«15-2» Esperanza; Odio

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«Tu regalo sigue en casa. (Ragnar pregunta x vos).»

Apoyó el celular sobre su pecho, mordiéndose el labio inferior y cerrando los ojos con fuerza, la sonrisa fue casi inevitable.

Eran casi la una de la madrugada. Estaba recostada en el sillón negro de su living, bajó la mirada para acariciar el largo cabello que cubría sus piernas, la pequeña primita de Roy se había dormido sobre su regazo. Alice pudo jurar nunca haber visto algo más tierno. Le quitó los rebeldes mechones oscuros del rostro.

Hacia la sala caminaba un intimidante Jason Roselline, con dos tazas humeantes en sus manos. —Parece que tardé demasiado— comentó, observando el niño de cabello oscuro acurrucado en uno de los sillones individuales.

Sobre su mesa de café se esparcían paquetes de galletas a medio comer, vasos con zumos, y otras golosinas entre cartas y juego de mesa.

Alice aceptó, sin realizar muchos movimientos, una de las tazas. —Ya es tarde— habló el mayor, ojeando su reloj en su muñeca. —Deberías llevarlos a la cama.

A Alice no se le había ocurrido otra forma de mantener ocupados a los niños de Lucy más que llenándolos de dulces y juegos. Después de habérselos llevado del hospital, fueron por las hamburguesas y luego, a pedido de Lili, por un helado. Los niños habían logrado hacer caer varias lágrimas de risa por los ojos de Alice. Pero sus nervios nunca se desvanecieron y sus pensamientos se habían quedado con Lavrov en el hospital.

Aunque no quería molestarlo con una bandeja llena de mensajes, el mecánico la mantenía informado sobre las cosas que se enteraba y Alice hacía lo mismo desde el centro comercial, compartiéndolo todo con fotos y mensajes de voz por parte de los niños.

Pero incluso si los doctores habían logrado tranquilizar a Roy y a su tía, todavía no habían vuelto. Alice estaba imaginando que los niños se quedarían a dormir.

Sus dedos no habían abandonado los bucles de Lili, le agradecía internamente por despejar su cabeza de la vida de Charlie Green, pero aquello no había evitado que le enviara aquel mensaje.

El timbre retumbó con fuerza sobre la casa, Alice reaccionó con una mueca en su boca, observando si alguno de los niños lo había notado, pero no fue así.

—Yo voy— la voz de Jason sonó dura y cansada, aunque Alice había asentido, no le causo mucha diversión la idea de la primera vez que Roy Lavrov conocería a su padre.

Pudo escuchar las voces a tan sólo un par de pasos de ellas, sin embargo, no se movió para no despertar al ángel sobre sus piernas.

Lavrov se presentó frente a ella, suspiró.

Lo que más podía definir a Roy Lavrov, posiblemente, sería un ataque al corazón en un cuerpo mortal. Parecía oscuro y hecho para la guerra, con un alma casi invisible. Pero en aquellos momentos; momentos de debilidad e inseguridad, era donde su alma más brillaba; dónde en mitad de una guerra, Lavrov sería el primero en levantarse.

Y eso la asustó.

Roy Lavrov tenía una campera de cuero cubriéndolo, los ojos cansados y rojizos, sin embargo, se podía divisar una sonrisa tenue. Escapó silenciosamente del cuerpo de Lili.

Alice no tardó en rodearle el cuello con los brazos, consiguiendo que él la levantase un poco del suelo. Sacó su rostro del espacio entre su hombro y se inclinó para unir sus labios. Lavrov llevó una mano a su nuca, para que no pudiera alejarse. La besaba salvaje y necesitado. No le interesaba realmente, que su padre estuviera en la otra habitación. Deseaba quitarse de la cabeza la imagen de aquella niña de tres años acostada en una cama con una bolsa de suero fisiológico y una aguja hundida en la piel de su brazo.

No puedo enamorarme (de ti) - CANCELADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora