Capítulo 23 ❝Trueno❞

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Con aquella fuerza levanté el coche, utilizando sólo la manipulación de objetos qué tenía con mis manos, utilizando la mente.

Pedazos de vidrios caían del automóvil, al igual qué la pintura qué se venía de este.

Observé cómo el cuerpo de James desprendía sangre por todas las zonas afectadas. Su dolor me deleitaba.

Al paso de los segundos pude sentir una fuerte presión en mí pecho, cómo sí la verdadera persona qué posee este cuerpo lo quisiera de vuelta.

Traté de ignorar aquellos dolores, mientras estaba a un pelo de tumbar ese maldito auto al suelo.

«No saldrás ahora»

Impulse mis manos hacía abajo, dejando caer el auto qué se encontraba de cabeza, destruyendo toda su parte delantera, y cada parte de esta.

Mientras qué James se encontraba con los últimos pocos de vidrio qué tenía su parabrisas incrustados en su rostro.

Los huesos de su cuerpo se habían roto, los sus ligamentos, tendones y demás se habían reventado junto con sus huesos.

Quitándole automáticamente la vida.

Me acerqué a aquél auto hecho trizas, mirando su cuerpo destrozado.

––Mi padre te verá en el infierno. ––Añadí con varias voces al unísono.

Miré hacía el lado, y caminé algunos kilómetros, dirigiéndome hacía el lugar en el qué estaba anteriormente. Mi hogar.

Antes de llegar, varias personas me observaron con rareza, mirando mi rostro, mi maquillaje corrido, mi vestido esparcido de sagre de mi víctima etcétera.

Olvidé cambiarme, por lo qué me fuí hacía un callejón vacío, fuera de los ojos de cualquier otra persona.

Cómo lo hacía antes, cambié mi vestimenta por ropa color negra, y una capucha con el mismo color de lo demás.

Escuché un pequeño ruido proveniente por detrás de mí, por lo qué me hizo voltear de inmediato, con un color de ojos qué iluminaba de forma incandescente.

Divisé a tres hombres, uno moreno, otro rubio, y el último castaño.

––¿Por qué una señorita cómo tú anda tan sola a esta hora de la noche? ––Preguntó aquél moreno, con una pequeña sonrisa deforme en su rostro––.

Mientras qué sus demás compañeros se contraban al lado de él.

Ese mismo tipo se acercó a mí, observando mi rostro, y algunas partes de mí cuerpo.

––Mis amigos y yo podemos hacer qué no te sientas sóla. ––Masculló acercando su boca en mi cuello, para después comenzar a dejar besos por este––.

Golpeé su estómago con mi rodilla, justamente conla rótula. Haciéndo qué este soltara un pequeño gruñido de dolor.

––Será mejor qué todos se vayan–– Les miré ––Ahora.

––¿O qué?–– Preguntó el rubio ––¿Nos hará algo una chica cómo tú? ––Río sarcásticamente, provocando una sonrisa cínica de mí parte––.

El moreno forcejeó conmigo, pero tenía mil veces más fuerza qué él, así qué se le hacía prácticamente imposible.

Tomé el cuello de su camisa, y subí mi puño, para tomar impulso y estamparlo en su rostro, provocando qué un pequeño chorro de sangre saliera de su nariz.

El cielo se opacó aún más qué antes, mientras qué neblina pasaba rápidamente por los cielos. Algunos truenos empezaron a caer sin control alguno, haciendo un ruido estruendoso por todo el lugar.

Sus amigos se alertaron y corrieron hacía mí, sacando una arma blanca qué tenían en sus manos.

Después de haber golpeado al chico, lo empujé fuertemente contra una pared, haciendo qué los ladrillos de esta calleran al suelo, mientras qué los huesos del chico se encontraban en un estado muy grave.

Este cayó al suelo, dejando caer sangre de su cuerpo, al igual qué de su boca, provocando un derrame.

––Les dije qué se fueran–– Tomé a los dos tipos, y los estampe en la pared qué se encontraba al frente de mí ––¿Por qué carajo no acatan mis ordenes?

Los dos cayeron al suelo, al igua qué aquél difunto chico.

Me acerqué sl castaño, y removí el arma de su mano, dejándolo sin nada.

Tomé su mano, colocando mí pie en su espalda baja, para después retorcer esta, haciendo qué su hueso se saliera, dejando su piel completamente abierta.

Para después tomarlo con mis manos, y elevarlo, hasta qué quedara boca abajo.

Cerré los ojos con fuerza, para después abrirlos, hasta qué estos se tornaran de color rojo, mientras qué mi pupila se dilabata cada vez más.

Lo solté, pero aún este seguía en el aire, por lo qué decidí tomar aquella arma y abrir su estómago, haciendo qué toca su sangre cayera en mi rostro. Decidí abrir la boca, para tomar toda esta, qué se encontraba saliendo de su vientre.

Volví a hacer otra incisión, pero esta vez más profunda, hasta qué algunos de sus órganos vitales salieran de su estómago y calleran al suelo.

Después de aquello, retrocedí un paso atrás, y su cuerpo cayo inmediatamente al suelo.

Miré su cuerpo mutilado, provocando qué el suelo abriera una especie de "hoyo negro" y transportara el cadáver del tipo a su respectivo lugar. Cómo sí la tierra se lo estuviesen tragrando.

––Buen viaje al infierno.

Giré mi cabeza y observé al último sobreviviente.

––¡No, por favor, no! ––Suplicó entre llantos mediante me iba acercando a él.

––Tú, y tú estúpida banda pretendieron hacerme daño..–– Pronuncié con una voz diferente a la qué tenía anteriormente ––Ahora me toca a mí provocarselos a ustedes, oh, bueno, sólo a tí, ya qué tus amigos se encuentran muertos. ––Lo tomé de la camisa, levantándolo del suelo, hasta obligarlo a mirarme a los ojos––.

Lo miré profundamente a los ojos, aumentando aún más ese color incandescente.

Aquél chico trataba de esquivar el contacto visual conmigo, por lo cuál me hizo reaccionar;

––Mírame a los ojos–– Dije, y este negó ––Mírame a los malditos ojos–– Subí mi tono de voz, provocando qué este pegara un pequeño brinco de su lugar.

Podía devorar su alma, y sí, eso es lo qué haré.

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La Quinta Habitación »Shawn Mendes«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora