Alice Roselline solía tronar sus dedos cada vez que se encontraba nerviosa; ahora tronaba sus dedos. Sus pensamientos estaban abordados por sentimientos de rabia e indignación, pero su cuerpo sólo demostraba una frágil seguridad.
Estaba sentada en uno de los sillones colorados, con sus manos sobre el regazo, Charlie Green había mandado un coche esa misma mañana que la esperaba. Tuvo que ingeniárselas para poder arreglarse y escaparse de Blair –Harry trabajaba-, sin que quisiera acompañarla.
El bar que gobernaba el empresario se encontraba completamente vacío, no se presenciaba la misma cantidad de séquitos de Charlie Green.
Alice siempre intentaba verse elegante frente a Charlie Green, para poder cumplir con su agrado. Vestía una pollera entubada que apresaba un suéter pomposo y rosado.
—Alice
Cuando se volteó el hombre siempre elegante, se acercaba a ella, sentándose frente a ella. Alice le sonrió. —Señor Green.
Llevaba uno de sus trajes azules a juego, del que sólo presumía el chaleco ajustado con la corbata oscura por debajo, las mangas las llevaba arremangadas; las venas sobresalientes en su brazo mostraban lo intranquilo que se encontraba.
En el momento en el que se sentó un hombre delgado dejó una botella de vino tinto y dos copas en el centro de la mesa, desapareció tan silenciosamente como llego. Alice observó todo confusa.
—Te cité, hoy...— intimidante, comenzó a descorchar la botella violácea. Sus palabras eran analizadas una por una antes de soltarlas, su voz opacaba la oscuridad del salón—Porque Turner me informó de la agresión de Lavrov.
«¿Cómo se había enterado Peter de aquello»
Sirvió el líquido rojo sobre su copa y Alice la tomó con delicadeza. Le gustaba el vino, y a sus padres les apasionaban; solía degustar diferentes marcas con su padre desde los diecisiete. No le pasó desapercibido el que aquella botella fuera su favorita
Alice bebió del líquido. —No fue...una verdadera agresión—acomodó un mechón de su cabello, Green seguía cada uno de sus movimientos. —¿Por qué luce tan enojado?
Carcajeó por lo bajo. —No, ¡no! No estoy enojado, estoy furioso, estoy indignado de que no me lo hayas reportado.
Elevó una ceja, con una sonrisa asomándose disimuladamente. —No me pareció importante.
—Si amenaza contra tu seguridad, para mí lo es.
Paró de esconder la sonrisa. —Comprendo que Lavrov no cuenta con todos los jugadores del equipo, evidentemente— bromeó, igualando su prosa diplomática, Charlie sonrió.
—¿Cómo vas con el trabajo? — dijo y entonces el mismo hombre que trajo el vino, dejó frente a ellos un plato con una decorada comida en él. Alice volvió a fruncir el ceño.
—¿Qué es esto?
—Una cena, claro— Alice tomó los cubiertos de metal y probó la carne, pudo sentir el parmesano en él. —Lamento que no sea de tu altura, pero no puedo arriesgarme a que nos vean juntos.
El estómago de Alice se retrajo, ignoró lo último de sus palabras. —¿Mi altura?
La dentadura perfectamente alineada del hombre brilló. —Vales mucho más que una vulgar cena en mi bar. Me gustaría invitarte a un lugar más adecuado, próximamente.
Carcajeó, bebiendo de su copa. —¿Cuál es un lugar más adecuado?
—Dónde se celebre tu belleza.
—¿Y eso es lo único que soy? — increpó. —¿Bonita?
—Hermosa, en realidad, pero es ahí donde me gustaría concerté más en privacidad.
A lo largo de la cena la mueca animada de Alice no la abandonó en ningún momento, ni si quiera cuando el hombre mayor le sujetó la mano por encima de la mesa.
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Alice cubrió su rostro con ambas manos cuando se detuvo frente al jardín de su casa. Sosteniéndose de la Yamaha negra, Alice había conducido con sus botas de un tacón bajo, e igualmente le había resultado cómodo; aquél era el mejor regalo que le habían hecho.
Miró el casco que Charlie Green había seleccionado para ella, era de un negro opaco y el visor estaba teñido de un rosa cálido.
Alice consideraba a Charlie un auténtico caballero, incluso con la parcela tenebrosa y dramática que llevaba en su trabajo, tenía una personalidad elegante y refinada, una forma de desenvolverse fácilmente tan diplomática como un político. No había vuelto a sentirte amenazada por él, incluso había disfrutado de su compañía y de los elogios con los que intentaba seducirla.
Alice se preguntó cómo sería una verdadera cita con el caballero. Se encontró a sí misma anhelándolo.
—¿De dónde sacaste eso? —Jason Roselline se hizo presente bajo una rasposa voz debido a años de cigarrillos. Alice lo observó con adoración y devoción.
Jason vestía uno de sus trajes pardos, grueso y cálido. Alice lo comparó con el del Señor Green. Alice se acercó a él, enredando el casco en su antebrazo. —Estás muy arreglado— enderezó el nudo de su corbata verde, mientras le sonreía; los ojos de Jason brillaron.
—No te quedas atrás— bromeó mientras volvía a recortarse sobre el marco de la gran puerta de madera. —¿Y la moto?
Alice pensó por varios segundos qué responderle a su padre. Recordó que la razón por la que había vuelto a vivir con él, luego de cumplir la suficiente edad para elegir, era porque su padre nunca le mentía. Incluso si la verdad era demasiada dolora, demasiado para que ella pueda afrontarla.
Alice había dejado de decir la verdad; se había vuelto en una mentirosa.
—El señor Green me la regaló.
—Ese hombre no da nada gratis, Alice— cerró los ojos con fuerzas, pasando la mano que contenía un cigarrillo sobre su cabello peinado hacia atrás, las canas se percibían por los costados de su cabeza.
—Papá, nada mala está pasando— intentó tranquilizarlo. —No-no me trata mal ni nada. Cuando Roy trabaje para él, ya todo terminará.
Jason bufó, llevó el cigarrillo a sus labios. —Alice, desde chica que no te digo qué hacer...pero me gustaría que te manejes con cuidado con ellos. Con ambos.
—Lo estoy haciendo— sonrió, luego recordó las veces que se sintió enferma junto a Lavrov, frunció el ceño y su padre no lo dejó escapar.
—De todas formas, yo siempre estoy con un ojo sobre ti, Alice.
—Por supuesto. ¿A dónde vas tan arreglado? — Alice intuyó que sabía el porqué del traje, pero no el porqué de tanto perfume caro.
—Me asignaron un caso nuevo, estuve todo el día trabajando en él y ahora viene el trabajo de campo— informó arrojando la colilla del cigarrillo al césped, Alice lo regañó. —Estaré fuera un par de días. ¿Te cuidaras?
—Siempre— volvió a regalarle una sonrisa aniñada y compradora.
—Nada de mafiosos en la casa— la señaló mientras se alejaba hacia su Ford Focus gris. Alice se despidió con la mano.
Alice gozaba de cuando su padre trabajaba, incluso si no recibiera el crédito que merecía. Gozaba de verlo sobrio y alejado de los casinos y las apuestas –también de Charlie Green.
Sonrío al imaginar que aquella cantidad notoria de perfume se debía a una mujer. Volvió a caminar hacía la bestia aparcada frente a su casa, y la guardó en el garaje de la casa.
Las cosas comenzaban a florecer para Alice Roselline.
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Bueno sé que es un capitulo cortito y tal vez aburrido pero quería que conozcan un poco más la relación de Ally y su papá, y obvio también con el increíble señor Green.
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No puedo enamorarme (de ti) - CANCELADA
Action«Roy sólo amaba dos cosas en su desastrosa vida; los autos rápidos y a ella.» «Cuando el amor termina; la locura comienza»