Capítulo ocho (Parte II)

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(Este capítulo fue divido en dos partes, regresa a leer la primera si aún no lo haces)

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(Este capítulo fue divido en dos partes, regresa a leer la primera si aún no lo haces)

El tintineo del hielo cuando removía el vaso provocaba inexplicablemente que me relajara. Mientras Benjamín hablaba por teléfono analizaba la propuesta que me había hecho en cuanto cruzó la puerta. Lleno de dudas le eché un vistazo a mi reloj al mismo tiempo que estiraba las piernas. Estaba agotado, no obstante, me parecía interesante el plan para esa noche.

—Todo está listo, ya le avisé a Pame que llego tarde.

—Le pediste permiso, no le aviste.

Ni siquiera se molestó en contradecirme, se inclinó sobre la mesa para tomar su trago y relajarse sobre el sillón, mostrándose más animada que de costumbre.

—¿Me acompañarás o te quedarás encerrado como un idiota? ¡Es sábado! —agregó con cierto tono de indignación por la expresión en mi cara.

—Creerá que voy a seguirla y es lo que menos me conviene. Ella estará ahí.

—¿No has hablado con ella? —Negué dándole otro sorbo al trago que no quitó el sabor amargo—. ¿Tampoco le has escrito?

—Me bloqueó.

—¿De verdad no las has buscado?

Negué pensativo mientras recordaba todas las veces que estuve a punto de sucumbir ante mi deseo de verla. Desde que discutimos en el estacionamiento del restaurante no habíamos estado frente a frente. Me pareció prudente darnos un espacio, pretendía no agobiarla con encuentros que podrían salir mal.

—¿Por qué te sorprendes? Te dije que no iba a hacerlo.

—No te creí, te conozco mejor que nadie. Cuando de ella se trata eres obstinado y persistente.

Le di la razón sin rechistar. Yo mismo me encontraba un tanto sorprendido por mi fuerza de voluntad. Habían pasado seis días desde nuestra discusión, no haberme acercado sabiendo que se encontraba tan cerca, era todo un logro.

Pese a nuestro distanciamiento, estaba al tanto de lo que ocurría en su vida. Gracias a sus contactos Benja se enteró de su participación en un proyecto de televisión que la mantendría por varios meses en México. La noticia me había ayudado a ser más sensato, tenía una oportunidad que de verdad deseaba aprovechar.

—Creo que si la veo querré acercarme.

—Yo también lo creo, pero quiero ir a esa fiesta. Tú sabes que no irás por ella, vas a acompañarme. ¿Por qué te haces de rogar? —preguntó cuando no me moví—. La ibas a buscar mañana, ¿qué más da si te adelantas un par de horas?

—Quiero hablar con ella en otro tipo de ambiente. Pensaba ir a verla a su casa. Se está quedando con sus papás, Luciana me lo contó.

—No es porque quiera convencerte, pero tal vez tome mejor verte en la fiesta. Esta noche es importante para ella, seguro ganas puntos por acompañarla en un momento así.

Malas DecisionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora