Capítulo trece

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Antes de comenzar, muchas no pudieron leer el capítulo 12 porque wattpad dio fallos, les recomiendo que cuando eso pase, cierren sesión y luego vuelvan a entrar

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Antes de comenzar, muchas no pudieron leer el capítulo 12 porque wattpad dio fallos, les recomiendo que cuando eso pase, cierren sesión y luego vuelvan a entrar. Si las notificaciones no llegan siempre, recuerden seguirme, de esa forma les llegará una cuando yo publiqué en mi muro de wattpad. 

Estoy enferma, de ahí mi retraso con las actualizaciones, gracias por esperarme y darme cariño. No olviden votar y comentar, ese es el mejor estímulo para continuar.  Disfruten de la lectura. 

—¿Mile, lograste localizar a Camila?

—No, su asistente tampoco responde.

Eché la cabeza hacia atrás buscando con desesperación la forma de relajarme en mi silla. Me encontraba agotado de todas las formas posibles, irritado como pocas veces y desesperado por tener un respiro. Cerré los ojos un par de segundos percibiendo como me pulsaban las sienes. Llevaba todo el día lidiando con ese malestar insoportable.

—¿Y Mariano?

—Cuando me identifiqué colgó. Puedo intentar de nuevo con Lucy —propuso ante mi suspiro cargada de frustración.

—No, Mile. Llevas aquí todo el día, ni siquiera saliste a comer, deberías irte, yo haré lo mismo. —Me puse de pie tras echarle un vistazo a mi reloj y tomé mi teléfono que estaba sobre el escritorio. No pensaba seguir insistiendo, había alcanzado mi propio límite.

Milena no se fue de inmediato como esperé, al salir de mi oficina un rato después la encontré sentada frente a su escritorio recogiendo sus cosas con paciencia. Me despedí con una breve sonrisa y avancé a paso lento mientras leía el último mensaje de Amelia.

La mamá de Camila me había escrito por la tarde, quería averiguar si sabía algo de su hija. No había logrado comunicarse con ella desde el día anterior, hecho que la tenía preocupada. Le marqué para informarle que tampoco había tenido suerte. Cami también ignoró mis llamadas y los intentos de mi asistente por localizarla, tampoco tuvieron resultado. Colgué y abordé la camioneta en medio de un silencio reflexivo.

Tal y como lo esperé la carga de trabajo Camila estaba aumentando súbitamente, a una semana del estreno del programa en el que trabajaba, todo parecía girar en torno a ello. Su agenda llena evitaba que nos viéramos con la frecuencia que yo deseaba. En el último mes nuestros encuentros fueron esporádicos, Camila estaba enfocada casi por completo en el trabajo, el tema me generaba incomodidad pese al esfuerzo que hacía por sobrellevarlo.

Nos adentramos en el tráfico mientras mi mente divagaba en los hechos acontecidos en los tres meses transcurridos desde que retomamos nuestra relación. Habíamos tenido un par de discusiones fuertes desencadenas por mi impaciencia y su terquedad. Pese a estas me encontraba perdido por Camila, disfrutando de su compañía por más breve que fuese y codicioso de su atención.

Benjamín me envió un mensaje que evitó que me enfocara en el embotellamiento en el que estábamos metidos. Una semana atrás había hecho planes para que cenáramos juntos, aunque su propuesta me pareció un poco extraña por la expresión en su rostro cuando me la comunicó, no le hice ningún cuestionamiento. En su mensaje me recordaba la hora y el nombre del restaurante donde se suponía nos veríamos. Le respondí confirmando solo mi presencia, no podía contar con Cami, teniendo en cuanto que llevaba más de 24 horas de no saber nada de ella.

Malas DecisionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora