunque siempre acomodados y bien pincelados se habían vuelto más suaves, más femeninos. Había dejado atrás la época en donde debía mantenerse del bolsillo de su padre y su dinero.

Su mirada de pronto se dirige a su hija, a la hermosa Emma Jauregui Cabello que duerme cuan princesa sobre sus piernas, sólo tenía un año y medio y Lauren ya la sobreprotegía de cualquier hombre. Era divertido ver la cara de Lauren cuando Emma iba a jugar con otros niños de su edad, se ponía tensa y celosa.

Como si tuviera miedo a que algún niñato le arrebatara a su bebé. No había sido tan cuidadosa con los gemelos, pero Camila se imaginaba que era porque Emma era una mujer.

Lauren a veces también parecía tener miedo de algo más, en ocasiones se acurrucaba a lado de su esposa y observaba con detenimiento cada parte de ella, pensando que en cualquier instante Camila la dejaría por su pasado engaño. Aún no comprendía que la época de la estafa ya no formaba parte de los pensamientos de su esposa, aunque ella también tenía miedo a veces.

¿Cómo no tenerlo? Era un terror profundo de solo pensar en perder a esa mujer que tanto quería, miedo a que volviera a ser una mujeriega o una avariciosa.

Pero eso la acompañaría durante un largo plazo de vida, no puedes desaparecer tus inseguridades tan deprisa como desearías. El amor llegaba siempre para llevarse esos malos pensamientos, tanto el cariño entre Lauren ella como el que sus hijos le proporcionaban era suficiente para sentirse afortunadas y dejar de idear tonterías.

Camila siempre recurría al consejo de sus padres, esa corta frase que pareció un poco fuera de lugar cuando la dijeron hace ya bastante años, pero que ahora caía perfecto para describir su relación.

Que aquella persona perfecta no es la que llega a tu vida y deja todo en calma y paz. Al contrario, es quién viene a hacerte cuestionar las cosas, en ocasiones hasta cuestionarte a ti misma y en todo en lo que creíste alguna vez, que llega a cambiar tu mundo, que marca un antes y un después en tu vida. Tal como aquella noche en que ambas se dieron cuenta de que su rutina sin la otra sería un verdadero fracaso.

No es aquel ser humano idealizado que todos creen, sino una persona común y corriente, que a pesar de ello logra revolucionar tu mundo en un segundo.

La paz de Lauren es interrumpida al igual que los pensamientos de Camila cuando Mitchel y Lukas aparecen corriendo y se echan encima de Lauren soltando carcajadas.

-¿Te asustamos a que sí? –pregunta Mitchel en una sonrisita.

-¡De seguro no esperabas que dos vaqueros aparecieran para llevarte con el sheriff! ¡Él le hará pagar todos sus crímenes, villana!

-¿Ahora son vaqueros? –Interrumpió Camila- Por la mañana eran astronautas.

-¡MAMI! –reniega Lukas –estamos jugando al viejo oeste, y mamá es una villana.

-Oh –sonríe –siento interrumpir.

-Ahora también tendremos que llevarte ma –musita Mitchel con pena-, por defender a una malvada.

-¡No si yo lo impido! –masculla Lauren en un tono heroico y se enfrasca en alguna clase de juego con sus hijos que corren para que ella no pueda alcanzarlos, agarrando con sus pequeñas manitas sus sombreros vaqueros para que no caigan de sus cabezas.

Camila ensancha su sonrisa mirando la hermosa y feliz familia que Lauren ha formado junto a ella. Como todas las horribles cosas que ocurrieron ahora parecen tan lejanas. Todo lo malo y terrorífico ha quedado atrás. Y sí, hay momentos duros. Altibajos en su vida como familia o como pareja. Pero están ahí la una para la otra, encontrando siempre un cuerpo al cual abrazar y unas palabras en donde encontrar el consuelo.

Al poco rato Lauren se recostó a su lado, jadeando y algo sudorosa:

-¡Me rindo! –Sentenció –no puedo contra ustedes, vaqueros. Déjenme descansar un poco, esta villana está algo vieja.

Apoyó su peso en el codo derecho y frunció los labios.

-Tal vez un beso de esta hermosa damisela me de las fuerzas necesarias –dijo.

Camila se inclinó con rapidez, sintiendo como compartían un beso profundo, provocando que una pasión temblara en su cuerpo.

Escucharon en coro un "ewww" de parte de sus hijos y rieron mientras se separaban. Lauren tenía las mejillas rojas, a causa de correr y también por el beso.

-Los besos son asquerosos –musitó Mitchel y Lukas asintió, apoyándolo.

-Ya verán cuando sean mayores. –advirtió Lauren.

-¿Mamá? –susurro Emma que había despertado de su descanso y se espabilaba un poco.

Recorrió con sus ojos color miel el lugar, levantando sus cejas con sorpresa y gusto y alzando sus brazos en alto, pidiendo a Lauren que la abrazase.

-Estamos en el parque que te encanta Em –besó su castaño cabello- Gema está por ahí ¿Quieres ir a jugar con ella?

Ella asintió frenéticamente.

-Mitch, Luk ¿podrían llevar a su hermana junto con Gema? Díganle a Dinah que no las pierda de vista.

-Sí, mamá. –asintió Lukas.

-Tengan cuidado –pidió Camila besando la frente de cada uno de sus hijos. El parque no era muy grande, tampoco era peligroso pero apartarse de sus hijos siempre era algo difícil de hacer en cualquier ocasión.

-Sí, mami –masculló Mitchel tomando de la mano a Emma y dirigiéndose al camino que habían tomado Siope, Gema y Dinah.

Lauren estiró su brazo ayudando a que su esposa se levantara del césped.

-¿Sabes algo? Estaba pensando que llegaste a mi vida de la forma más inesperada.

-No sé si debería reír o llorar.

Camila pellizcó su nariz y depositó beso en sus labios antes de darle la espalda. Lauren la acercó jalándola de la cintura y abrazándola por el estomago. De la nada la morena sintió como empezaba a besarle el lóbulo de su oreja mientras le susurraba cuánto la amaba.

Ella se retorció un poco, llena de emociones volvió a dar una voltereta y le dio un corto beso que Lauen se encargó en convertir a largo, apretó sus mejillas e introdujo su lengua con firmeza, dulzura y pasión. Una pasión que había crecido más y más con el paso de los años.

Y Camila comprendió que ella había encontrado a esa persona de la cual hablaban sus padres. La había entendido desde hace años, pero ahora, con Lauren besándola, con sus hijos jugando por ahí, todo era más claro.

Ella siempre esperó una princesa montada en caballo blanco, pero el amor de su vida llegó de la manera menos esperada: Haciéndose pasar por alguien que no era. Engañándola y tratando de estafarla.

Y aún así estaba completamente segura de que había tomado la mejor decisión de toda su vida.
Lauren, Mitchel, Lukas y Emma eran las mejores decisiones en su vida.
Y nunca se arrepentiría de haberse enamorado de... La Farsante.

La Farsante (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora