«31-1» Arrogante

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Durante su vida entera le habían enseñado cómo ser el mejor, luego le habían dicho que no debía ser arrogante –que se define literalmente como el sentimiento de superioridad ante los demás-.Le enseñaron cómo doblegar hasta al soldado más disciplinado mediante una violencia tanto física como psicológica, luego le pidieron que busque siempre la calma.

Durante mucho tiempo se sintió como ser creado como un arma y luego le ordenaron ser pacifista.

Hasta que llegó ella, por supuesto.

La primera vez que la vio era un completo desastre. Todavía le costaba creer que en ese momento había deseado que se fuera y lo dejara solo; ahora que se había ido sólo pensaba en cuanto tardaría en volver.

Observó sus manos temblar levemente alrededor del volante de su Dodge Charger, estaba aparcado frente a su casa hacía ya dos horas, esperando que las palabras se presentaran en su cabeza.

Había perdido la cuenta de las veces que amagó a salir de su auto, las canciones que se reproducían y las luces del reloj cambiar. No quería ser violento, no quería volver a entrar a su casa como un loco. Miraba la luz del living camuflarse detrás de las cortinas.

—Puta Bestia— gruñó antes de bajarse del auto con un portazo.

Alice había llegado a su casa pasado el atardecer, había tenido el mejor día junto a Charlie Green; habían almorzado con vino caro y paseado por los alrededores de su propiedad, habían hablado de boberías y se besaron sin pedirse permiso.

Ahora tarareaba distraída mientras fregaba los trastos de la cena con Jason, la música baja para no despertarlo y la mayoría de las luces bajas; ella también estaba lista para irse a dormir. Pero la puerta sonó.

Caminó lentamente hacia ella, arrastrando sus pies descalzos; no quería mirar por la cortina y arriesgarse a que la vieran. Esperaría hasta que la persona se fuera, no eran horas de visitas. ¿Dónde dejó su celular? No pasa nada, Jason está arriba.

Los golpes sutiles volvieron a sonar y debió armarse de valor para abrirla lentamente.

Soltó un suspiro cuando lo vio de pie frente a ella. —Roy— dijo gélida.

Bajo la noche apenas podía definir su rostro, la usual gorra vieja no ayudaba demasiado. Estaba apoyado contra el porche, vestía un buzo negro que solamente dejaba ver los tatuajes de su cuello.

—No podías dar el brazo a torcer, ¿verdad? — susurró.

Pestañó sin entender a lo que se refería, le tomó unos segundos darse cuenta de que no podía saltar contra él y abrazarlo, recriminarle por haber dejado de hablarle.

Se hizo a un lado para dejarlo pasar pero se quedó estático. —Es imposible para ti.

—¿Qué? — estiró la mano para tocarlo pero se apartó, la miró frio y sin sentimientos.

Dolió más de lo que le gustaba admitir.

—¿Por qué tengo que venir yo, Bestia? — dijo entre dientes.

—No me hablaste durante tres días— intentó defenderse y eso solo desfiguró un poco más la cara del corredor. —Supuse que no me querías cerca.

—¡No te quiero cerca! — gritó terco pero Alice no retrocedió. —Pero de todas formas vine hasta aquí...porque desapareciste por dos días.

Se paró rígida ante la sorpresa de la nueva información. Parpadeó. —¿Me estabas vigilando? — la simple idea le congeló la sangre. ¿Y si sabía que había estado con Charlie? ¿Había visto como la metían en la camioneta?

No puedo enamorarme (de ti) - CANCELADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora