Cepilló y escupió la sangre que se amontonó entre sus encías. Limpió cada hueco de su boca hasta que el sabor del dentífrico le provocó nauseas. A través del espejó verificó que la puerta de su baño estuviera trancada, mientras se esforzaba en ignorar los sonidos en los movimientos de Lucy en la cocina.
Hundió su cabeza bajo el grifo del lavamos, sintiendo como el flequillo le goteaba por la nariz.
Las palabras de Lucy aún resonaban por su cabeza. Las imágenes de la muerte de Elena todavía se reproducían en cabeza. Sentada en una silla, inocente y bonita, y de un momento a otro, no era nada. Sólo un cuerpo ensuciando el suelo.
Vomitó otra vez sobre el lavamanos y cuando volvió a observarse en el espejo rajado, se notó pálido –casi gris- y desahuciado.
Volvió a limpiarse la boca hasta que escupió sangre.
Debía ir al hospital, permanecer junto a Babyface. Pero incluso él tenía otra persona con la que contar. Mientras Roy iba perdiendo poco a poco todo lo que le quedaba.
Y lo que más odiaba, sobre todas las cosas, es que Lucy tenía razón. En todo.
Salió del baño hacia su habitación, sentándose en la cama con la vista en la mesita de noche. Bien sabía que cosas guardaba ahí –aun. En el fondo del primer cajón, entre un montón de boberías que se encontraban allí, una pequeña bolsita de plástico que aún guardaba un poco de polvo blanco.
Escondió su rostro entre sus manos. No podía hacerlo. Le había prometido a Alice no volver a hacerlo; intentar no hacerlo. «Pero ella ni siquiera estaba aquí para verme fracasar»
Decidido, se cambió de ropa lo más aprisa que pudo; quedándose con una simple camiseta y unos pantalones deportivos. Salió corriendo de su habitación, evitando encontrarse con Lucy en su paso por la cocina.
—¿¡A dónde vas Roy!? — espetó Lucy mientras lo veía estrellar la puerta de un portazo.
Roy recorrió las escaleras hacia arriba, anulando cualquier pensamiento sobre Alice o sobre Lucy.
Golpeó la puerta por donde la había visto desaparecer una vez.
May salió con el cabello rosado aún en una trenza desordenada, sus mejillas se sonrojaron y le sonrió sincera.
—¿Te olvidaste algo?
Roy asintió antes de dar un paso más, tomarla por el cuello y besarla.
La muchacha se colgó de su cuello en un abrazo, cuando pudo salir de la sorpresa.
—Creo que me pondré este vestido más seguido— contestó a centímetros de su boca.
—No te servirá de mucho ahora— le contestó de la misma manera, con una mano en su cintura baja, y llevándola hacia el interior de su casa.
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—¡Ay, cariño, déjame que yo llevo eso! — exclamó su amiga mientras alcanzaba a sacarle el montón de ropa que tenía en sus manos. —Yo termino de ordenar. Tú recuéstate y vuélveme a contar todo.
Blair perseguía a Ally de una esquina de su casa a la otra, asistiéndola en cualquier mínima necesidad.
Habían pasado tres días desde el accidente de Babyface y desde que su familia –incluida Blair- se había enterado, no la habían vuelto a dejar sola. Blair le había preguntado sobre el relato del accidente al menos tres veces y en su mirada podía notar que estaba desesperada por volver a ver el al boxeador.
Cada vez que debía explicar lo que había sucedido en esa carretera, se le apretaba el cuello y las náuseas crecían.
Si se perdía en sus pensamientos, que pasaba seguido, podía ver las luces del auto desconocido encimarse hasta ella. En sus peores pesadillas, era Baby quien había quedado consciente y llevaba un cuerpo ya muerto al hospital.
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No puedo enamorarme (de ti) - CANCELADA
Aksi«Roy sólo amaba dos cosas en su desastrosa vida; los autos rápidos y a ella.» «Cuando el amor termina; la locura comienza»