13. Sola.

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Gritos femeninos resonaban en todo el lugar.

Las puertas abriéndose de golpe hacían vibrar las paredes.

Y los pasos fuertes provocaban temblor en los pisos.

Jane seguía oculta tras el Puff negro y se preguntaba que estaba ocurriendo a su alrededor, ¿por qué estaban sacando a las muchachas de las habitaciones? ¿La sacarían a ella también?. Agudizó su oído cuando escuchó pasos sobre las escaleras, se encogió sobre su cuerpo y controlo su agitada y descontrolada respiración. Tenía miedo. No quería abandonar ese cuarto. Estúpidamente se sentía segura en esas cuatro paredes.

¡Por favor, no me hagas daño! — el cuerpo de Jane se estremeció ante aquellas suplicas desgarradoras. Quiso llorar, pero se retuvo. Las puertas comenzaban a abrirse salvajemente y más gritos llenaban la casa. Habían más mujeres de las que ella había imaginado, muchas más.

— ¿A...a dónde nos llevan? — preguntó una de ellas. Jane ahogo un grito cuando una bala resonó en el pasillo, y luego, algo retumbo fríamente sobre el piso. Cubrió su boca con ambas manos y lloró en silencio. Su pecho subía y bajaba sin descanso alguno. Imaginó que ese sería su final, imaginó su muerte, y a su familia llorando por no haberla encontrado a tiempo. Su padre nunca se lo perdonaría. Lentamente limpió sus lágrimas con dolor y asomo la cabeza sobre el Puff. Su puerta estaba cerrada y parecía invisible ante los ojos de las bestias. ¿A eso se refería Marc cuando dijo que gritara si alguien entraba en la habitación? ¿Acaso nadie podía llevársela?

— Tranquilízate Jane, todo va a estar bien...respira. — se calmó a si misma. Sus manos no dejaban de temblar y su garganta se había secado. Un dolor de cabeza la acechaba en aquel momento y se maldijo por ser tan propensa a esos dolores. Pronto los gritos habían cesado y ya no se oían pasos en la casa. Quiso ir hasta la puerta, abrirla, y asomarse para ver que estaba pasando, pero no lo hizo. No podía hacerlo. Jane no podía moverse. Espero unos minutos antes de tomar coraje y salir del Puff. Se levantó lentamente y con su pie enyesado camino hasta la puerta, giro la perilla una vez y se sorprendió al ver que esta estaba sin seguro. La abrió despacio y confirmando sus sospechas; se dio cuenta de que estaba completamente sola. No había nadie en casa, todos se habían marchado inexplicablemente y eso le provocaba una sensación de angustia. En vez de salir huyendo, e ir hasta una comisaría a informar lo sucedido...ella solo decidió cerrar la puerta con seguro, y volver al Puff. Cerró sus ojos dejándose caer en el absoluto silencio.

Horas más tarde la despertó un ruido en el pasillo, ¿habían vuelto ya las bestias?, la perilla de su puerta comenzó a girar, primero lento, y luego, desesperadamente. Jane se sobresaltó y se preguntó quién estaba del otro lado. Inmediatamente, al ver que el seguro estaba por dentro, alguien comenzó a golpearse contra ella. Jane se levantó de golpe al darse cuenta de que si seguían empujándola, la abrirían. Buscó con la mirada algo que poner para dificultar el proceso, pero no encontró nada. Se aferró a la pared esperando a que uno de ellos entrara.

— !¿Qué haces Jane?, abre la puerta! — era Marc. Un sentimiento de alivio albergo su corazón y rápidamente se encamino hasta la puerta, quitó el seguro, y se encontró con un hombre muy enfadado frente a ella.

¿Se puede saber que mierda estabas haciendo? — preguntó cruzándose de brazos.

Nada, yo...sólo estaba asustada. — Jane mordió su labio inferior temblando aún.

— ¿Que pretendías hacer?insistió. Realmente furioso.

Te...te estoy diciendo que nada, lo prometo, sólo estaba ahí...escuchando un montón de cosas y me asusté, le puse seguro sin darme cuenta y me dormí.

— Joder, no vuelvas a hacer eso, me has dado un susto terrible. — le dijo.

— Esta bien, yo solo...— se detuvo. — ¿Dónde están todos? — preguntó retornando a la realidad.

— Se fueron. — comentó.

— ¿Qué?, ¿Por qué?, ¿A dónde? — el pulso de Jane comenzó a acelerarse una vez más.

— Lejos. — dijo fríamente.

— ¿Por qué, que ha pasado? — insistió.

— Deja de hacer preguntas.

Pero...— Marc la interrumpió.

— Se han ido todos. ¿Está bien?, solo necesitas saber eso. — rodo los ojos .Jane se sorprendió al verlo tan irritado.

— ¿Por qué se han ido? — volvió a preguntar, casi con un hilo de voz.

— Dios santo, eres un grano en el trasero. — susurró.

Lo siento, de verdad.— los ojos de Jane se llenaron de lágrimas y volvió al puff negro que esperaba por ella. Se sentó y rodeo sus brazos con sus propias manos, cansada, asustada.

Esta bien, ha sido mi culpa, me has asustado al no abrir la puerta y me altere...—suspiró— Te contaré que ha pasado. — Marc se sentó a su lado frotando sus rodillas.

Libérame.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora