Capítulo treinta y seis (Parte II)

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Pd. Sean empáticas con mi Cami, está embarazada. Ya sé que la justifico siempre, pero se le ama muchisimo. 

El ruido del teléfono aumentó el estrés que sentía. Maldije en silencio por el coche que no me dejaba avanzar, mientras sin apartar la mirada del camino acepté la llamada que sonó en altavoz. Aquella mañana estaba siendo tan caótica que concentrarme en dos cosas a la vez fue todo un desafío.

—¿Lograste contactarla? —Abordé a Mile, antes de que tuviera la oportunidad de decir algo.

—No, su teléfono sigue apagado. Intenté llamar a su hermana, pero ella tampoco responde, entonces marqué a la clínica y me dijeron que estaba atendiendo pacientes.

—Estoy cerca de la clínica, seguramente atiende a Camila. Gracias por tu ayuda, Mile.

Me encontraba ansioso por colgar, para centrar mi atención en avanzar por el tráfico. Estaba en problemas con Camila, tenía la certeza de ello. Olvidar una de las citas médicas más importantes me iba a costar caro. Golpeé un par de veces el timón desahogando un poco de la impotencia que sentía al no avanzar a la velocidad que necesitaba. Las cosas fluían favorablemente entre los dos, temí que un inconveniente como ese provocara que volviera a erguir barreras a su alrededor.

Cami se hallaba nerviosa por los resultados de los exámenes médicos. La noche anterior me recordó lo esencial que era para ella que la acompañara. Era la única persona que la calmaba cuando se sentía asustada. Me lo dijo viéndome a los ojos, aun así, olvidé por completo que tenía que ir a casa por ella para llevarla a la cita médica con mi hermana.

El alivio que sentí al ver el estacionamiento me hizo suspirar. Busqué el primer espacio disponible y aparqué la camioneta sin tener ningún tipo de cuidado. Tomé mi teléfono y bajé con prisa. Tenía media hora de retraso, albergaba la esperanza que el chequeo no hubiera terminado.

La enfermera fuera del consultorio de Nicole no tuvo la oportunidad de detenerme, abrí la puerta antes de que pudiera decir algo. Me adentré notando la ligera oscuridad que imperaba, como cada vez que le realizaba una ecografía. El sonido de lo que supuse era el corazón del bebé se mezclaba con la voz de Nicole, que le explicaba algo a Camila, tan concentrada que no notó mi presencia. Se quedó callada solo al ver a Cami, que me había clavado los ojos, reflejando enojo en la mirada.

—Lo siento —susurré a su oído tras acercarme—, de verdad lo lamento.

Haber abierto la boca provocó que sus ojos se llenaran de lágrimas. Negó visiblemente molesta al mismo tiempo que respiraba hondo, como si estuviera conteniéndose. Le besé la frente y me hice a un lado para observarla por completo. Se encontraba semi recostada, con el vientre descubierto y la vista puesta en el monitor que mostraba a un bebé tan grande que me dejó asombrado.

Malas DecisionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora