30. Tú y yo, juntos.

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Cuando Jane abrió sus ojos lo primero que vio fue a un chico de cabello oscuro a tan solo centímetros de ella. Su mirada era preocupante y su torso estaba completamente desnudo. De su cabello húmedo caían pequeñas gotas sobre su rostro. Solo el bóxer verde cubría su cuerpo. La miraba impaciente, e intranquilo. Una vez que vio que ella abría sus ojos. Soltó un suspiro.

— Creí que te había matado. — susurró mientras peinaba su cabello con los dedos, respirando de nuevo.

— Estuviste a punto, eres un enfermo. — le tiró una almohada sobre el rostro.

— ¿Te siente muy mal?. — preguntó acercándose a ella y sentándose a su lado, Jane solo intentaba concentrarse en mirar su rostro y nada mas que su rostro.

— Algo mareada. — respondió

— Te traeré un vaso de agua.— contestó Elliot poniéndose de pie y sintiendo algo de culpabilidad.

— No te preocupes, solo fue el susto. — apoyó su cuerpo al frío respaldo de la cama. Se quejó.

— ¿Crees que te sientas mejor si...te regalo un dulce beso?— alzó sus cejas mientras sonreía.

— ¿Qué?— juntó sus cejas confundida. Al ver como Elliot reía puso sus ojos en blanco. Estaba tomándole el pelo nuevamente. Negó con su cabeza mientras quitaba el cobertor de su cuerpo. Se levantó débilmente de la cama y caminó hasta el cuarto de baño. Abrió la puerta de este y se puso frente al espejo. Su aspecto era horrible.

— Admítelo, eso te gustaría . — Jane escupió la pequeñísima cantidad agua que había conseguido introducir en su boca. Lo miró unos segundos en silencio. Y luego, explotó en risas.

— Eres un caso perdido. — sonrió mientras negaba con la cabeza.

— ¿Te imaginas, tú y yo...juntos? — preguntó. Jane lo miró por el espejo del baño, sintiéndose de pronto mal nuevamente, mordió su labio inferior como acto de nerviosismo. ¿Se lo imaginaba?, claro que si se lo imaginaba.

— Lo único que puedo imaginarme en estos momentos, es a ti. En silencio. — mintió.

— Seríamos el mayor desastre natural que haya existido. — contesto Elliot pasando por su lado para coger la toalla, se la puso alrededor de la cintura y por debajo se quito los boxer tirándolos al piso.

— Si, probablemente si.. — respondió mientras lavaba su rostro una vez más. Que calor sentía nuevamente.

— Ni te imaginas cuantas ganas tengo de besarte. — soltó de pronto parándose en el marco de la puerta. Jane trago el agua.

— No estas hablando en serio, permiso.— respondió mientras cerraba el grifo y miró al piso intentando hacerse paso entre él.

— Como quieras, de todos modos nunca vas a creerme nada. — Elliot se encogió de hombros y le dio el paso para que pudiera caminar.

— Muchas gracias, lindo caballero.— Jane lo miró y pasó por su lado dejando un encantador aroma a...lavanda.

— Hueles bien . — sonrió. Como odiaba tener su sonrisa tan cerca. Jane subió su mirada y se encontró con sus delicados labios a metros de ella, de pronto, la mirada de sus labios y un mareado y revoltoso recuerdo vago viajó hasta su mente de manera inmediata.

— Marc te estaba buscando. — dijo rápidamente. Lo había olvidado por completo.

— ¿Marc?, ¿Para que?, ¿Qué quería?. — pregunto confundido.

— Hace mucho, no lo se, no me lo dijo.

— ¿No te dijo para qué? — se movió del marco de la puerta rápidamente y tomó una playera entre sus dedos. La bajó por su cabeza y la acomodo en su parte baja.

— Nope. — Jane negó con la cabeza y caminó hasta la cama arrastrando los pies. Dando pequeñas miradas furtivas de reojo.

— ¿Dónde deje mis pantalones? — murmuró mientras rascaba la parte trasera de su cabeza. Confundido.

— En el baño. — Jane respondió indiferente. Él solo la miró y se devolvió hasta el cuarto de baño para cambiar sus bóxers húmedos y poner sus pantalones en su lugar. Minutos después salió ya listo. Peinó su cabello con los dedos y puso perfume sobre su cuello, y posteriormente, torso.

— ¿Vas donde Marc? — preguntó tratando de sonar relajada. Aunque por dentro no fuera así. Se removió inquieta mientras lo veía ponerse las zapatillas negras. ¿Para qué se arregla tanto?, si solo va al piso de a bajo. ¿No?

— Eso espero. — respondió Elliot notando las intenciones de su preguntas.

— ¿Eso esperas? — alzó sus cejas involuntariamente.

— Puede que una sexy señorita se cruce en el camino, entonces la visita se retrasaría. — esbozó una sonrisa encantadora.

— Espero que algún día cojas una enfermedad de transmisión sexual. — pensó. En voz alta.

— ¿Qué dices? — rio mientras subía la mirada. Los colores se apoderaron del pálido rostro de Jane. Apretó sus labios para no dejar escapar algo estúpido, algo más estúpido que eso.

—No me hagas caso. — respondió mientras escondía su delgado cuerpo bajo el cobertor blanco. Cerró sus ojos y maldijo en silencio. ¿Alguna vez dije que soy la más grande estúpida que pisa este planeta?, ¿sí?, oh bueno, lo recalco. Se acostó sobre su lado derecho, con la mirada fija en la cama de Elliot. Era su primera noche en Francia. Su primera noche con él. En la misma habitación. Juntos. Estaba nerviosa, pero mucho más ansiosa de que él llegara. De que no se liara con ninguna chica en el camino, para que así volviera a la habitación. Aunque muchos centímetros los separaban, ella sabía que esa sería su primera noche juntos. Escucharía su respiración a mitad de la noche, lo vería despertarse al amanecer, y quejarse por tener que abrir los ojos. Sonrió. Esos pensamientos realmente le agradaban.

— Por favor, regresa cuando acabes. — suplicó mientras cerraba sus ojos. El hecho de imaginar aquella cama vacía durante toda la madrugada le aceleraba el corazón. Apretó sus ojos con fuerza.

— ¿De qué hablas Jane? — sintió peso sobre sus pies.

— Solo...vuelve.

— Solo iré donde Marc, estaré en menos de diez minutos aquí otra vez. — se estremeció al sentir una cálida mano moverle un mechón de cabello oscuro que cubría su nariz. El perfil de Jane ya estaba descubierto ante sus ojos.

— Espérame despierta, ¿bueno?, hay algo que tengo que decirte. — susurró en su oído y se levantó de la cama.

— Lo intentaré. — respondió seca. Cerró sus ojos nuevamente y sintió los pasos de él llegar hasta la puerta.

— Elliot...— dijo llamando su atención. El chico se volteó a mirarla.

— No tardes...

— Lo prometo. — respondió. Y aunque Jane no lo podía ver, estaba completamente segura de que él estaba sonriendo.

— Confió en ti.

— Quédate tranquila, por ahora solo hay un cuerpo que necesito.

— Suenas como un psicópata.— rió.

— Esa es la idea.

— Lo estas logrando.

— Genial. — se detuvo. — Solo por si te interesa, mis ojos están completamente configurados para no mirar a otras chicas.

— Claro, Elliot.

— Créeme, solo hay un cuerpo que está atormentando mi mente. — Jane sintió una almohada caerle en la cabeza.

— Suerte con eso. — rio avergonzada.

— La necesitaré. — la puerta se cerró tras él dejando a una solitaria chica sumergida en pensamientos

Libérame.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora