Jane abrió sus ojos de golpe. Una silueta masculina salió entre la oscuridad del pequeño cuarto. Se acercaba a ella sigilosamente, a paso lento, pero firme. El pánico se apodero de ella una vez más, miro a su alrededor buscando algo, ¿pero qué? ¿que podría encontrar en ese cuarto sucio y mal oliente?.
— Creí que no despertarías nunca. — la habitación se iluminó repentinamente, y entonces Jane soltó un grito. El sujeto traía una máscara puesta, pero no cualquier máscara. Era la imagen de su Padre que llevaba pegada al rostro. Su corazón se acelero, intento gritar tal y como lo había hecho segundos antes, pero no pudo, no tenía voz..no tenía fuerzas, pero si tenía miedo, muchísimo miedo.
— ¿Te gusta? — se inclinó hacía ella y la miró directamente a los ojos, mientras disfrutaba de cada respiración agitada que daba, mientras se deleitaba al ver como su cuerpo temblaba sobre la cerámica fría.
— ¿Tienes miedo?— preguntó tomando su barbilla fuertemente. Jane no podía hablar, temblaba tanto que sus dientes chocaban aún mientras el sujeto sostenía de su barbilla. La soltó bruscamente y se alejó de ella. La miraba desde una esquina, impaciente.
Jane observo su cuerpo, era voluptuoso y llevaba tatuajes sobre sus brazos en idiomas que no comprendía, traía puesta una playera gris y unos tejanos negros, usaba zapatillas. A simple vista se notaba que era mayor, quizás le llevaba diez años o un poco más. Sentía sus penetrantes ojos sobre los de ella, pero se rehusaba a mirarlo. Un estallido de gritos la asusto, haciéndola saltar de la impresión. Varios pasos subían por las escaleras firmemente. El sujeto sonrió al ver a Jane temblando nuevamente. La puerta se abrió de golpe y cuatro chicos entraron a la habitación. Uno de ellos miro a Jane, la observo tanto, que llego a sentirse desnuda. Se acerco a ella y la miro a los ojos.
— Elliot estará feliz de conocerte, muñeca. — sonrió, y entonces se marcho corriendo.
