Capítulo treinta y cuatro

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Una disculpita por la demora, gracias por todo el amor que me dieron el día de mi cumple

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Una disculpita por la demora, gracias por todo el amor que me dieron el día de mi cumple. Disfruten de la lectura, estamos en los capítulos finales. 

Se les recuerda que sos votos y comentarios son importantes

Camila

La sensación de pesadez en mi cuerpo evitó que pudiera moverme. Me encontraba tan agotada que cualquier cosa suponía un esfuerzo al que no estaba dispuesta a someterme. Me había desacostumbrado al ritmo demandante de trabajo al que me hallaba sometida en la última semana. Después de tanto tiempo tomándome las cosas con calma, enfrentarme a aquel ajetreo terminó aniquilándome.

Mi día había comenzado a las seis treinta de la mañana. Los análisis médicos indicados por Nicole me obligaron a despertar temprano. Las grabaciones de un par de cápsulas para el programa, la transmisión en vivo para el lanzamiento del merchandising de Camicruella y una entrevista, habían evitado que volviera a casa a descansar. Mi última dosis de energía la empleé en ir por Luciana cuando finalmente mi jornada laboral acabó. No era extraño que en aquel momento estuviera tan cansada.

—¿Cami, necesitas algo?

Moví la cabeza para ver hacia la puerta desde dónde me observaba mi asistente. Lucy parecía estar preocupada. Me había hecho la misma pregunta durante todo el día. Las advertencias de Pablo y mi mamá la mantenían al pendiente de mí.

—¿Lu está jugando?

—Sí, está entretenida con el iPad. Duerme tranquila, yo la cuido.

—Eso intento, pero no puedo. Estoy nerviosa, inquieta, no lo sé. —Me pasé las manos por la cara en un gesto que denotaba mi exasperación—. Aunque me siento cansadísima, no logro dormir.

—¿Es por Pablo?

—Obvio no. ¿Cómo se te ocurre? —Reclamé, levantando la voz.

—Bueno, viene en camino, consideré que podrías estar nerviosa por eso.

Sentirme descubierta me provocó irritación. Aunque era incapaz de reconocerlo en voz alta, Pablo era parcialmente el culpable de la inquietud que padecía. Llevaba tres semanas y cinco días sin verlo, patéticamente había contado cada uno de ellos. Pensar en tenerlo frente a frente después de lo que consideré mucho tiempo me agitaba el pulso.

Ninguno de los dos tenía contemplado que después de nuestra última despedida vernos de nuevo tomase semanas. El trabajo acumulado que encontró al llegar a San Francisco lo obligó a permanecer en aquella ciudad, laborando horas extras para terminar la primera parte del proyecto a como se había comprometido.

Aunque entendía su responsabilidad no podía evitar sentirme decepcionada por todo lo que conllevaba su ausencia. Asistir al taller propedéutico sin él, no fue lo único con lo que lidié. Lo extrañaba aunque no tuviera permitido hacerlo, y actuar como si no era así, me resultó lo más difícil de todo.

Malas DecisionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora