«26» The red label

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Alice había alisado su cabello hasta que ningún rizo había quedado en evidencia. Lucía sus botas altas hasta las rodillas, con una falda a cuadrillé y un suéter claro.

Mantenía las piernas cruzas y la espalda recta, observando los diferentes hombres acomodas las mesas alrededor de los tubos metálicos; comenzaba a sentirse extraña siendo una chica en ese lugar.

La etiqueta roja, el bar donde Charlie Green llevaba a cabo la mayoría de sus negocios más importantes resplandecía bajo unas luces completamente diferentes a las del Arrabal.

Vibró cuando una mano se detuvo sobre su espalda baja, estaba sentada en una de las banquetas altas de la desocupada barra de tragos.

—Alice— oyó una voz melodiosa. —Estás hermosa.

Sonrió ante los ojos claros del hombre en un traje de tres piezas, inhaló fuerte para no morderse el labio.

—Buenas tardes, señor Green— coqueteó.

Charlie se sentó a su lado, sin dejar de observarla minuciosamente. —Eres toda una obra de arte— cantó para luego acariciar un mechón de cabello más claro que el resto.

—¿Por qué quería verme? — preguntó todavía sin bajar la guardia.

—Turner me dijo que tuviste un problemita con Lavrov— acarició su barbilla, con una mirada escrutadora. —¿Puede ser que incluyera algunas drogas?

Alice sonrió, intentando ocultar sus nervios; le alcanzaba con que un hombre pensara que era una niña impulsiva, no creía que el señor Green debería ser otro.

—Para nada — comentó, se había prometido ocultarle al señor Green la debilidad de Lavrov por ciertas sustancias.

—¿Y por qué se fueron en medio de una pelea del nenito ese?

—Se llama Baby— dijo atrevida.

—Perdona— respondió divertido, sin un atisbo de arrepentimiento. —No quería ofender a tu amiguito. Pero responde, entonces, ¿Por qué se fueron tan rápido?

Alice sonrió maliciosa. —Nos fuimos a coger, ¿Qué tanto?

La sonrisa brillante y segura que tenía Charlie Green se perdió un poco por la sorpresa de su respuesta, sin embargo, no lo suficiente como para mostrar debilidad. Alice arqueó una ceja, satisfecha.

—Ah...Qué peculiar— dijo apócrifo. —¿Y cómo estuvo?

—¿Disculpa? — preguntó con una mano en el pecho, sorprendida.

—No tienes que disculparte, Alice. Sé que eres muy aplicada en tu trabajo— repuso, volteando el sentido de la conversación.

Abrió la boca para hablar, pero antes tomó una amplia bocanada de aire. —Estuvo muy bien, señor Green— contestó y sintió la marca de un beso de Lavrov en la nuca; apartó la mirada. —Estuvo excelente, en realidad.

Soltó una carcajada ocurrente. —Sí, bueno, cuando no se tiene mucha experiencia podemos alagar cualquier situación.

—¿Me llamó inexperta? — dijo arqueando una ceja.

Llevó una mano adornada con anillos dorados a su pecho. —No fue mi intención ofenderla, señorita Roselline. Por su contrario, considero que puede elevar un poco su parámetro de...excelencia.

—¿Usted se ofrece de maestro?

Sonrió aún más, con la lengua entre los dientes. —Si usted me lo pide, aceptaré la responsabilidad con gusto.

No puedo enamorarme (de ti) - CANCELADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora