38. Apodos.

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Jane abrió sus ojos de golpe. Miró a su alrededor y se dio cuenta de que estaba sola. La luz estaba encendida, y la televisión emitía un horrible sonido. Alcanzo el control remoto y la apago refunfuñando. Se sentó sobre las sabanas y refregó su rostro con ambas manos. Liam. Pensó. Acababa de soñar con él. En realidad, era más bien un recuerdo que un sueño. Pero había sido doloroso de todas formas. Se removió inquieta sobre sus piernas y se levantó, arrastrando sus pies descalzos sobre el frio piso flotante. Caminó en silencio hasta las ventanas a su izquierda, aparto las cortinas, y quito el seguro. Un amplio balcón se abrió ante sus ojos. La noche ya había caído sobre Niza, Francia. A pesar de llevar un par de noche allí, aún no había podido disfrutar de la hermosa ciudad en la que estaba. Llevo sus pies hacia adelante, caminando hasta apoyarse en los metálicos fierros dorados que protegían alguna caída desde ese piso. Miro hacia abajo. Realmente era muy alto. Alzó su vista, y se encontró con pequeñas esferas blancas adornar la ciudad. Las luces de las casas, hoteles, y puertos, hacían brillar la oscura noche. No hacía frio. Ni tampoco calor. Era un ambiente muy agradable. Suspiró aún confundida por lo que acaba de pasar. Liam era su novio, pero en cambio, ella estaba con Elliot. En algo que ni siquiera tenía nombre. De pronto se sentía frustrada y dolida. Estúpida, y egoísta. Gruñó exasperada mientras se obligaba a volver a la habitación antes de tirarse por el balcón y acabar con todo. Rodó los ojos.

Hey, ¿qué haces ahí tan tarde? — se congelo. Apretó sus labios con fuerza y respiro hondo. Repitió mil veces en su mente la palabra tranquila. Enderezo su espalda y se giró en sus talones. Elliot estaba parado en el marco de la enorme ventana. Mirándola. Sonriente. Su cabello iba peinado a la perfección, y los músculos tensados bajo su camiseta lo hacían ver jodidamente sexy. Caminó en silencio y trató de esquivarlo para pasar. En esos momentos, lo que menos necesitaba era hablar con él. Estaba demasiado furiosa consigo misma como para decir algo.

— No alcancé a Marc, y es increíble, no entiendo cómo consiguió marcharse tan rápido. Te prometo que lo llamaré y me disculparé, haré que vuelva, no te preocupes. — dejo caer su cálida mano sobre el hombro de Jane. Esta se sacudió levemente tratando de pasar a la habitación.

— ¿Ya comiste?, si quieres puedo llevarte algún lado. Conozco un sitio en donde se prepara un exquisito caldo de carne.  — sonrió. Jane negó vagamente con la cabeza y lo empujó para poder entrar en la habitación. Elliot la siguió.

— Venga, ¿Qué pasa ahora?, ¿es por lo de Marc?, juro que intente alcanzarlo…pero no sé cómo lo hizo. De pronto ya no habían rastros de él. Se encargó de devolver la habitación y sacar todas sus cosas de ahí, no lo hizo solo, lo dudo, todo fue muy rápido, quizás el… — Jane lo interrumpió bruscamente.

— Yo...necesito estar sola.

— Dime que tienes, quizás puedo hacer algo por ti. — se acercó a ella sonriendo. Jane se alejó rápidamente a la defensiva.

— Elliot, por favor, déjame tranquila algunos minutos. Siento que mi cabeza va a explotar.

— ¿Por qué estas así?, antes de irme estabas muy ilusionada con lo de Marc. Te prometo que no ha sido intencional.

— Maldición Elliot, déjame en paz. — dijo alzando sus brazos. Él chico apretó su mandíbula y la miro. Confundido. Se acercó más a ella y la abrazo, tratando de calmar su furia.

— No me toques, quita tus manos de mi cuerpo ahora mismo, te lo pido. — se sacudió bruscamente perdiendo el equilibrio. Cayó de rodillas al piso y controlo las lágrimas que amenazaban con salir. Maldijo en silencio. Apretando sus puños con fuerza.

Yo...lo siento.— susurró Elliot y pasó a su lado sin mirarla. Cogió con furia la chaqueta de cuero que había dejado sobre la cama y salió fuera de la habitación a paso firme. Jane quiso detenerlo, pero por segunda vez, no lo hiso. Gritó con todas sus fuerzas deshaciéndose de su enfado. Esto no era culpa de él. Al menos no del todo. Ella era la que se estaba arriesgando a algo, ella era la que renunciaba al amor de Liam, para quedarse con el de Elliot. Estaba completamente confundida. Quería a Liam. Mucho. Muchísimo. Pero su atracción hacia Elliot era mucho más fuerte, es más, se atrevía a decir que lo que ella sentía no era simple cariño. Ella sentía que era amor. ¿Ridículo, no?, Ella sentía amor por su secuestrador. Por la persona que la alejó de su hogar. Por el chico descontrolado que la hacía enfadarse cada cinco minutos. Ella sentía amor por el culpable de su secuestro, y a la vez, el de su felicidad.

Libérame.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora