47. Mamá

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Jane comenzó a sentir pánico, terror, y su vista se nubló. Solo escuchaba gritos a su alrededor, jadeos, y sus latidos retumbando en su cabeza.

— ¡Maldita sea, Elliot!.— Nathan se tiró al piso usando su propia camisa para cortar el flujo de sangre. La posicionó en su pierna, haciendo un nudo. Luego dirigió la mirada a Jane, quién estaba sentada en el piso mirando hacía la nada, muda, ciega, y sorda. Buscó con la mirada algo para hacer presión sobre el brazo de su amigo, tomó la cobija de cama y quitó la funda, rápidamente corrió donde Elliot y la amarró a su brazo.

— Escúchame bien, hijo de puta, hemos salido de peores, así que se fuerte, te sacaré de aquí.  — susurró Nathan al oído de Elliot.

— No lo creo, tú y tu amigo se van directo a prisión, o bueno, él al cementerio, aparentemente...— habló Liam, quién solo estaba a pasos de ellos y logró escuchar aquello.

— Tú no nos conoces...y ni se imaginan en lo que se acaban de meter. Pero veamos, haremos lo siguiente; me dejarán salir justo ahora con Elliot, o esto se pondrá muy, muy...feo. — amenazó Nathan intentando levantar a su compañero.

— No te muevas, o juro que te disparo. — contraatacó Sam, apuntándolo directamente.

— No me digas, ¿me vas a matar?, ¿así como mataste a Marc...y a Ethan?.— preguntó Nathan, poniendo de pie a su amigo a duras penas.

Entonces Jane reaccionó.
Sus pupilas volvieron a ver la luz.
Sus piernas tomaron fuerza nuevamente.

Miró a Nathan, y en un movimiento de descuido, le quitó el arma de las manos. Los policías que estaban ayudando a su compañero se pusieron de pie, y a su vez, sacaron sus armas apuntando a Nathan y Elliot, quiénes estaban desarmados.

— ¿Qué estás haciendo?.—preguntó Nathan abriendo sus ojos.

— Jane, cariño, entiendo que quieras ayudarnos, pero eso es muy peligroso, ven aquí, ellos no se irán a ninguna parte, necesito que me entregues esa arma. — murmuró Sam acercándose a ella lentamente.

— No se acerquen. — respondió la chica, quién teniendo el arma entre sus manos, la posicionó sobre su propia cabeza.

— Pero que mierda...¡¿Qué estas haciendo?!.— gritó Liam dando pequeños pasos sigilosos. Nathan miraba la situación sin comprender que diablos estaba pasando. Y Sam, solo miraba a Jane buscando la forma de arrancarle la pistola de las manos.

— Déjenlos que se vayan.—dijo Jane. — O juro que presionare el gatillo.

Sam dejó de respirar por lo que pareció ser una eternidad. A Liam el color rosa de su rostro lo abandonó, dando paso a un pálido tono amarillento.  Y Nathan, el solo sonreía pareciendo entender aquella escena.

— Me equivoqué contigo, eres asombrosa. — Nathan pasó por su lado sosteniendo entre sus brazos el cuerpo inconsciente de su compañero, una vez saliendo de la habitación, Jane le gritó.

— ¡Espera!.— miró a su padre, y tragando saliva, continúo;— Dale las llaves del carro patrulla. — le dijo con sus ojos llenos de lágrimas.

— Jane...— respondió su padre mirandola fijamente. — Yo...no puedo hacer eso.

— Te lo pido, entregale las llaves...y dejenlos ir...por favor, te lo pido Jadeo, su rostro sudaba, sus manos tambien lo hacia.

— No, no lo hagas Sam.— respondió Liam. — Tú no serías capaz de hacer eso.

— He cambiado mucho este tiempo, tanto...que haría lo que fuese por aquellos dos.— miró a Nathan y Elliot dejando caer sus lagrimas. — Y juro por dios que sería capaz de presionar este gatillo para que huyan.

Entonces Sam lo comprendió, aquella no era Jane, ya no, ya no era su pequeña Jane de meses atrás, algo había pasado y el temía que fuese lo que sospechaba, le habían contado todo acerca de Ethan, y esta sería la venganza de Elliot. Era su plan. El se llevo a su hermano, entonces Elliot se quedaría con Jane.

— Esta bien, esta bien...— Sam sacó las llaves desde su bolsillo y dejando el arma en el piso, las tiró hasta los pies de Nathan.

Nadie saldra de esta habitacion. la voz de una mujer se hizo escuchar dentro de la habitacion. Todos los presentes en aquella sala giraron para ver de donde provenía aquella voz. Los policías miraron a Sam, confundido, y Jane mientras tanto, sentía su presión subir hasta la nariz.

— ¿M...mamá?...— preguntó Jane dejando caer el arma al piso.


Libérame.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora