Capítulo cuatro

38.1K 3.1K 3.1K
                                    

(Esta conversación completa y otras más están disponibles en el grupo de facebook)

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

(Esta conversación completa y otras más están disponibles en el grupo de facebook)

Eché la cabeza hacia atrás mientras releía por tercera vez el mensaje que recibí esa mañana

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Eché la cabeza hacia atrás mientras releía por tercera vez el mensaje que recibí esa mañana. La mezcla de incredulidad y entusiasmo seguía ahí, dificultándome procesar lo ocurrido. Me froté la cara mientras me recordaba lo importante que era tomarme todo con calma. Me estaba esforzando por controlar mis expectativas y disimular la sonrisa de estúpido que no se borraba pese al transcurso de las horas.

Necesité un momento más a solas, por ello permanecí dentro de la camioneta. Después de tanto tiempo sobrellevando los estragos de mis errores, aquel primer acercamiento se percibía como una bocanada de aire. Jamás contemplé la posibilidad de que Camila me marcara de la nada, tampoco esperé que dos semanas después de esa llamada, estuviéramos escribiéndonos; sin que aquello se sintiera extraño.

Cerré los ojos por breves segundos, temiendo quedarme dormido. Me encontraba agotado, había dormido muy poco la noche anterior. Haberme decidido a dar otro paso al escribirle a Cami, me robó muchas horas de sueño. Mi teléfono vibró sobre mis piernas obligándome a despejarme para llevarlo a mi oreja.

—¿Mi amor?

—Tío, ¿por qué no bajas? —el cuestionamiento lleno de reclamo de Luciana me resultó muy familiar—. Estás estacionado afuera, puedo verte desde mi ventana.

Reí sin ganas un poco preocupado por enfrentarme a mi hermana, pero decidido a complacer a mi sobrina, que me estaba esperando con ansias.

—Estaba atendiendo unas llamadas de trabajo, ya estoy bajando —respondí mientras me quitaba el cinturón de seguridad—. ¿Tu mamá ya está en casa?

—Sí —su voz sonó en un tono más bajo—, estoy cruzando los dedos para que diga sí. Voy a colgarte, te quiero.

—Yo más.

Atravesé el jardín a paso rápido, deseando que Nicole no se pusiera más difícil que de costumbre. Empujé la puerta y me encontré con la nueva niñera de Luciana, una mujer de unos veintitantos, a la que mi hermana le había prohibido hablarme. La saludé con cortesía, recibiendo solo una sonrisa de su parte.

Malas DecisionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora