Capítulo nueve (Parte II)

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Advertencia El capítulo posee escenas más 18

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—Lu, los esperaré en el spa. Se nos hizo tarde para la cita —avisé antes de tomar nuestras cosas y salir.

—Está bien, tía Cami.

Mi desesperación por salir de la suite no tenía nada que ver con la cita para el masaje. Necesitaba tomar aire lejos de él, su aroma que se percibía con intensidad dentro de la habitación, me aturdía. Recorrí los pasillos recriminándome por mi falta de control. Odiaba no tener el dominio de lo que sentía, quería actuar con racionalidad, no obstante, mis impulsos se imponían.

Tras atravesar el hotel llegué al spa, la mayor atracción del lugar. Respiré hondo esforzándome por ralentizar mis latidos, mientras permitía que la iluminación cálida me otorgara calma. La breve paz que conquisté se acabó en cuanto se acercaron para atenderme. Las masajistas se encontraba atendiendo a otras personas. Había perdido mi turno por el retraso, para compensarme el mal momento me ofrecieron una serie de servicios que fui desechando uno a uno.

—¡Corre, tío! —El grito de Lu rompió el agradable silencio. Volteé siguiendo la dirección de su voz y la encontré corriendo al lado del estúpido que sonreía fascinado siguiéndola.

—Lo del baño de barro me parece perfecto —dije con prisa, al ver la forma en la que observaban a Luciana, quien acababa de tropezar—. Lu, no corras. —le sujeté con fuerza la mano en cuanto pasó a mi lado—. Llegamos tarde para el masaje, pero encontré otra cosa para nosotras.

—Acompáñenme.

No solté la mano de Luciana en ningún momento. Seguimos a la mujer amable que nos guiaba atravesando casi todo el spa, la zona del baño de barro se encontraba alejado de todo, dejándome mucho más vulnerable.

—Tía, esto no parece divertido.

—Lu, confía en mí. La vamos a pasar bien.

—Bien aburridos —intervino el golfo, haciendo reír a Luciana.

—A ti nadie te invitó. Si estás aburrido puedes irte.

Mi comentario provocó que Luciana riera, aquel sonido aligeró el ambiente que se volvió denso mientras nos daban indicaciones del tiempo que tendríamos que pasar dentro del barro tibio que Lu se inclinó para tocar.

Quitarme la bata fue la peor parte. Exponerme ante su mirada descarada me llenó de una electricidad que no pude manejar. Me acomodé el traje de baño y tomé las mano de Luciana para sumergirme en el jacuzzi amplio y de forma asimétrica.

—Esto es desagradable.

—Lu, deja de quejarte.

La calidez que abrasó mi piel me relajó poco a poco mientras me sentaba con cuidado. El moño en el cabello de Luciana comenzó a soltarse, por ello me acerqué para sujetarlo de nuevo. Mi concentración evitó que viera a Pablo, se sumergió justo a mi lado. Rozando mi piel con la suya a propósito. Puse todo mi empeño para no caer en sus provocaciones, en cuanto terminé con Luciana me moví hasta una de las orillas en donde cerré los ojos tras acomodar la cabeza en el borde.

Malas DecisionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora