«12» Cinco minutos

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Alice Roselline estaba bastante segura de que podrían ser más de las tres y media de la mañana, mientras todavía viajaba en la parte trasera del BMW. Por la radio sonaba una música ligera que acompañaba la tensa situación.

No hacía más de veinte minutos que la joven había observado como un descontrolado, casi imparable, Roy Lavrov destruía el rostro de un contrincante en el Atracón.

Ahora con su cuerpo recostado sobre los asientos traseros y su cabeza apoyada sobre las desnudas piernas de Blair, mientras le proporcionaba caricias en su cabello.

Las lágrimas aún goteaban silenciosamente por el rostro aniñado de la chica. Sorbía de vez en cuando de su nariz y su labio inferior temblaba.

Los esbeltos ojos celestes de Babyface la observaban mediante el espejo retrovisor, inclinándose un poco. Luego, su mirada se conectaba con la de su mejor amiga y compartían una silenciosa conversación.

Suponían que Roy Lavrov había metido seriamente la pata.

Masticando su labio inferior, algo nervioso, Baby pensó que si dejaba que las muchachas se fueran a sus respectivas casas... las perderían para siempre. Posiblemente, Blair, volviera muy a regañadientes a aquel mundo donde él y su mejor amigo estaban atrapados. Pero, Alice Roselline, parecía un caso aparte.

Dobló en la esquina conocida y se detuvo frente al gran edificio de ladrillos rojos.

—¿Qué hacemos acá? — Blair observaba por la ventana al mismo tiempo que Alice se enderezaba, sorbiendo por su nariz.

—Lo mejor será que nos quedemos todos juntos...— aclaró Jess—al menos, por esta noche.

—Yo quiero ir a mi casa— intervino las castaña con su voz trémula.

—Chica, estamos todos un poco alterados— Jess intentó tranquilizar a las chicas, volteándose en su asiento. —Entramos, tomamos un café o un té, dormimos un poco y mañana a primera hora las dejamos a cada una en su casa o en cualquier lugar que quieran— dijo melódica.

Blair detuvo si mirada varios instantes sobre Alice. Asintió silenciosa.

Las cuatro personas se bajaron del BMW y se adentraron al edificio. Dentro del ascensor, Baby dejó que sus reconfortantes brazos rodearan el cuerpo de Blair, mientras que Jess deslizaba sus manos tatuadas por la piel pálida de Ally.

Las guiaron por un pasillo repleto de puertas hasta llegar a una blanca con el 4D en el centro.

Entraron a un pequeño departamento. Alice recorrió su curiosa mirada por las paredes beige, decoradas con cuadros musicales, como el típico triángulo de Pink Floyd o Bob Marley de perfil junto a un león, incluso había varias fotografías, un sillón negro de cuero, una gran televisión frente a él, separados por una mesita de café con un sinfín de cosas sobre ella, una pequeña mesa con cuatro cillas, una barra americana que separaba el living con la cocina y un pasillo más alejado con tres puertas.

El departamento claramente pertenecía a un hombre, estaba ligeramente desordenado pero lo que hizo que fuera evidente para Alice, era la fragancia masculina que invadía el lugar. La misma que casi siempre rodeaba el cuerpo musculoso de Babyface.

Ally, sintiendo que su cuerpo aún tenía pequeños temblores se sentó en uno de los taburetes, con sus hombros caídos y el cabello como una cortina, ocultado su rostro.

Jess la seguía de cerca, con una sonrisa amistosa, amable. Alice intentó devolverle el mismo gesto. Agradecía la presencia de la morocha. Bell la miraba como a una hermana menor o como si se conocieran desde hace siglos, aquello reconfortaba a Ally de una manera muy grata. A Alice Roselline le gustaba mucho Jess Bell.

No puedo enamorarme (de ti) - CANCELADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora