La puerta de la habitación se abrió de golpe. Una silueta masculina se hizo presente entre la oscuridad y no era él. Jane sintió miedo y ganas de salir huyendo, ¿qué hacía aquel sujeto ahí? había escuchado claramente que nadie podría entrar en esa habitación. Y por más que odiara reconocerlo, prefería estar con él, que con otro. El sujeto se acercó a ella a paso firme, la miró unos segundos y entonces Jane pudo reconocerlo. Lo había visto el primer día que llego a ese lugar, no era el chico de la máscara con la imagen de su padre, ni tampoco aquel que la había golpeado, era el hombre que la había sostenido cuando se desmayo luego de aquella confrontación, si bien no lo había visto directamente, lo sabía. Sabía que era él quien la había tomado firmemente entre sus brazos, y también sabía que era él quien exigía un médico para ella. Él era Marc. Lo había escuchado discutir en el pasillo por aquello. Discutía con él.
— No vengo a hacerte daño, es más, creo que esto será lo mejor que te sucederá en este lugar.— se acercó a ella tratando de no asustarla, la levanto suavemente de la alfombra y la tomo entre sus brazos. Jane trato de cubrir sus pechos con los brazos, pero al ver que él ni siquiera le dirigía una mirada, le rodeo el cuello firmemente. Agradeció de que sus jeans no seguían húmedos, pero eso no quitaba el asqueroso olor a orina. No lo podía creer, nadie la había tratado con tanta amabilidad en aquel sitio. Salieron de la habitación mientras recorrían el pasillo de vuelta. Jane puso atención a todo el lugar, si bien se había dado cuenta de que la casa, — porque ahora sabía que era una casa.— estaba construida con varias habitaciones, se sorprendió al verlas claramente. Todas con su numero escrito con tiza. Observó a su derecha y la piel se le congelo, la puerta se encontraba abierta, y aquella puerta, pertenecía a su antigua habitación. Habitación en donde había despertado con pánico y temor. Y habitación en donde también, se encontraba una chica en un charco de sangre. Soltó un grito ahogado mientras cubría su boca con ambas manos.
— No está muerta. — dijo fríamente Marc.
— ¿Quién...quién hizo eso?.— preguntó rápidamente. El pánico la absorbió mientras escuchaba su propia voz. Sabía que no podía hablar, lo tenía más que claro, esperó alguna represaría de parte de él, pero no hubo nada.
— Fue Nathan. Es experto en liberar su ira con ellas. Tu misma probaste su mano. — respondió girando a la derecha. El cuerpo de Jane comenzó a temblar mientras recordaba aquella escena en donde era golpeada, desde entonces no se había visto en un espejo y tampoco esperaba hacerlo. Recordó cuando él lo había reprimido primero en aquella habitación, y luego delante de todos en la sala de abajo. Sintió alivio al pensar en que no se acercaría a ella nunca más, o eso esperaba. Marc caminó firmemente sobre el largo pasillo hasta llegar a la última puerta, la abrió lentamente y dejo a Jane en el piso.
— ¿Esto es enserio?— preguntó la chica observando el cuarto. Un sentimiento de..¿felicidad? le albergaba el corazón en aquel momento, sonrió sin darse cuenta y entro en la habitación. Era un baño. Si bien no había cortina, ni ventanas, y aunque el piso estaba sucio, y las paredes necesitaban ser pintadas con urgencia...seguía siendo un baño. Había un lava manos, un inodoro, y una ducha colgando de un alambre. Se giró hacia Marc con un brillo en sus ojos.
— Reglas. — habló él. — Solo se te traerá a la ducha cuatro veces a la semana. — Jane tuvo que apretar su mandíbula para que no cayera al piso. — Y cuatro veces al día podrás pegar tu culo al WC. Una en la mañana, dos en la tarde, y una en la noche. ¿Entendido? — pregunto señalándola con su dedo índice. Jane aguantó sus enormes ganas de gritar, pero esta vez no de dolor, si no de felicidad. Asintió rápidamente con la cabeza mientras no despegaba su mirada de la ducha. Necesito un baño, pensó.
— Tienes diez minutos para ducharte. — dijo Marc leyendo su mente. Jane sonrió por primera vez en aquel lugar. Y era bastante ilógico a decir verdad, pues sentía felicidad aun sabiendo que estaba encerrada, sentía un alivio aun que tenía claro que quizás no saldría de ahí jamás. Marc la observo unos segundos y cerró la puerta frente a ella. Jane no sabía por dónde empezar, si sentarse en el inodoro rápidamente o ducharse y sacar la mugre de su piel. Optó por la ducha. Sin su playera puesta el proceso se hacía más rápido, desabotono su jeans y entonces, se dio cuenta de su enorme pie. Maldijo en voz alta. La puerta se abrió inmediatamente y Marc la observó, inquieto.
— Yo..uhm, bueno..no, no puedo ducharme así. — dio una mirada rápida hasta su pie. Marc se rasco la parte de atrás de su cabeza y entonces, la hizo esperar unos minutos. Regresó con varias cosas en sus manos pero Jane solo se fijó en las tijeras con bastante filo que sostenía entre sus dedos. Abrió sus ojos como plato.
— ¿Que vas a hacer?— preguntó dando un paso atrás.
— Romperlos. Así te los puedes quitar. — respondió sentándola en el inodoro.
— Y también te traje algunas cosas en esa bolsa, no sé si sean de tu talla, pero según Elli..— se detuvo y carraspeo. — Me avisas cuando estés lista. — le entrego las tijeras a Jane y salió del baño. ¿Él iba a decir que Elliot, más conocido como él, le había mandado esas cosas?. No quiso pensar demasiado en ello, solo se ocupó de romper aquellos Jeans y tirarlos lejos, revisó la bolsa y se sorprendió al ver una playera tamaño gigante dentro. También había un brasier, unas bragas negro azabache y una toalla pequeña.
— Que empiece la acción. — susurró la muchacha poniendo un pie dentro de la ducha.
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Libérame.
Storie d'amoreÉl es el culpable de su secuestro, y también, el de su felicidad.
