«24» Cicatrices.

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Cuando Alice se despertó aquella tarde no fue capaz de enderezarse con eficacia, al observar sus manos las notó brillosas y grasientas, con una mueca disgustada se limpió en su camiseta.

Tuvo que sostener su cabeza mientras caminaba hacia el baño de su habitación. La luz de éste logró cegarla por unos instantes, Alice debió esforzarse para que los recuerdes de la noche anterior, que la abordaban dramáticamente, no la avergonzaran hasta causarle dolor de cabeza.

Se remojó la cara, al volver hacia su habitación llevó una mano a su pecho. Retuvo un grito.

16.48 decía el despertador sobre la mesita de luz. Junto a un cuerpo inerte sobre la cama.

Alice se acercó al inmenso tatuaje en una espalda con músculos relajados. Deslizó sus dedos gélidos sobre la penumbra entre la piel pálida de Lavrov y la tinta del tatuaje, arrastro el contacto entre ambas texturas sintiendo leves relieves entre trazos. Pero se detuvo.

Justo donde una mancha grande y opaca dibuja donde se alojaban los ojos un relieve inusual pasaba desapercibido. Alice se acercó para poder verificar realmente qué era lo que estaba tocando. Notó una cicatriz del mismo grosor dentro de la otra mancha tatuada.

Comprendió que el tatuaje estaba diseñado de una forma estratégica para ocultar aquellos relieves.

El cuerpo de Roy se estremeció en un escalofrío cuando un dedo de Alice rozó su cintura baja. —¿Tengo forma de escapar de esa pregunta?

Alice sonrió ante la voz ronca. Se acostó sobre lo largo de su cuerpo, dejando besos secos sobre aquello que había descubierto.

—Tienes el beneficio del silencio sólo por cómo te traté ayer— murmuró dejando la mejilla sobre la espalda del corredor.

Hábilmente Roy logró voltearse, conservando su cercanía con la chica. Alice admiró su sonrisa perlada, disfrutando del bulto entre ambos. —Sí. Eres un poco dramática, ¿sabes?

Perdió sus dedos en los cabellos enredados y rebeldes.

Alice frunció el ceño, mordiendo su labio inferior. —Fui muy mimada de chiquita— confesó, algo que tanto Roy como sus amigos, habían notado al instante de conocerla.

—¿En serio? —Las manos de Roy descendieron por su cuerpo hasta aferrarse de su trasero, y elevarla. Alice reprimió su risa. —Pensé que sólo era otro rasgo de tu gran personalidad.

Alice se alineó sobre su regazo, probando un lastimero gemido en el corredor. Se acercó para besarlo lentamente, dejando que las manos tatuadas marcaran el ritmo entre ambos cuerpos. Le mordió el labio inferior y tiró de él.

Cuando Alice se separó, Roy se detuvo. Lamió el brillo de sus labios. —Me las hizo mi papá.

Pestañó, recordando la conversación entre ambos. —¿Por qué?

Alice apoyó ambas manos sobre su pecho, dejando descansar su cabeza, observó como la sonrisa desaparecía hasta convertirse en extremos rígidos y falsos. —Él quería que fuera un tipo duro.

Debería seguir preguntando, pensó. Debería conseguirlo para el señor Green. Pero entonces todo se confesaba demasiado intimo como para involucrar a Charlie. Aquél momento les pertenecía sólo a ellos, y Alice deseó congelarse en esa cama junto al chico tatuado.

Intentó aligerar el peso en los ojos grises. —¿Lo logró?

Roy rió suave. —Tú dime.

Alice sostuvo su rostro en su puño cerrado haciendo una presión con su codo en el pecho de Lavrov. —En mi opinión...— fingió pensar. —Sólo eres un chico rudo por fuera, por dentro todos sabemos que eres un caramelito.

No puedo enamorarme (de ti) - CANCELADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora