— Necesita un médico.— alguien habló en la habitación continua.
— Ni se te ocurra traer aquí a un imbécil Marc. Ella se lastimo, ella se las arregla...— al instante se escucho el sonido de una puerta estrellándose contra una habitación vacía. El palpitar de Jane comenzó a acelerarse, en realidad, desde que despertó en aquel lugar su ritmo cardiaco jamás se había calmado, y por más que lo intentara, cada vez sentía que su corazón saldría corriendo desde su ubicación y la abandonaría.
— Que alguien me ayude..— susurró con voz temblorosa. Dejo caer su cabeza hacia atrás derrotada, y sin fuerzas. La golpeó levemente contra la pared mientras reprimía sus lágrimas. Estaba muy asustada, no quería morir y extrañaba su vida anterior a esta, deseaba con tanta intensidad sentirse protegida por los brazos de Liam, o sonreír con las estúpidas bromas de su Padre. ¿Estarían ellos buscándola?, ¿Como saberlo?, ¿Cuánto tiempo había pasado desde que la sacaron de su hogar?. Unos pasos resonaron entre la oscuridad e inmediatamente supo que alguien entraría en la habitación, se arrodillo en la esquina superior de la habitación y tomo sus rodillas con amabas manos. ¿Iban a golpearla una vez más?..la puerta se abrió de golpe y un muchacho alto, delgado y con una camiseta negra lleno todo el lugar. Tiró de la cadena que pertenecía al interruptor de la luz y todo el cuarto se ilumino.
— Tú, ven aquí.— le ordenó.
Jane no se movió de su lugar, era incapaz de moverse, no solo por el dolor que sentía en su tobillo, si no por que el miedo la consumía.
Solo se digno a presionar sus ojos esperando la represaría.— No me hagas ir a buscarte. — volvió a hablar. Jane abrió sus ojos y solo pudo ver su mirada fría que estaba oculta bajo un pasamontañas negro, era él a quien habia enterrado sus uñas momentos antes, y estaba tan rigido esperandola de pie.
Jane intentó levantarse equilibrando su cuerpo, dejó su peso corporal en su costado derecho y entonces dando pequeños saltos se acerco hasta el muchacho, siempre con la mirada baja.
— Te llevaré a otra habitación. — le comunicó. Jane no hizo nada, no lo miró, no respondió, ni siquiera trato de respirar cerca de él. Apoyada solo en una parte de su cuerpo intentó mantenerse firme. El muchacho caminó cerca de ella y sacó una llave, rápidamente se encamino hasta la esquina donde Jane se encontraba y entonces soltó sus cadenas. Le avisó con la mirada que lo siguiera a través del pasillo, y ella se sorprendió al ver que podía trasladarse sin tropezar. Apoyándose sobre las paredes recorrió el camino en silencio, nunca había visto tantas habitaciones en su vida, todas tenían un numero determinado escrito con tiza.
— Entra ahí. — le ordenó señalando la habitación numero 89. Jane sin decir una palabra cogió de la perilla esperando que fuera una trampa, y que al abrirla un sujeto con un revólver la sacaría de su miseria. Se lamentó al ver que eso no ocurría. Un cuarto amplio, con una alfombra y las paredes de color damasco la esperaban para acogerla. Entró a paso lento y quejándose, ya no podía más..era tanto el sufrimiento de mantenerse en pie que finalmente se dejo caer sobre la alfombra azul, y entonces apretó sus puños aguantándose las enormes ganas de gritar. Levantó su mirada encontrándose con la mirada fría de aquel hombre, y sabiendo que no podía hacerlo, habló.
— Ya...¿ya has pedido mi rescate?— preguntó mientras sentía caer una gota de sudor por su frente. El chico sonrió a través del pasamontañas, y respondió:
— Olvídate del rescate, te quedas conmigo. — y entonces la habitación quedo a oscuras.