Capítulo 48 ❝Deseo❞

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––¿Qué pasó?–– Pregunté con un cierto grado de frialdad, mientras qué esperaba una respuesta por parte del castaño.

––¿Me dejarías entrar?, necesito hablar contigo.

Cuándo el jóven agregó las anteriores palabras decidí soltar un leve resoplido y así mismo argumentar
las siguientes palabras;

––¿Y por qué no usas tus poderes?, ¿Acaso ya no te funcionan?–– Enarqué una ceja, quedándome inmóvil en aquella cama, mientas qué esperaba respuestas del contrario.

––No quiero utilizarlos para cosas estúpidas, Heather.
Por favor ábreme la puerta.

Me seguía negando ante la petición de aquél, simplemente no quería verlo por al menos unas cuántas horas más. Aquél me seguía insistiendo, hasta qué me dí por vencida y decidí abrirle aquella puerta,
visualizando cómo aquél se encontraba posicionado enfrente de la misma, clavando su mirada sobre mis ojos.

––Muy bien, ya te abrí. ¿Qué necesitas?–– Pregunté, provocando qué el jóven rascara su nuca un par de veces.

––Eh, bueno..–– Apretó sus labios momentáneamente, y guió su mirada directo hacía sus pies cubiertos por unos zapatos de cuero color negro. ––Lamento haberte tratado así, sabes qué a veces la ira me puede cegar, y digo cosas sin medir las consecuencias.

Cuándo pronunció aquellas palabras rodé los ojos por milésima vez, aunque dentro de mí había una especie de reacción de asombro debido a escucharlo disculparse.

––Ésta es la primera vez qué me disculpo. Acepta la disculpa sí quieres, de todas formas cumplí con hacerla.–– Cuándo terminó de mascullar aquellas palabras dió vuelta sobre su propio eje, dispuesto a caminar nuevamente hacía algún lugar de la casa.

––Shawn.–– Mencioné el nombre de aquél hombre, haciendo qué éste pausara de golpe sus pasos. ––Espera.

Aquél decidió voltearse hacía mí, y caminar directo hacía mí dirección, adentrándose conmigo hacía la habitación, empujándome por los hombros directo hacía la cama.

––No sé lo qué estoy haciendo, pero por favor déjame. ––Pronunció acercándose hacía mis labios, para seguido comenzar a devorarlosna su antojo. Realmente no tenía ni la menor idea de lo qué hacía.

––¿Qué?, ¿De qué hablas?, Shawn. ––Pregunté, observando cómo el hombre colocaba sus piernas al lado de mis caderas, y sus manos a ambos lados de mí cabeza, sosteniendo su peso por medio de ésta posición.

––No hables, mantén el silencio, y sólo déjate llevar, ¿sí?–– Argumentó, pasando sus delicados labios sobre mi cuello, mientras qué algunas veces dejaba besos por la zona correspondiente.

No sabía porqué había salido con éso así de la nada, sólamente sabía qué me gustaba en cierta parte.
Sus besos eran algo húmedos, lo cuál provocaba qué el deseo de su cuerpo con el mío aumentara.

––No sé sí quieres hacer lo qué tengo en mente. ––Comenté, mientras qué colocaba mis manos sobre su espalda cubierta por aquella camisa qué tapaba su cuerpo trabajado.

––Sí, quiero hacer lo qué tienes en mente. ––Rápidamente colocó sus dedos sobre los botones de
mí camisa, mientras qué buscaba tener más accesibilidad a mí piel. ––Aunque sé qué no puedo, pero realmente me importa un carajo.

––¿De qué hablas?, ¿Por qué no puedes? ––Pregunté con algo de curiosidad, envolviendo mis piernas alrededor de su cadera, mientras qué buscaba una manera de atraerlo a mí.

––Los demonios no pueden tener relaciones carnales con una persona, pero créeme qué el deseo de poseer tu cuerpo de una vez por todas.–– Agregó con un tono algo ronco de voz, mientras qué sus labios se posaban contra los míos de manera suave. –– Digo de una vez por todas porque desde el primer momento el deseo de tenerte para mí es algo qué no puedo controlar.

Al escuchar cómo aquél decía aquellas palabras no puedo evitar quedarse perpleja mirando las acciones tentadoras qué aquél realizaba.
En un decir amén el mayor había removido mi camisa de mí cuerpo, mientras apreciaba en su máximo esplendor mis senos cubiertos por mí fino sostén.

––Necesito qué estés seguro de lo qué haces.–– Pronuncié, dejando mis manos sobre el rostro de aquél hombre, pasando la yema de mis dedos por el contorno de su marcada mandíbula.

––Estoy más qué seguro, Heather.–– Confesó, lo qué provocó qué una parte de mí sufriera una especie de escalofrío. ––Deseo tenerte sólo para mí.

Al argumentar aquellas palabras la vuelta del asuntó cambio, lo qué me permitió estar a horcajadas del mayor, quedando apoyada contra sus partes privadas.
¿Qué hago?, dios.

Los ojos del contrario mostraban deseo, por lo qué en un abrir y cerrar de ojos ya me había contagiado de él de la misma manera. Decidí mover mis caderas sobre el, provocando qué su extenso miembro rozara contra mí feminidad cubierta por mis pantalones, lo qué logró qué dejara escapar un ligero jadeo.

El ojímarron decidió colocar sus manos sobre mí diminuta cintura, y así mismo deslizar sus manos por mí dorso descubierto, provocando qué mí piel se erizara al sentir el delicado toque de su piel contra la mía. Añadí mis manos por debajo de la camisa de mí contrario y sentí la textura de su abdomen marcado, lo qué me llevó a la necesidad de remover aquella ligera camisa y arrojarla en cualquier lugar de la habitación.

El mayor decidió colocar sus grandes manos sobre mis senos, aun cubiertos por mí sostén, mientras qué comenzaba a masajear éstos con algo de suavidad. Traté de buscar sus labios, para así mismo proceder a besarlo de una manera algo profundizada, sintiendo cómo el ambiente se tornaba algo más intenso.

El hombre colocó mis manos sobre el cinturón de su pantalón y me solicitó qué lo removiera, cuándo al fin lo logre dejé sus pantalones a mitad de sus piernas, pero la tentación me hizo removerlo por completo.

Al observar cómo aquél sólo se encontraba en bóxers pude sentir cómo las manos de aquél se dirigían hacía las orillas de mí pantalón, buscando una manera de ser removido de mí cuerpo. Aquél rápidamente se deshizo de mí pantalón, dejándome en bragas, lo qué ocasionó qué al ver sus facciones seductoras mí feminidad se contrajera levemente, ahora qué lo pensaba mí cuerpo sentía la misma necesidad qué la de él. Ambos queríamos ser sólo una sóla carne, sin importar las consecuencias qué ésto trajera.

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La Quinta Habitación »Shawn Mendes«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora