Capitulo 7

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Maratón 3/4

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Ya nos podemos ir, amor –las palabras lo sacaron de sus pensamientos y se encontró con Camila frente a ella.

-Claro, vamos –salieron del lujoso salón y se dirigieron a la camioneta que habían rentado y arreglado con flores para ese día. Lauren debía comprar un nuevo carro cuando volvieran de la luna de miel y encontrar alguna excusa para hacer a Camila pagarlo, pero eso ya se arreglaría después.

Se dirigió a su puesto en el coche y miró como su esposa se quedaba fuera del auto ¿Qué estaba esperando?, notó la gran mirada de Camila en la suya, buscando alguna reacción de parte de ella y finalmente subió.

Todo el camino Camila estuvo callada y tensa a su lado.

Extrañamente a Lauren no le costó nada llegar al departamento, aunque apenas había llegado ayer ahí tenía una buena memoria y pudo identificar fácilmente las calles y avenidas.

Bajó rápidamente y esperó a que Cabello lo hiciera también para así poder entrar, pero ella no se movió. Cuándo noto que ella se estaba cansando de esperarla pero que tampoco hacía ningún movimiento, salió de la camioneta.

-Michelle, no te tomes esto a mal, y tampoco te estoy cuestionando ni nada por el estilo. –Tuvo que inclinar la cabeza para mirarlo a los ojos.- Desde nuestra primera cita me has abierto la puerta del carro, tanto como para entrar como para salir. Es algo que me dejó muy sorprendida desde la primera vez que lo hiciste, y siempre pensé que lo hacías por ser un caballero. Si ya no lo harás no es un problema para mí, puedo y sé cómo abrir una puerta, solo pensé que siendo el día de nuestra boda y por lo tanto el comienzo de nuestro matrimonio, sería un poco... ya sabes... tú abriéndome la puerta, cargándome en tus brazos mientras entramos a la habitación. Dime ¿nuestra vida va a ser como aquellas de las que se habla? ¿De cómo el noviazgo es tan romántico y al ponernos un anillo todo eso se rompe y se vuelve un amor a la fuerza, solo porque un papel lo dice?

Para Lauren si era un matrimonio a la fuerza y un amor por contrato, pero no podía decírselo a ella... al menos no por ahora.

-Entonces ¿debo de llevarte en mis brazos? Está bien, lo haré –se agachó un poco, posando su mano en la cadera de ella, pero esta se alejó.

-¡NO! Ese no es el punto. Ahora lo estás haciendo porque yo dije que lo hicieras, yo quería que saliera de tu mente y de tu alma.

-Pues deberías entender de una vez que no veo películas románticas que incluyan bodas y lunas de miel, y que no sabe si debo cargarte, o darte champán, o besarte, o abrirte las puertas ¡No lo sé!

-¡No estoy esperando que lo sepas! Yo lo que quería era...

-¿Podemos entrar?, está haciendo un frío espantoso y estamos gritando a media calle –la interrumpió Lauren.

Camila soltó un suspiro, mientras entraban al edificio sin ni siquiera tomarse las manos ¿Dónde había quedado su Michelle? Aquella oji-verde que le repuso una camisa sin que ella se lo pidiese, esa que llegaba con rosas y chocolates a su casa, la que la abrazaba y cargaba sin tener que hacerle peticiones.

Su novia había cruzado el aeropuerto siendo un "príncipe azul" cariñosa y había regresado a casarse siendo un sapo gruñón que miraba a mujeres en su fiesta nupcial.

Porque Camila lo había visto, y había aguantado las ganas de llorar y de darle una bofetada. Lauren no había dejado de ver a la prima de Camila durante toda la noche, le había regalado miradas que nunca le había dado a ella.

La Farsante (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora