09. Recuerdos.

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Jane ya no podía más, su cuerpo no le respondía y su mente parecía estar viajando fuera de su alcance. Su cuerpo olía terriblemente mal y su cabello estaba graso. Su estómago aún no era alimentado y se sentía inútil con aquel pie enyesado. Pensó que ese sería su final, que nadie la encontraría y moriría siendo torturada por un grupo de imbéciles. Mientras miraba el techo de la habitación recordó sus momentos anteriores a estos, recordó a su novio, Liam. ¿Estaría tan desesperado como su padre?;de seguro que sí. Recordó aquella vez en que se perdió en el centro comercial y él se subió a la tarima en donde cinco chicos estaban cantando. Arranco el micrófono de uno de ellos y a todo pulmón grito su nombre, no sin antes dar el punto exacto de su posición. ¿Lo bueno?, ambos se encontraron rápidamente. ¿Lo malo?, abuchearon a Liam hasta el estacionamiento.

 — Tonto..— sonrió mientras tocaba sus labios.

 Recordó cuando la abrazaba largas horas después de una pesadilla, o cuando cocinaron un delicioso queque quemado y se lo dieron de comer a su pequeño hermano. Liam era perfecto para ella, la entendía, la mimaba, la hacía sentir única y especial, sobretodo especial. Sus besos no eran pagados ni con todo el oro del mundo.

 — Te quiero..— susurró. Imaginó el rostro moreno frente a ella y el cabello oscuro resaltándole la mirada. Aquella mirada que la había enamorado en la cafetería de su escuela tres años atrás. Imaginó sus brazos elevándola del piso y apretándola contra su pecho. Los imagino a ambos en su habitación, amándose como siempre lo hacían. A ella le encantaba la manera en que la miraba cuando hacían el amor, o cuando susurraba palabras en medio de la pasión. Jane reprimió las lágrimas mientras cerraba sus ojos y encontraba los de él. Su mirada oscura y sus cejas gruesas la esperaban del otro lado de la habitación. Imaginó observándola, desnudándola con la mirada mientras se unían en un profundo y apasionado beso desesperado. Recorrió su imaginario rostro con la mano entre la oscuridad, y acaricio la pequeña barba con la que siempre solía andar. Sonrió. Recordó aquella vez en donde sus labios dejaron escapar la palabra 'Hermosa' mientras que de sus ojos el amor brotaba. Nadie en el mundo la iba a tratar como él lo hacía, nadie en el mundo la haría sentir como el lo hacía, nadie la amaría con tanta intensidad jamás.

Jane abrió sus ojos lentamente volviendo a la realidad, Liam todavía estaba ahí, observándola. Los orificios de su nariz se abrieron mientras que su barbilla comenzaba a temblar. Su corazón se hizo pequeño y de sus manos un sudor frío se apoderaba. La imagen se iba desvaneciendo al igual que sus recuerdos. Jane lo observo por última vez y entonces, se quedó inmóvil. No era su novio el que estaba ahí, si no que era él. Aquel muchacho que la había lastimado por segunda vez, aquel muchacho que la había arrebatado de su vida normal. Él estaba sonriendo, enseñando su hermosa dentadura. Sus manos estaban escondidas entre los bolsillos de sus tejanos, y su cabello estaba peinado a la perfección. Sus ojos claros la recorrían dulcemente en aquel rincón, y sus labios, sus labios la invitaban a probarlos, a sentirlos y explicarle el por qué de todo. Jane sacudió su cabeza torpemente y la imagen desapareció. Su ritmo cardiaco se había acelerado ante aquella aparición. Se quedó perpleja mirando la oscuridad.

 — Me estoy volviendo loca...tiene razón — musitó tomando su cabeza entre las manos.

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