Isabella

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 Holis, se supone que no debería estar haciendo esto, pero no me pude contener. JAJAJAJA probablemente borre esto en unos dias, lo comparto porque es como una espécie de regalos de cumpleaños de mí, para mi. 

Lo que leerán a continuación, no es un extra de Malas decisiones, son dos pequeños fragmentos de lo que será un nuevo libro de este mismo universo. Lean bien por fis para que luego no pregunten como loquitas. Aún no voy a publicarlo, estará disponible capítulo a capítulo, hasta que termine Fuimos momentos, por cierto, es mi nueva novela, vayan a leer el primer capítulo, va a estar buenisima se los prometo. 

En esta primera parte conocerán un poço más de Isabella, su família y su personalidad, en la segunda parte que la publico a continuación, conocerán más de la historia de amor trás esta nueva historia. 

Besos, disfruten y cometen un montón. 

pd. Gracias a todas por sus felicitaciones. 

Lo tenía tan cerca que su calor corporal se filtraba bajo mi ropa, era como una ola de calidez recorriéndome de pies a cabeza. Lejos de estar nerviosa, me encontraba entusiasmada y un poco excitada. Tal vez era mi desesperación por experimentar un poco de emoción lo que provocaba aquella reacción de mi cuerpo, el hombre apenas me había tocado, resultaba ridículo que estuviera tan emocionada.

El ruido de la puerta del vestidor del otro lado del pasillo, captó mi atención. Solo ladeé la cabeza por un minuto que él aprovechó para apresarme contra la pared. Su mano derecha en mi cintura, la izquierda al lado de mi cabeza, atrapándome con su presencia.

—¿Entonces crees que tienes más resistencia que yo?

Su aliento fresco me acarició la cara y mi estómago se contrajo por la expectación. Había olvidado lo que se sentía besar a alguien. Probablemente, estaba exagerando, pero teniendo en cuenta de que desde hacía seis meses no me hallaba en una situación así, los nervios eran normales.

—En creer existe una ligera duda, y yo no dudo de mí. Estoy segura de que puedo ganarte.

Mi ceja alzada amplió su sonrisa, una hilera de dientes blancos brillando para mí. Tan cerca que su respiración comenzó a chocar con la mía. ¡Mierda!

—Ahora deberás probármelo. ¿Qué tal una carrera?

—¿En la caminadora? —Le cuestioné tras aclarar la garganta.

—No, corramos al aire libre. El domingo, temprano. Luego podemos desayunar juntos, o... ¿Te conté qué vivo solo?

—No, no lo hiciste.

—Eso es una señal que indica que no hemos hablado lo suficiente. Vamos por algo de tomar.

Había estado a punto de asentir, tan entusiasmada que desde ya se asomaba una sonrisa en mis labios, pero entonces reconocí el olor de su sudor mezclado con perfume, un aroma que identificaba con facilidad.

—Olvídalo.

Ambos giramos siguiendo el sonido de la voz del estúpido de mi hermano. Se encontraba a unos pasos de nosotros, observándonos fijamente mientras se limpiaba el sudor del cuerpo con una camiseta.

—¿No tienes algo qué hacer? —Le cuestioné molesta.

—Sí, llevarte a casa. Date prisa.

Ernesto dio un paso hacia atrás liberándome del calor de su cuerpo. Le doblaba el peso seguramente a mi hermano, que hasta hacía poco había sido un puberto escuálido, aun así, se mostró un poco intimidado por su presencia.

—Aún no termino mi rutina.

—Pues no parece porque estabas perdiendo el tiempo. Ve por tus cosas, nos vamos.

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