Capítulo 20 ❝Black Eyes❞

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Iván retrocedió unos pasos atrás y al hacerlo Shawn lo tomó del cuello de la camisa elevándolo con tan solo el uso de su mano, provocando que este estuviese varios centímetros lejos del suelo.

––¡Suéltalo! ––Ordené y corrí hacía la habitación en la qué los dos se encontraban, por lo cuál decidí caer encima de aquél hombre.

El pelinegro pudo caer de nuevo al suelo y safarse de ese fuerte agarre.

Shawn y yo caímos al suelo, y comencé a forcejear con este, aunque era obvio qué él iba a ganar en todos los movimientos qué hacía, ya qué tenía diez veces más fuerza qué yo.

Pateé su pecho con mi pie izquierdo y este se hizo unos cuántos centímetros hacía atrás, pero no fué lo suficiente para alejarlo de mí.

Shawn logró tomarme de cabello, y con sólo el movimiento de su mano me tiró con fuerza hacía la otra habitación, contra aquella pared de cemento.

Cada golpe qué daba en mi espalda, podía sentirse cada vez más doloroso.

Experimenté un dolor fuerte en mí músculo erector de la columna, por lo qué solté un gemido de dolor.

Escuché un gran pítido en mis dos oídos, lo qué significaba que quedé aturdida por el impacto.

Mi vista se nubló, haciéndome ver pequeños destellos de luz por todas partes.

Shawn cerró la puerta con el seguro, obstruyendo el paso qué tenía hacía esta.

Parpadee lo más rápido posible para poder recuperar mi vista, y después de unos segundos eso resultó posible.

Al ver con claridad observé cómo Iván se colocaba detrás de la espalda de Shawn, para comenzar a ahorcarlo.

El chico con la arma qué tenía en su mano para abrir la puerta, procedió a clavarla en el hombro derecho de Shawn. Este soltó un gruñido y lo retiró de su hombro, para después clavarlo en la pierna derecha de Iván, justo en el músculo tibial inferior, para después ir desgarrando cada uno de sus ligamentos, junto con esos, su ligamento rotuliano.

Miré cómo este gritaba del dolor qué le provocaban las heridas qué Shawn le ocacionaba, por lo cuál no pude evitar dejar escapar algunas lágrimas de mis ojos.

Ese hombre tomó a Iván de su nuca, y tomó su cabello, para después empezar a golpear su rostro contra la pared qué tenía a su lado.

Me traté de mover para poder hacer algo, pero los huesos de mi espalda me impedían salir del lugar.

Un dolor qué sentía en mí músculo erector de la columna me impedía las acciones qué quería realizar, por lo qué permanecí inmóvil.

Shawn hizo un movimiento hacía arriba con su mano, haciendo qué Iván se elevara por sí sólo.

Quedé boquiabierta ante esa escena, mordiendo fuertemente mis labios para tratar de no soltar ningún grito.

Tenía exactamente el poder de la telequinesis.

El hombre volvió a hacer un movimiento con sus manos, pero esta vez hacía adelante.

Mientras qué una fuerza por fuera de los límites humanos empujó al pelinegro contra la ventana en la qué podía ver todo lo acontecido.

Una gran cantidad de sangre salió de su boca, casi al grado de desangrarse sólo por el primer impacto.

Shawn movió su mano una y otra vez hacía adelante y hacía atrás, a cómo se movía Iván conforme ellos.

En esos movimientos el chico chocaba consecutivas veces contra la pared. Su rostro empezó a desfigurarse ante los golpes, y los músculos de su rostro comenzaron a sangrar.

Sus ojos expulsaron sangre, al igual qué sus oídos. Las fuerzas de su cuerpo fueron desapareciendo, al igual qué su vida.

Miré directo a los ojos de Shawn, observando cómo estos sólo reflejaban oscuridad, e impiedad.

Con cada segundo qué pasaba su córnea se tornaba cada vez más oscura, esta vez sus ojos no eran rojos, eran completamente negros.

Al mirarlo me sentía aterrada y con un gran nudo en mi garganta.

Shawn hizo otro movimiento con su mano, dejando a Iván de cabeza, mientras qué del cuerpo de este chico solo escurría sangre. Al estar en esa posición Shawn dejó caer a su víctima, con el último movimiento de su mano, estallando su cabeza su cabeza contra el suelo, mientras qué cada una de las estructuras de su cráneo se esparcian por todos partes.

Cerré mis ojos con fuerza, dejando salir un grito desde lo más profundo de mi garganta, hasta sentir cómo la voz se me iba por sí sola.

Las escenas recién vistas hicieron qué quedara asqueada, y con un revoltijo en el estómago.

Observé cómo ese tipo limpiaba la sangre qué había caído en su rostro con sus dos manos, mientras que tomaba el cuerpo de Iván, y lo tiraba junto con los otros de sus víctimas.

Este procedió a caminar hacía la puerta y a abrirla, quedadando parado enfrente de esta, con aquella mirada penetrante fija en mí.

Traté de no tener contacto visual con este, pero su presencia me intimidaba cada vez más.

Con cada respiración qué daba, sentía cómo el oxígeno de de mis pulmones se me hacía excaso.

Miré hacía abajo, visualizando cómo sus pies se movían para llegar hacía mí.

Al este pararse en frente de mí me hice pequeña, tratando de qué no me hiciera ningún tipo de daño, pero este se agachó, posando su mirada en mí.

––Déjame en paz, por favor–– Supliqué con un hilo de voz ––Hago lo qué sea con qué me dejes libre.

Shawn colocó su mano en mi barbilla, para qué me viera obligada a verlo hacía los ojos.

––Nada de lo qué me digas logrará hacer qué escapes, nada de lo qué pienses hará qué no sientas dolor, y nada de lo qué hagas podrá liberarte de mí–– Articuló mirándome con esa típica mirada sin vida ––Entiende pequeña, estás bajo las garras del lobo.

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La Quinta Habitación »Shawn Mendes«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora