45. Marc; El salvador.

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¿Estas bien?, quiero decir, ¿te hice daño?.— Elliot busco entre las sábanas la dulce cara de Jane.

Ella solo asintió.
Y Elliot sintió pánico.

— ¿Qué pasa Jane?, respondeme.— preguntó Elliot acomodándose en la cama.

— Ha sido...increíble. — suspiró Jane  sonriendo. Realmente había sido increíble, no se había dado cuenta de cuánto lo deseaba hasta ese momento, en que lo tuvo solo para ella.

— Eres perfecta, en todo sentido, te haré el amor las veces que me lo pidas.

Jane se sonrojo, no demasiado, pero si como para que Elliot lo notará.

— Iré al baño, no vayas a ningún lado ¿esta bien?.— dijo Eliot con cierta ironía.

— Eres un tonto, me quedaré justo aquí...esperándote.— respondió Jane.


Apenas Elliot se metió al baño, Jane en la oscuridad comenzó a buscar la camisa de Elliot para usarla como vestimenta. Una vez que la encontró, se la puso y se tomo el cabello en un moño desordenado. Aún su corazón latía fuertemente y sentía un par de gotas bajarle por el cuello.

— Te ves exquisitamente provocativa, mi camisa te queda perfecta.— comentó Elliot mirandola fijamente.

Jane sonrió avergonzada.
Elliot entonces se dirigió a sus cosas para buscar una camiseta.

— ¿Crees que deberíamos irnos entonces?.— preguntó Jane abrazandolo por detrás. 

Dios, que cálido que es.

— Si mi querida Jane, nos iremos mañana temprano, ¿te parece?.— se dio la vuelta para atraparla en un beso tierno y protector. Jane asintió. Y entonces al saber que se irían, comenzaron a ordenar lo poco y nada que tenían en ese lugar, con una mirada furtiva de vez en cuando, Elliot observaba el cuerpo descubierto de Jane, su cintura, su cabello, sus piernas, y solo sentía unas ganas inmensas de arrancarle esa camisa y meterse a la cama nuevamente.

— Es tardisimo, creo que deberíamos dormir ya, ¿no? — preguntó Jane, sumergiéndose en un gran bostezo que atrapó a Elliot, quien luego de unos segundos, asintió con la cabeza. Ambos estaban entrando a la cama cuando una voz desde el exterior de la habitación interrumpió sus planes.

— ¿Chicos, están ahí?

Jane no respondió. Su cuerpo se congeló en cosa de segundos, solo miró a Elliot, quien por su parte, tampoco respondió.

— ¿Jane, están aquí?.

Elliot apretó la mandíbula y le hizo un gesto a Jane para que entrara al cuarto de baño inmediatamente, ella, por su parte, se negaba a hacerlo.

— Entra, ahora.— susurró Elliot mientras buscaba entre sus cosas su arma.

— No, por favor...

— Jane...— dijo una vez más, con un tono de voz mecánico y frío, como solía ser él.

— ¿Bueno, hay alguien en casa?

Jane entró corriendo al cuarto de baño y se metió a la ducha, cerrando con precaución la puerta, con el corazón amenazándola que se iría corriendo y la dejaría ahí, con las piernas que parecían un hilo y la amenazaban con dejarla caer. Era el final del cuento.

— ¿Qué quieres Nathan?.— preguntó Elliot apuntando la puerta aún cerrada.

— Vamos hermano, solo quiero conversar contigo, hay algo que necesitas saber.

— Vete, o te juro que no tendré piedad contigo, ya te lo dije antes, le daré comida y banquete a los perros contigo.

— Elliot, estoy hablando en serio, la policía esta atrás de ti, se llevaron a todos, conseguí arrancar gracias a Marc, necesito que hablemos.

Elliot se tensó de nuevo.
No sabía si esto era una trampa.
O si realmente la banda había caído.

— Elliot...han matado a Marc.

Sus piernas comenzaron a temblar.
Su respiración se agito.
Sus pupilas se dilataron
Y entonces, abrió la puerta con la pistola apuntando hacia aquel sujeto.

— Hermano, baja eso, tenemos que salir de aquí. — Nathan entró a la habitación agitado, con la camisa rota y su rostro ensangrentado.

— ¿Qué has dicho?.— preguntó Elliot procesando toda la información.

— Hey, escúchame, nos han pillado, se llevaron a los chicos, Marc intentó advertirme, y lo han matado por eso, me dijo donde estaban, he venido hasta aquí para salvarte el culo, porque a pesar de todo, somos familia.

— No, estás mintiendo, vete de aquí antes de que esto se ponga realmente feo. — Elliot lo apuntó con el arma sobre la frente. Pero Nathan no retrocedió, él solo se quedo ahí, inmóvil, con los ojos cristalinos y una mirada pérdida. 

— Elliot, sé que desconfías de mi, yo también lo hago, pero hermano, escúchame...eres todo lo que me queda, salgamos de aquí te lo pido.

— Marc no puede estar muerto, tú eres un puto y jodido mentiroso, te has traído hasta acá estas cajas, y quieres jugar ahora con mi mente, ¡vete de aquí, lárgate antes de que pierda la paciencia!

Nathan lo miró confudido. Con el ceño fruncido y los puños cerrados.

— ¿De qué caja me estas hablando?.— respondió buscando con la mirada aquella prueba de la que hablaba.

— La caja con las fotografías de mi madre, de ethan, y...de la madre de Jane. — Elliot lo siguió apuntando aún cuando Nathan atravesó toda la habitación para llegar hasta aquella caja, sin parecer importarle que un arma estuviera poniendo en riesgo su integridad.

— ¡Mierda...mierda, mierda!— gritó Nathan tomándose la cabeza con ambas manos, se acercó hasta Elliot.

— ¡Están aquí, fueron ellos, hay que salir ahora mismo de este lugar, Elliot, vienen por Jane ahora mismo, reacciona maldita sea y larguémonos de aquí ya!

Libérame.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora