«13» Ruidosa.

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«Nos vemos? bestia» había vibrado el aparato entre sus manos, lo sujetó con fuerza, acercándolo a su boca.

Al mirar por la ventana polarizada de aquél auto observó lo gris del día, notó –con una sonrisa- como una de las únicas nubes que estaban despejadas, la forma de un tiburón.

Tal recuerdo la rememoró a su infancia, cuando sus padres aún vivían juntos y la llevaban a la plaza de su barrio para observar nubes. La alargada forma que representaba el cuerpo del tiburón se escapaba de un océano de nubes. Tiburón.

Alice recordó a Roy Lavrov. Volvió a dejar su mirada sobre el celular. «Estoy ocupada»

Cuando Ally despertó por la mañana ese martes no podía haberse imaginado el mensaje que recibiría, informándole de que un hombre de traje barato la estaría esperando en la esquina de su casa, con un auto aguardando para llevarla a la mansión de Charlie Green.

Volvió a observarlo desde los asientos de atrás, tenía el cabello canoso y un bigote poblado. No se había molestado en presentarse ante ella, mucho menos dirigirle la palabra durante la larga espera dentro del auto. Alice llevaba sus auriculares puestos, para no tener que escuchar la radio deportiva del conductor.

Enterraba con fuerza y nerviosismo sus uñas sobre la palma de sus manos. Pocas cosas podían ponerla tan enferma bascoso y nauseabunda como encontrarse a solas con Charlie Green.

Entonces volvió a viajar hacia la imagen rebelde y reservada chico mecánico. Alice se descubrió sintiéndose más segura bajo la presencia de Roy Lavrov.

Aunque aquello era muy fácil de cambiar.

Volvió a reconectarse con la realidad cuando el conductor del auto negro tosió, al levantar la mirada, Alice retuvo la respiración.

Entonces, había comprendido por qué la prolongada trayectoria desde su casa hasta el lugar donde Charlie Green la había citado.

Se encontraba en medio de un extenso bosque, la carretera por la que habían llegado se perdía entre los pinos que se elevaban por las alturas. Alice se bajó del auto lentamente, observando la casa minimalista de madera que se encontraba frente a ella, con ventanales que ocupan por poco toda la longitud de la pared. Detrás de la casa se podía divisar una opulenta laguna.

—Adelante— escuchó la voz del hombre del bigote plateado.

Todavía nerviosa y con la respiración irregular, Alice comenzó a caminar sobre el camino de piedras, adentrándose al terreno de la pomposa casa. El hombre que caminaba detrás de ella, envuelto en un paso firme y seguro, a pesar de la edad que aparentaba, le abrió la gran puerta cuando percibió que Alice no se atrevería a hacerlo por sí misma.

Se avergonzó al momento de percatarse de su forma de respirar. Inhalaba, deleitada, el aroma masculino que abordaba la casa. Mezclado con árboles, menta y metal.

Alice quedó estática en el centro del living, conformado por un vasto sillón marrón en forma de "L", frente a él una mesa ratona del mismo material del hogar, unos grandes ventanales revelaban la laguna que había notado anteriormente con una gran chimenea en medio.

Pero su pequeña examinación visual de la residencia fue interrumpida cuando un horrible sonido provocó que Alice llevara sus manos a su pecho, cerrando los ojos con fuerza, comenzó a voltearse lentamente hacia el lugar de donde provenía tan horrible sonido.

—Por dios— susurró la castaña, con su voz colgada de un hilo. —Me cago en la puta-

Frente a ella, parado sobre sus cuatro patas y reluciendo su temible dentadura, un increíblemente colosal pitbull la amenaza con un prepotente gruñido.

No puedo enamorarme (de ti) - CANCELADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora