— Jane, al baño. — Jane se levantó de mala gana y abrió la puerta. Marc la observaba, sonriente. Una actitud bastante rara en él o al menos que ella jamás había visto.
— ¿Estamos celebrando algo?, no es mi cumpleaños aún.— preguntó Jane sorprendida ante aquella extraña actitud.
— Estas muy cómica el día de hoy. — respondió pasando un brazo sobre su hombro. La condujo por el pasillo sin quitar la sonrisa de sus labios. Jane estaba tan extrañada que prefería mantener la distancia. Observó el piso de abajo y se sorprendió al ver a Elliot mirándola. Juntó sus cejas y siguió a Marc en silencio. Este traía una bolsa negra sujeta de su mano, una bolsa bastante...voluptuosa. Caminaron hasta el baño y se la entregó a Jane.
— Elliot ha elegido un par de cosas. Esta vez de tu talla, o eso cree. — se encogió de hombros y cerró la puerta frente a Jane. Esta alzó las cejas e hizo una mueca con sus labios.
— Bien...veamos que hay aquí. — abrió la bolsa con ambas manos y se sorprendió al ver la cantidad de ropa que había dentro. — ¿Qué? — frunció el ceño y tomó entre sus manos una playera bastante pequeña. Continúo revisando y se encontró con varias cosas además de ropa. Había una navaja de mujer, un cepillo de dientes, y lo que parecía ser un labial. Además de haber un espejo con puntas doradas, su mano tambaleo antes de tomarlo. Lo acerco a su rostro y luego de tanto tiempo, — porque en realidad ni siquiera sabía cuantas semanas o meses llevaba ahí — se miró. Recorrió su pómulo con su dedo índice e hizo una mueca de dolor. La hinchazón ya no estaba allí, pero si la marca de Nathan. Dejo todo sobre la bolsa y busco alguna toalla. Una muy pequeña estaba en el lavamanos, bastante húmeda. Suspiró y se despojó de la ropa que llevaba hace varios días. Puso un pie dentro de la ducha una vez más, y dio la llave. Al principio chilló al sentir el agua fría sobre sus piernas, pero luego disfruto de la nueva temperatura que había tomado. Lavó su cabello con abundante champú y luego depilo su cuerpo evitando mojar demasiado el yeso. Finalmente aplicó suavizante a su cabello y cerró la llave del agua. Tomó la pequeña toalla blanca y seco su rostro, y gran parte de su cuerpo. Rebuscó entre la bolsa algo de ropa íntima, y al encontrar un brasier de su talla, se emocionó. No era de encaje, y tampoco tenía figuras. Era blanco y al menos, sujetaba sus pechos. Se puso unas pantaletas que estaban aún con la etiqueta puesta. Tomo una playera gris que en su centro tenía escrita la palabra 'BAD'. Que apropiado, pensó. Y luego cogió un short color celeste con las puntas rasgadas y lo ubicó hasta sus caderas. ¿Cómo habrá conseguido mi talla?, Tomó el espejo entre sus manos y peino su cabello con las manos. Intentó buscar el labial que había visto pero ya no estaba. Mejor dicho, no lo encontraba. Cepillo sus dientes por largos minutos y mojó su rostro una vez más. Cogió la bolsa con fuerza y abrió la puerta. Marc estaba hablando con Elliot, al verla salir ambos se distanciaron y Elliot bajó la escalera. Marc caminó hasta ella y tomó la bolsa entre sus manos.
— Lamento no conseguirte unos zapatos, pero dudo que te hagan falta. — comentó observando sus pies. Jane solo lo miró y comenzó andar. Marc llegó a su lado y le abrió la puerta de la habitación. Un sujeto se encontraba adentro. El corazón de Jane comenzó a acelerarse, nunca lo había visto antes. Marc dejó la bolsa en el piso y puso una mano en el hombro de ella.
— Él es Anthony, ¿te acuerdas?, el médico. — susurró en su oído. Jane soltó un suspiro de alivio.
— ¡Hey! ¿Cómo estás? — preguntó al percatarse de la presencia de ambos.
— Pues ya ve, secuestrada. — respondió Jane. Al parecer eso no le hizo gracia a nadie. Marc apretó su mandíbula y Anthony sonrió incómodo. Pero ella si sonrío.
— Ven aquí. — le ordenó mientras sacaba una... ¿sierra?, Jane abrió sus ojos asustada y se sentó en el Puff como él le había indicado.
— No te asustes, es para quitar el yeso. — comentó mientras la conectaba a un enchufe. Saco unos lentes plásticos para ambos y Jane se los puso rápidamente. Encendió el aparato y el corazón le comenzó avisar de que estaba asustado. Jane cerró sus ojos mientras sentía su pierna vibrar. Aguantó las enormes ganas de abrirlos para ver que estaba pasando. Marc se había ido de la habitación y los había dejado solos. Su pierna vibro por varios minutos hasta que la sintió descansar. Abrió sus ojos. Anthony estaba sonriendo. Jane se sonrojó.
— Vamos a ver qué tanto ha progresado este tobillo. — le comunicó mientras quitaba el apestoso yeso y dejaba a la luz muchos vendajes. Jane se invocó al dios de todos los yesos para que por favor su pie haya sanado. No aguantaría más días con él. Anthony fue quitando las vendas una a una, hasta dejar el pie completamente despejado. Jane se sorprendió al verlo tan normal como siempre.
— Haz un circulo con tu pie, Jane, por favor. — al parecer todos ahí conocían su nombre. Esta asintió con la cabeza y comenzó a girar su pie lentamente, precavida. No había dolor. Hizo un par de ejercicios con el antes de que Anthony se despidiera, no sin antes decirle que tratara de caminar varios minutos en la habitación. Jane le dio las gracias y éste abandonó el cuarto, y momentos después, la casa. Jane se levantó del Puff y piso suavemente la madera. Comenzó a caminar y no sentía ninguna molestia. Era increíble. No sentirlo pesado e inútil era grandioso. Marc rápidamente entro en la habitación. Jane se giró para verlo, pero unos zapatos de planta lisa cubrían su rostro.
— ¿Qué es eso? — preguntó confundida.
— Mhh, bueno, si no me equivoco son zapatos, y se usan en los pies.. — se mofó. Jane los quitó de sus manos riendo y los deslizo por sus pies. Ignorando que le quedaban grandes por dos dedos, se sintió feliz.
— ¿Me vas a decir a que viene todo esto? — Jane miró la bolsa de ropa, y luego a Marc. Marc miró la bolsa de ropa, y luego a Jane.
— ¿La ropa? Ya te dije que la escogió Elliot. — se encogió de hombros. Jane rodó los ojos.
— Aparte de la ropa, Marc. El médico, la amabilidad, los zapatos, tu...sonrisa. — rio incrédula.
— Ya verás, no seas impaciente niña.— se cruzó de brazos. Jane lo miró, furiosa. — Elliot quiere hacer un tipo de "redención" contigo ¿Esta bien? — dijo redención haciendo comillas con sus dedos. Jane juntó sus cejas. ¿de qué está hablando?
— Aparte de locos, son terriblemente extraños.
— No diré otra cosa, sigueme y lo verás. — Jane odiaba muchísimo cuando las personas no iban directo al punto. Puso los ojos en blanco y siguió en silencio a Marc hasta la escalera. Nunca había bajado, y tampoco le apetecía hacerlo. Se detuvo afirmada del pasamano.
— ¿Qué pasa? — preguntó Marc, observándola tres peldaños más abajo.
— ¿A dónde me llevas?
— No puedo decirte, por favor, solo camina.
Jane respiró hondo y bajó las escaleras lentamente. Se aferró del brazo de Marc una vez estando abajo. No había gritos, ni llantos. ¿Qué diablos es todo esto?, miró a Marc confundida y éste solo se dignó a encaminarla hasta otro pasillo. Esto es un maldito laberinto. Continuaron caminando hasta que Marc se detuvo frente a una puerta. Era una puerta bastante aislada de las demás, y era la única en ese pasillo. Dudosa de entrar o no, lo miró para confirmarlo. Marc asintió con la cabeza y Jane giró de la perilla. Abrió la puerta lentamente y primero introdujo su cabeza. Luego de haber confirmado que no había nadie esperándola con un arma apuntandola, entro completamente. Había una alfombra, y una pequeña mesa de centro, con dos platos, dos vasos, y seis servicios, dos cucharas, dos tenedores, y dos cuchillos. Miró alrededor curiosa y entonces, se encontró con Elliot en una esquina.
Iba vestido de camisa negra y tejanos oscuros, con una media sonrisa, la recibió.
— No estoy entendiendo nada, ¿que es todo esto? — preguntó alzando sus cejas.
— Uhmm, bueno...¿una cena para dos? — sonrió acercándose a ella.
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