Aquella mañana Falco Barahona, la había llamado bajo un número desconocido, reclamando por su presencia en el arrabal. -¿Falco?- le contestó luego de que el hombre terminara de hablar, había bufado y jurado en nombre de Jess Bell; -Franklin- respondió, entonces Alice reconoció de quién se trataba.
Jess lo había presentado con otra identidad.
Tiempo después se encontraba en el Arrabal, junto a Falco, un chico de tez oscura, de cabello corto y azabache ocultos bajo una bandana roja.
Juntos descargaban las botellas de alcohol y gaseosa para rellenar el bar de aquél antro. Alice reía a cada insulto que Falco le regalaba, no muy, cordialmente a una ausente Jess Bell.
—Ella sólo viene a tiempo cuando están las bailarinas— volvió bromear, dejando la última caja azul dentro del almacén. —Gracias por venir a ayudar, Ally— murmuró mientras firmaba los papeles para el dueño del camión.
—¿Queda algo más? — preguntó mientras descansaba sobre una pila de cajas de madera.
Los músculos del brazo le dolían, los sentía flácidos mientras los acariciaba en un fallido intento por hacer desaparecer el malestar.
Falco negó con una libreta en sus manos. —Ya te puedes ir, nena. Yo terminaré de hacer el inventario.
Alice no tardó en estirarse antes de desaparecer hacia el exterior, no sin antes, despedirse de su amigable compañero.
En su celular vibraba un mensaje de Roy Lavrov.
Suspiró cansada cuando terminó de subir el último escalón del Arrabal, sacudiendo su cabello buscó un tiburón negro.
Su mirada estaba pendiente de su celular, ignorando las miradas externas y desconocidas que su automóvil causaba. El cautivador cuerpo del mecánico vestía una camiseta azul marino con un jogging gris, en lugar de sus típicas botas de combate tenía unas zapatillas deportivas. No podía ver bien su cara debido a la visera de su gorra.
Lavrov no levantó la mirada hasta que sintió la presencia de la chica. Sonrió de lago. Alice se concentró en las delicadas arrugas que se formaron en la comisura de su boca, él lo notó.
Alice robó su gorra, colocándosela. —¿Así que ahora tengo chofer?
—Eso les pasa a las nenas chiquitas que no saben manejar—La sonrisa que Lavrov no era más que una línea curva. Alice frunció el rostro, pero lo ignoro. Así lo prefería el corredor.
El sólo estaba de mal humor.
—En vez de burlarte tanto, podrías enseñarme y listo— aceptó que los brazos tatuados rodearan su cintura. El rostro de Alice quedó tan cerca del suyo que podía sentir la respiración sobre su rostro, sentía el palpitar del corazón ajeno sobre el de ella.
—¿Y se supone que tengo enseñarte en el Floyd? — sonrió, divertido.
Abrió la boca para contestar, pero Lavrov la soltó bruscamente.
La repentina melodía del celular de morocho logró callarla, esperó que respondiera la llamada, mientras la miraba algo apenado, pero se notaba la diversión en sus brillantes ojos grises.
Su rostro se transformó. La alargada sonrisa se volvió una tensa línea en segundos, la diversión desapareció de su expresión y se le tensó el cuerpo.
Alice se alertó al instante, podía escuchar una voz gritar desesperadamente desde el otro lado. —Voy para allá— dijo al cabo de diez segundos después y colgó.
Casi olvidándose de la presencia de la muchacha, Lavrov corrió hasta el lado del piloto, deslizándose sobre el capó. Alice actuó rápidamente y abrió la puerta del copiloto.
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No puedo enamorarme (de ti) - CANCELADA
Action«Roy sólo amaba dos cosas en su desastrosa vida; los autos rápidos y a ella.» «Cuando el amor termina; la locura comienza»