— ¿Qué crees?, es hora de ir al baño. — comunicó Marc tras la puerta. Jane bufó y movió un mechón de cabello negro que caía sobre sus ojos. Se levantó sin fuerzas, ni ganas. Abrió la puerta del cuarto y sin mirarlo, comenzó a andar. Rápidamente Marc la siguió y la tomo por el brazo. Jane se sacudió bruscamente.
— ¿No pensarás que puedo escaparme, verdad? — preguntó dándole una mirada rápida a su enorme pie. ¿Cuándo me sacaran esto?, pensó. Marc se puso tras ella escoltándola y así caminaron en silencio todo el trayecto. Las habitaciones estaban con las puertas abiertas y dentro de ellas no había nada, mejor dicho, nadie. Jane suspiro de alivio por aquellas chicas que sí fueron entregadas a sus hogares. Por aquellas otras, sólo pedía que estuvieran sanas y vivas.
— No te demores. — ordenó Marc.
— ¿No me digas que tengo tiempo limitado para orinar?. — respondió sin mirarlo.
Dios, si que estaba siendo atrevida.
Jane se metió al baño sin decir nada más y cerró la puerta frente al rostro del hombre. ¿Por qué de pronto actuaba así? ¿Dónde había quedado el miedo que sentía por todos en aquel lugar? Marc era la persona que mejor la había tratado sin duda, pero el hecho de imaginar a esas chicas sufriendo le rompía el alma. Y hasta entonces, ella había confiado en él. Que estúpido sonaba todo, ella confiando...en un secuestrador. Apartó los pensamientos de su mente y se bajó las pantaletas. Una vez hecho todo, lavo sus manos y cara con abundante agua. Se paró firme frente a la puerta, y de pronto...se preguntó si habría sol afuera, o si la luna ya se dejaba ver. Suspiró y dejo caer su mano sobre la perilla. Lo que venía a continuación no era nada agradable.
Gritos, eran innumerables gritos.
— ¿Qué...que es todo esto? — murmuró Jane mientras se acercaba a Marc y a los alaridos que provenían del piso de abajo. Eran mujeres, muchas mujeres.
— Lo que estás viendo, nuevas chicas, camina.— respondió Marc tomando el brazo de Jane, esta lo siguió de inmediato tratando de apartar la vista del piso de abajo. Elliot, y otros sujetos estaban llevando mujeres a las habitaciones.
— ¿Cómo es posible?, acaban de irse muchas. — preguntó sorprendida intentando alcanzar a Marc en su marcha.
— Se podría decir que no perdemos el tiempo...y cállate ya, me haces enfandar demasiado rápido.
— ¿Esa...esa es la hija del senador Blomart? — comentó mientras observaba llorar a una muchacha de su edad. Traía una ropa muy delgada y sus manos estaban atadas tras su espalda. Elliot se encargaba de ella, la tenía sujetada del cabello mientras le pedía a gritos que cerrará la boca.
Todas las bestias iban con pasamontañas y fue entonces cuando Jane se preguntó como sabía que aquel chico era Elliot. Se le erizo la piel.
— Sí. — respondió indiferente.
— Dios mío, es Kelly Can... — se tapó su boca con ambas manos para no dejar salir un chillido.
— ¿Se han traído a una modelo?, vaya cabrones. — río Marc.
— No entiendo cómo puedes reírte, no tienes corazón, eres asqueroso. — le reprochó Jane golpeando su antebrazo. Marc la miró. Jane se arrepintió de eso.
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