03. Sufrimiento.

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— ¿Quienes son ustedes y que hago aquí?— Jane soltó sus primeras palabras en ese apestoso lugar. Buscaba con su mirada desesperadamente alguna señal, algún indicio, algo que le diera a entender si era día, o noche. O si las siluetas que la rodeaban eran personas, o bestias.

Uno de los cuatro sujetos que se encontraba en la otra esquina del cuarto se apresuró hasta llegar a ella para tomarla fiermemente de la nuca haciéndola gritar de miedo.

— No vuelvas a pronunciar una maldita palabra más, ¿entiendes?, aquí no hablas hasta que te lo pidan. — la soltó bruscamente y entonces le dedicó una sonrisa. ¿Quién en sus cinco sentidos sería capaz de tratar a alguien así?, al parecer, aquellas bestias la odiaban, y no entendía por que.

El corazón de Jane parecía no querer ceder antes las peticiones de esta para calmar su ritmo cardiaco, y es que todo había ocurrido tan rápido que no comprendía nada, hace algunas horas estaba siendo dejada en la puerta de su casa por Liam, su novio, y ahora estaba allí, en una habitación con cuatro sujetos que en cualquier momento perdían la compostura y el poco sentido común que les quedaba luego de varios vasos de un fuerte trago.

— ¿Que crees que hará Elliot cuando la vea?— comentó uno de los chicos mientras no despegaba la mirada del piso. A simple vista Jane pensó que era el menor de todos allí.

— Tendrá suerte si sobrevive esta noche.

Y eso fue el principio de la nada, su vista se nublo y no supo a que aferrarse. Ellos iban a matarla.

No volvió a abrir sus ojos en lo que pareció unas largas horas. Y al hacerlo, una chispa de decepción se apodero de ella, quería creer que era un sueño, quería abrir sus ojos y ver el rostro de su padre acariciándole la mejilla, o haciéndola reír con aquellos chistes sin gracia. Pero no era así, ella seguía allí, temblando y con unas enormes ganas de romper en llanto, pero no podía, no podía pensar en nada más que no fuera salir de ese apestoso lugar. Intento levantarse, y fue ahí, cuando se dio cuenta de que su tobillo estaba amarrado a una cadena lo suficientemente larga y fuerte como para no tener la estúpida idea de intentar soltarse, pero...justamente eso fue lo que hizo.
Desesperada por salir de aquel lugar comenzó a tirar de aquella cadena,  Jane estaba consciente, ella sabía que no lo lograría, pero la mataba el hecho de saber que quizá jamás saldría de ese lugar nuevamente, al menos no con vida. Al tirar de su tobillo podía sentir la presión en este, pero sus deseos de liberarse eran tan grandes que continuo forcejeando, sintió movimiento, unos pasos, unos pasos comenzaban a subir las escaleras, era su fin, la matarían. Las lágrimas comenzaron a salir de forma instantánea, la presión en su pecho no la dejaba respirar de forma correcta y sus dedos parecían no coordinarse a la hora de tirar de la cadena, continuo, no iba a detenerse, quizo soltar un grito de dolor pero lo retuvo segundos antes. La puerta se abrió de golpe y entonces, Jane lo dejó escapar, cayó al piso sin un medio de soporte y se golpeo la mejilla. Su pie ardía, ardía muchísimo y sólo su grito de dolor hacía resonar la habitación.

¿Pero...que has hecho maldita sea ?— sintió la ronca voz de un hombre hablarle. La habitación se iluminó, pero ella no prestó atención. Algo había pasado, no se había liberado, de eso estaba segura.

— ¡Mierda, estúpida niñata, Elliot, trae tu culo acá arriba ahora!— Jane no podía distinguir el sentido de las palabras, apenas y las podía conjugar para poder entender la oración. Tenía calor, su frente sudaba y estaba segura de que su rostro estaba rojo de tanto forcejeo.

— ¿Que pasa, por qué gritas?— un muchacho alto entro en la habitación corriendo, se acercó a Jane a paso rápido y le observo el pie, primero suspiró, luego la miró, y entonces, negó con su cabeza.

— ¿Se puede saber que mierda has hecho?, acabas de romperte el tobillo, niñata.se puso en cunclillas de modo que quedó frente a ella.

— Sácame de aquí..— murmuró Jane jadeante, nunca había sentido tanto dolor en su vida, sentía aquel pie muerto y en ese instante la imagen de sus huesos quebrados bajo su piel se le vino a la mente, no quiso mirar. Se aferró de la playera del muchacho y enterró sus uñas sobre su clavícula en una manera desesperada de ayuda, el chico se levanto de golpe e hizo una mueca de dolor.

— Haces eso de nuevo y te arranco la mano de un tiro.— le espetó escupiendo las palabras.

Libérame.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora