Respiren hondo, busquen un lugar tranquilo y a leer. Me siento malvada, jajaja.
Trotar se convirtió en mi actividad matutina favorita. Solía hacerlo todos los días apenas el sol salía, era parte de la rutina que había adoptado e intentaba seguir con disciplina. Mi ubicación geográfica no era la única novedad en mi vida. En los últimos cuatro meses me había enfrentado a una serie de cambios a los que me adaptaba poco a poco, tras ponerle mucho esfuerzo.
Me encontraba a gusto con todo lo que estaba experimentando. Aprendiendo a sobrellevar los errores que me costaron tanto, pese al sufrimiento que suponía cada uno de ellos.
Al perder a Camila también perdí una parte de mí. El vacío que dejó en mi vida era tan fuerte, que respirar su ausencia se percibía como un cruel castigo. Había un dolor latente en mi pecho que tal vez jamás iba a desaparecer. Aceptarlo, me ayudó a enfrentar la culpa que sentía por haber perdido a la única mujer que había amado en la vida.
No había sido nada fácil llegar a ese punto. Pasé por muchas tormentas para encontrar esa mediana calma de la que disfrutaba. Atravesé mis peores momentos en la soledad que me autoimpuse, alejado de todo aquello que me uniera directa o indirectamente con ella. Necesité hacerlo para evitar sucumbir en la tentación de buscarla. Tomó toda mi fuerza de voluntad no propiciar obtener noticias suyas, pese a lo doloroso que fue todo, entendí que, aquella era la única forma de continuar adelante en mi proceso de sanación personal.
Mientras trotaba pensé en todos mis avances, solía hacerlo todas las mañanas, como un ejercicio mental que servía para animarme. En definitiva, no era la misma persona después de la tarde en la que terminó todo. Aunque mi vida seguía hecha pedazos, ya contaba con la disposición suficiente para recogerlos e intentar reconstruirla. El trabajo y todo el tiempo que le dediqué a mi crecimiento personal, estaban dando frutos.
Aunque de vez en cuando flaqueara, como me pasó esa mañana. Frené mi trote al identificar el edificio frente a mí. Aunque se encontraba solo a unas calles del mío, no solía transitar mucho por ese lugar, temiendo que mis recuerdos me jugaran una mala pasada, como estaba sucediendo en ese momento. Camila había elegido un departamento en ese sitio. Se había enamorado de la vista y la zona donde estaba ubicado. Pude recordar con claridad todas las fotos que me mostró y la insistencia que puso en convencerme de que aquel era la mejor opción para los tres.
Tomé un poco de agua para calmarme sin poder apartar la mirada de aquel lugar. No tenía caso imaginarme lo que pudo haber sido, no obstante, no podía evitar sentir tristeza al pensarlo y llenarme de una irrefrenable melancolía. Me tomé un momento para adaptarme a la emoción que experimenté y reanudé mis pasos.
Había dejado de luchar por olvidar a Camila, gracias a toda la ayuda que obtuve comprendí que, era imposible hacerlo. Estaba aprendiendo a guardarla como el recuerdo más lindo de mi alma, uno del que poco hablaba, pero conservaba intacto en la mente. Acepté que aunque la amara con todas mis fuerzas, ella no volvería conmigo, y que, aunque dolía incesantemente, el mundo no se acabaría por ello.
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Malas Decisiones
Roman d'amourPablo lidiará con las consecuencias de haber perdido a Camila, mientras ella triunfa y cumple sus sueños. ¿Podrá soportar el éxito de la mujer a la que saboteó y por la que perdió la cabeza? *** Las malas decisiones de Pab...