«36-2» Circo

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Podría asegurar que llevaba veinte minutos despierta. Despierta, sentada sobre la cama, envuelta con las sábanas más suaves y sugestivas en las que se había enredado nunca. Las acariciaba inconsciente, mientras veía el resplendente día por los enormes ventanales victorianos.

Los hielos de la cubitera que debían enfriar un champagne que nunca había visto se habían derretido. Tampoco había notado los chocolates que se habían perdido entre la ropa que le había arrancado a Charlie Green.

«Oh, el señor Green». Ahí estaba a su lado, descansando boca abajo, su espalda subía y bajaba lentamente y era la primera vez que lo veía despeinado, debía aceptar que le encantaba.

Volvió a observar la habitación cargada de ostentaciones, por cada esquina había un nuevo artilugio que presumiera la ocupación económica de su propietario. Alice no podía parar de imaginarse toda una vida como tal; rodeada de lujos, casas bellísimas, fiestas caras, vestidos largos y de sedas, y lo que más la enloquecía, la atención de Charlie Green.

Que importara lo que podría pasarle a Roy comparado con una vida así. No podía evitar pensarlo. «Que no sea codicioso» pensaba. «Él es un asesino»

Roy había decidido sobre la vida de otra persona, no podía vivir en un mundo donde esperara que el karma no actuara sobre él. Y si Alice debía ser quién le enseñara esa lección, lo haría. Incluso si Charlie la había librado de tener que seducirlo, ya no se sentía culpable por su futuro.

Ahora sólo le importaba el de ella.

—Tus pensamientos me despertaron— dijo Charlie, a quien no había oído despertarse. Alice sonrió y se encogió de hombros mientras sentía una de sus manos subir por su espalda desnuda. —¿Qué es lo que te angustia ahora?

Se volteó para observarlo, estaba mucho más radiante de lo que solía serlo. Alice se acreditó esa felicidad a su presencia, le sonrió aún más.

—No te preocupes, no es nada malo— se acostó sobre su pecho y Charlie le besó la frente. —Sólo apreciaba lo bonito de esta habitación.

Charlie pasó una rápida mirada a su alrededor, hizo una mueca de desinterés y volvió a mirarla. — He estado en mejores, pero como he avisado que pasaríamos la noche aquí demasiado tarde, las mejores se agotaron.

—Para mí es grandiosa. Me encantaría quedarme a vivir acá.

El hombre soltó una pequeña risita mientras se levantaba completamente desnudo. —No pensé que fueras de las que les gusta lo vintage— dijo con cierta sorna. —Pensabas que eras más contemporánea, pero debía imaginármelo... toda tú grita "Soy fanática de Disney y tendré tres niñas cuando me case"

Abrió la boca, sorprendía, mientras lo veía cambiarse. —¿Perdón? Tu casa es una enorme cabaña y me dices a mí poco contemporánea.

Lo vio sonreír negando mientras comenzaba a abrocharse una de las camisas que había dentro de los bolsos de viaje. Alice gateó sobre el colchón hasta arrodillarse frente a él, quedando a su altura.

Aún envuelta entre las sabanas rosadas, Charlie la observaba como si estuviera cubierta por chocolate. Lo observó con una ceja arqueada mientras terminaba de abotonar la camisa.

—Y para tu información... no me interesa tener hijos— sintió como le deslizaba suavemente la sabana de su cuerpo. —Me conformaré con trabajar con ellos.

—Es una pena— susurró. —Porque a mí sí me encantaría tener hijos.

La tomó firme por la cintura mientras la besaba con carió, Alice no intentó resistirse. Volvió a quedar recostada sobre la cama con un cuerpo vestido sobre ella. Tan enredados como lo habían estado la noche anterior, la ropa se sentía casi como un enemigo.

No puedo enamorarme (de ti) - CANCELADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora