21. Inesperado.

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— Una cena para dos... — repitió Jane confundida, mirándolo a él, y luego a la mesa.

— Exacto. — sonrió Elliot, caminó rápidamente hasta ella y le hizo un gesto con su cabeza para que tomara asiento sobre la alfombra. Jane arrastró sus pies sobre el suave pelaje y se acomodó frente a un plato. Momentos después, Elliot se sentó frente a ella. Jane sonrió. Nerviosa.

— ¿Qué es esto Elliot?

— Ya te lo dije, una cena para dos. — respondió ¿nervioso?

Jane lo miró. No entendía nada, no sabía porque había decidido sentarse, ni porque había entrado en la habitación. Ahora de pronto se sentía confundida, abrumada y quería huir.

— Espero que tengas hambre...— comentó mientras dejaba un plato con Lasaña en la pequeña mesa.
Lasaña…Jane sintió su estómago revolviéndose, él sabia cual era su comida favorita, claro que si, la estudio durante meses, sabe todo acerca de ella, de pronto se sintió muy vulnerable, y es que en realidad nunca ha dejado de sentirse vulnerable en ese sitio, se preguntaba que más sabia Elliot acerca de ella y que desconocía.

— Claro, mucha. — mintió. Solo tenía ganas de vomitar. —  No me des tanto, o no podré salir por esa puerta luego. — bromeo esbozando una leve sonrisa. Nerviosa. Intentando salir de aquel silencio tan incomodo.

— Entonces no lo hagas. — respondió dejando una porción mas pequeña en su plato.— No te vayas.
— No entiendo a que te refieres. — si entendía. Jane se removió inquieta, tomo el tenedor entre sus dedos obligándose a si misma a comer.

— Yo creo que si entiendes, pero comamos, anda, debes recuperar peso. — le sirvió agua en uno de los vasos. Jane se estremeció. ¿Tan mal estaba?

— Elliot, por favor...— intentó permanecer con la voz firme. — Creo que deberí…— la interrumpió.

— Son varias veces que pronuncias mi nombre. Me gusta. — Jane arqueo las cejas. ¿Estaba borracho?

— Sabes, no quiero ser grosera, pero no se que hacemos aquí, y para ser sincera prefiero estar encerrada en mi habitación, no me apetece estar junto a ti. — se iba a levantar del piso, pero entonces la sujeto del dobladillo de su short. Jane sintió sus fríos dedos rozándole el muslo, sin intención, pero de todas formas ahí estaban.

— Jane, no te vayas, te explicaré todo una vez que terminemos de comer esto ¿si?.
Jane solo asintió, zafándose del los dedos de Elliot, se sentó a su lado, tomando nuevamente el tenedor entre sus dedos.

— Come antes de que se enfrié. — ordenó comiendo un trozo de lasaña. Jane lo imitó y lentamente ambos comenzaron la cena. Durante la comida sólo hubo silencio, Jane sentía como su corazón la amenazaba con salir corriendo de su posición. No entendía nada de lo que estaba pasando, apenas y podía digerir la comida, gracias al cielo había agua, ya que con aquello era menos doloroso tragar.

— ¿Quieres?, es exquisito...— pregunto Elliot enseñándole una botella de whisky.

— No gracias, yo no bebo.— mintió nuevamente. Elliot ya lo sabía, puesto que la pregunta ahora era una orden, lleno su vaso de whisky con 3 cubos de hielo y lo dejo entre sus manos. Jane miró el vaso. Lo habría preparado delante de sus ojos, ¿Por lo que es imposible que le hubiese echado algo, cierto?, Jane bebió un sorbo, luego otro, seguido de otro.

Después de varios minutos que parecían horas bebiendo y solo bebiendo whisky, Jane logró relajarse, después de todo, se dijo a si misma que si moriría envenenada, al menos ya habría terminado todo. Durante largos minutos se miraban en silencio, y durante otros largos minutos solo reían a carcajadas sin saber de que. Jane era pálida, demasiado pálida. Pero en estos momentos sentía sus mejillas como el mismo infierno. Elliot, la observa detalladamente mientras bebía despreocupado de su vaso, como si beber todos los días fuera parte de su rutina diaria.

Libérame.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora