En ningún momento paré de gemir, estaba hundida en la pasión y en la satisfacción que éste hombre me permitía experimentar. Rápidamente enterré mis uñas sobre la fina tela de las sábanas, sintiendo cómo el placer se incrementaba mayormente en el momento, con cada embestida me sentía mas pronto de llegar al orgasmo, tan sólo a un pequeño centímetro de él.
Noté cómo el mayor comenzó a mover sus caderas a una velocidad mayor a la anteriormente vista, debido a qué la adrenalina comenzó a subir rápidamente por su torrente sanguíneo.
Mis uñas habían roto parte de las sábanas, al ser éstas desgarradas con fuerza. Volteé levemente mí cabeza, apuntando mí mirada hacía el rostro de aquél. Las finas capas de sudor se agolpaban entre pequeñas gotas sobre su frente, debido a la notoria agitación del momento. Inconcientemente me quedé mirándolo embobada, no podía ocultarlo, me sentía bien a su lado y eso era lo más bonito entre toda la acción.
El acercamiento qué tenía hombre con mí cuerpo me ponía de peor manera, las gotas de sudor caían sobre el suelo de la habitación, en su espalda se podía contemplar la manera en la que la transpiración se deslizaba desde sus hombros hasta su coxis, sus glúteos, deslizandose por las piernas, y el sudor de su abdómen cayendo, como en el resto de su cuerpo.
Ambos nos encontrábamos bastante agitados, aunque cabe mencionar qué nos agradaba estar así, nos habíamos acoplado el uno al otro, siempre permaneciendo juntos, hasta volvernos uno sólo.
Me enloquecía cada movimiento qué realizaba, cada gesto, cada gemido, cada jadeo, cada gruñido, y todo tipo de sonido obseno qué podía salir de él, realmente aquél tenía algo qué podía captar a cualquiera.
—Mierda. —Susurré entre gemidos haciendo un movimiento con la cabeza buscando quitar todo mí cabello largo de la espalda siéndome ya incómodo al sentir sus fibras.
Apenas podía, mis cabellos se pegaron a mí piel por el sudor, pero eso era lo de menos, la estaba pasando fabuloso con este chico, y esperaba que él pensara igual.
Pasaba el tiempo y descubría qué aquél castaño le encantaba más que antes en cuestión de segundos.No tenía palabra alguna para explicar las sensaciones qué recorrían mí cuerpo en ése momento, estaba cegada por la pasión, la lujuria y junto con ello el notorio placer qué abundaba sobre el lugar.
Todo lo qué el hombre decía o lo que salía o era de su ser, era perfecto, putamente perfecto.
No podía mirarlo a los ojos, de seguro se encontraban llamas de pasión y lujuria en sus pupilas viendose más sexy que anteriormente, su mirada, sus gemidos, sus gruñidos, sus jadeos, su rostro lleno de satisfacción, su cuerpo trabajado, sus músculos resaltados, sus venas mejor marcadas, sus malditos labios, de seguro me darían un orgasmo visual en cuestión de segundos, en lo que tardarían mis ojos en captar esa escena tan seductora y esplendida qué estaba observando.
Con cada segundo presente en el momento podía sentir
cómo estaba más cerca de llegar al orgasmo. Era muy estrecha para alguien cómo aquél hombre. Su miembro palpitaba con intensidad, aumentando su tamaño, al igual qué sus venas las cuáles seguro resaltaban él jadeaba, y podía jurar plenamente qué era lo mejor qué había escuchado a lo largo de toda mi vida.—Vamos, bebé. —Inquirió, con su respiración entrecortada, y con su voz ronca, la cuál había cambiado rotundamente debido a la excitación qué tenía encima. Podía notar cómo en sus ojos sólo estaban reflejadas cosas referentes al placer, y a la lujuria. Cada movimiento qué el mayor realizaba era satisfactorio para mí, sin duda alguna, ése hombre sabía cómo hacer suya a una mujer. No sabía sí lo había hecho antes, por tentación, o algo así, pero sí nunca antes había tenido una vida sexual debo de admitir qué nació aprendido o especializado para ésos momentos.
No sobraba decir que el sonido obsceno provocado por el choque entre la pelvis del hombre y mis glúteos era lo mejor de todo, es decir, la mezcla de entre todos los sonidos formaba la mejor canción podría oír todas las veces que quiera sin cansarse, sonreía aún más hambrienta de él, pues, al ver esos brazos tan venosos y robustos me venían a la cabeza millones de escenarios masoquistas. Era inevitable no hacerlo, menos con él.
En un cambio rotundo qué hubo en el lapso del tiempo, aquél terminó sobre mí, escondiendo su rostro sobre mi cuello, succionando los lugares de mí piel, hasta ocasionar marcas rojizas, las cuáles tenían algunos toques morados. El castaño movía sus caderas contra mí, mejorando las embestidas con intensidad y profundidad, podía sentir cómo su miembro salía y entraba de mí con fuerza. Mis piernas estaban algo separadas, debido a la gran musculatura qué tenía su cuerpo. La diferencia de tamaños de ambos era bastante notoria.
Podía sentir cómo de vez en cuándo mis piernas comenzaban a flaquear, cada vez más caía por un profundo abismo de satisfacción.
Algunas embestidas me causaron dolor, tenía qué admitir qué nunca imaginé qué algo tan extenso pudiese adentrarse completamente a mí cavidad vaginal.
Desprendí gemidos cada vez más fuertes, todos eran más ahogados, o incluso más desgarradores, pero sin duda alguna todos estaban llenos de placer.
Una de mis manos se posó sobre uno de sus hombros en parte de la espalda y la otra, la contraria de donde él estaba reposado. Agarró en forma de puño a la almohada, cerrando mis ojos con fuerza, al tenerlo más dentro de mí.
—¡Joder, Shawn!— Sus embestidas eran perfectas, no podía pedir más.
La noche había sido fantástica y al poder disfrutarlo por completo estaba segura de que nunca va a poder olvidarla, pero aún así el mayor continuó aumentando la velocidad de las embestidas, ésta vez moviendo todo el cuerpo de la chica por la fuerza con la que él mismo metía su miembro, provocando qué mis gemidos subieron su volúmen.
En cuestión de segundos el rechinamiento de la cama se sumó a todos los sonidos obscenos posibles de la habitación, arañaba su espalda provocando que salga un poco de sangre de la misma y, en segundos, entre tantos gemidos que se escapaban de su ser, el último fue el más fuerte.
Cerré mis ojos nuevamente, arqueando mí espalda en señal de que llegó al orgasmo, luego de eso mordí la hélice del opuesto, teniendo la respiración totalmente descontrolada diciendo lo mismo de los latidos de mí corazón, el gemido había formado un eco, y me sintí, literalmente, descargada.
El hombre cayó rendido a mí lado, soltando un fuerte suspiro, tratando de regularizar su agitada respiración, lo cuál me causó la aparición de una involuntaria sonrisa. El mismo envolvió nuestros cuerpos en una de las tibias mantas qué habían posicionadas por la cómoda cama, y me atrajo hacía él, apegándome por completo a su cuerpo, el cuál tenía algunas finas capas de sudor.
--También te amo, Shawn.
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La Quinta Habitación »Shawn Mendes«
Fanfiction❛Hay una habitación, al que el infierno llama su hogar. Dónde habita uno de los demonios más poderosos. El hijo del Diablo.❜ PROHIBIDA SU COPIA O ADAPTACIÓN. [Publicada el 14 de enero de 2018]