— Lamento meterte en problemas. — susurró Jane luego de juntar todos los trocitos de algodón y dejarlos en una bolsa. Se giró hacia la puerta buscando algo en donde depositarla, la dejo en otra pequeña bolsa donde guardaba sobras de comidas o confort.
— El que está en problemas es él. — Elliot tensó la mandíbula.
— Auto-control. — Jane se volteó para verlo.
— No logro oírte desde aquí. — sonrió mientras llevaba una mano hasta su oído.
— Eres un mentiroso. — Jane rio y camino de nuevo hasta él. Tomo su rostro entre sus manos y lo inspeccionó una vez más. Repasó cada herida en su mente y se lamentó por ser la responsable de aquellas agresiones. Recorrió sus ojos menos hinchados, su frente más limpia, sus lunares ya se veían de nuevo…y sus labios, se detuvo un poco más de tiempo en ellos. Recordó la manera en que se unían con los suyos, tan dulce y cálidos. Suspiró y apartó su mirada hasta su mejilla. Al menos ya no hay sangre.
— Creo que estarás bien. — sonrió.
— ¿Crees?, oye, no pase por toda esta tortura para nada.
— ¿Siempre eres tan melodramático? — rodeó los ojos.
— Bésame. — susurró afirmando su brazo. Jane quedo paralizada. Su corazón se aceleró en tan solo un par de segundos, y su mente comenzó a volar fuera de su cuerpo. Otra vez los recuerdos de aquel beso, otra vez sintiendo sus manos sobre su espalda. Trago saliva, nerviosa.
— ¿Qué? — preguntó sorprendida.
— Es broma. — Elliot rompió en risas.
— Eres...eres un, cerdo. — Jane lo apuntó con su dedo índice mientras el color regresaba a sus mejillas. El corazón se relajó bajo su piel.
— Entonces deberías reconsiderarlo la próxima vez que nos besemos.
—No aspires a tanto, ¿Cómo sabes que habrá próxima vez?. — contrataco Jane, ahora ella sonreía.
— Porque lo pude notar, también querías besarme, y se que quieres besarme ahora mismo de nuevo. — respondió enredándose, alimentando su ego. Jane solo sonrió. Y luego de un minuto, su mente comenzó a trabajar nuevamente. ¿Qué demonios había hecho?, ¿Qué había sido todo eso? ¿Sentía algo por el realmente, o solo se estaba volviendo loca?, quizás…y si, ¿y si el también estaba sintiendo algo por ella?
— ¿Por qué me besaste? — Dejo escapar. Tenia la duda ahora mismo, ¿Habria sido solo por el alcohol?. ¿Seria un plan de él para enamorarla y asi vengarse de su padre entonces?
Elliot guardo silencio. La miro unos segundos y Jane se decepciono al ver que no respondía. Soy una estúpida, la más grande de todo el universo. Se giró para abrir la puerta de la habitación y correrlo. Ni siquiera sabía si le haría caso. Ella iba a correrlo de su propia habitación. Habitación que se encontraba en su casa. Ya no quedan dudas, oficialmente me gané el puesto de la mayor estúpida, gracias, es un alago para mí. De un momento a otro solo quería que él dijera algo. Quería oírlo decir una palabra, una frase, cualquier cosa de sus labios. Quería que al menos el si tuviera una explicación para todo eso. Tomo la perilla con fuerza entre sus dedos, y entonces, un impulso la llevo a darse la vuelta. Elliot estaba detrás de ella. Sus rostros se encontraron separados solo por una corriente de aire que pasaba entre ambos.
— Si no dirás nada, lo haré yo entonces.— presionó su dedo contra el pecho de él. — No hagamos como que nada paso allá abajo, porque no es así. ¡Me besaste!, ¡Nos besamos! — se detuvo al sentir las cálidas manos de Elliot recorrerle la cintura. Concentro su cuerpo y su mente en que sus labios no comenzaran a temblar. Respiro hondo y se dio ánimos para seguir.
— ¿Por qué piensas tanto las cosas? — Elliot susurró mientras su aliento golpeaba sobre la nariz de Jane. — Lo sé, nos besamos. ¿Qué problema hay con eso?
— Que está mal. Tú, y yo, ¡Por dios! — cubrió su rostro con ambas manos. Su corazón nunca perdía el tiempo. Ahí estaba de nuevo. Palpitando como si no hubiera un mañana.
— No me hagas recordar porque estás aquí, joder, Jane, no lo hagas. — presionó su frente con la de ella. Quito las manos de su cara y la miro a los ojos. Aquellos ojos que la hacían desearla desesperadamente. Aquellos ojos que le aseguraban que había otra vida. Recorrió su piel con la mirada ansioso por llegar a los labios. Su cabello tenía unas suaves ondas que caían por su clavícula y la hacían ver malditamente inocente. Sería capaz de contar todas y cada una de sus pecas, admirándolas completamente con la misma intensidad que la anterior, así como ella contaba sus lunares, porque sabía que los contaba, lo había notado. Sería capaz de tomarla entre sus brazos y no dejar que nunca más tocara un piso tan frio. Su atracción hacia Jane crecía cada vez que estaba junto a ella. Sabía que era una locura...sabía que era imposible. La historia de ella, y el pasado de él nunca le permitirían formar...algo. Pero aun así se negaba a escuchar a su mente. Él quería oír a su corazón. Tomo el rostro de Jane entre sus manos y se relamió los labios al encontrarse con los de ella. Quería besarla ahora mismo, ya no aguantaba el tenerla tan cerca pero sentirla tan lejos. Acerco su rostro lentamente y se inclinó unos centímetros para estar a su altura. Sus respiraciones se mezclaban y el cuerpo de Jane no dejaba de temblar ante su contacto. Unió sus labios con los de ella disfrutando de la sensación de sentirla suya aunque así fuese por solo unos segundos.
— Elliot...no. — se apartó de él y camino hasta una esquina calmando su respiración.
— No hagas eso, no te alejes de mi.
— Basta, esto es realmente estúpido, ¿no te das cuenta?. — responde pasando sus dedos por los labios, limpiando así, cualquier rastro que él haya dejado en ello.
— ¿A qué te refieres con eso? — Elliot sintió una punzada en el corazón al verla hacer eso.
— No me confundas más, por favor. — Jane lo miró, mordiéndose el labio inferior para evitar comenzar a llorar, de rabia, de pena, o de confusión.
— ¡Joder!, ¿Por qué no admites que también lo sientes? — se acercó a ella y tomo su temblorosa mano. La levanto hasta la altura de su pecho y la presionó. — Así es como se pone cuando estoy contigo. — la miró.
— Solo...vete, por favor. — retiró su mano y se alejó de su alcance.
— ¡Acabas de decirme que no hiciéramos como si esto no hubiese ocurrido!. — le dijo alzando por un momento la voz.
— ¡Esto es una locura, estamos enfermos.!— confesó Jane. Porque al fin entendía que así se sentía, enferma, enferma por el encierro, enferma por los días que llevaba así, enferma por ver solo a Elliot cada día y a nadie más.
— ¡Al diablo con eso! — gritó Elliot rodeándole la cintura, apretándola contra él. Intenta besarla, pero Jane lo esquiva soltándose de sus brazos
— ¿Al diablo con eso dices?,¡Al diablo contigo!, ¿Qué te piensas que es todo esto?. — lo mira. —¿Una película romántica en donde la chica sufre el estúpido síndrome de Estocolmo?, ¿Qué te piensas?, ¿Qué me voy a enamorar de mi agresor?,¿Qué me voy a enamorar de ti?. — pregunta alzando las cejas. Esperando al menos un movimiento de parte de Elliot. Sentía dolor por hablar así, pero estaba siendo realista, ella era su secuestrada, y el era su agresor. Y esto no era película, ni una novela, esto estaba pasando en realidad.
— Solo quería olvidar por un maldito segundo que tengo que destrozarte para sentirme bien entonces conmigo mismo. — escupió las palabras como un cuchillo afilado. — Quería olvidar por un segundo que el asesino de padre que tienes, es quien me destrozo la vida. Jane lo miró, sintiendo su corazón pesado, su cuerpo débil, iba a hablar, quizás para volver a repetir que su padre no había hecho eso.
— Vete a la mierda Jane, tú no entiendes nada.
Elliot abandonó la habitación sin que ella pudiera responder a eso