Malas Decisiones

Isa y Benja

Lean la nota que les dejé al inicio del capítulo previo a este. 

La tensión se podía cortar con un cuchillo dentro del coche, en donde el silencio y el enojo contenido reinaba. Me era imposible sentirme arrepentida de haber subido con él, sin embargo, era consciente de que no pude haber hecho algo distinto. Cambiar los planes solo habría complicado aún más las cosas. Renegué en silencio de su forma de pensar, era completamente injustificado su enojo. No dije nada malo para que reaccionara de aquella manera.

Jugué con mis manos mientras observaba de reojo como conducía. Papá lucía molesto, tan serio que un par de arrugas surcaron su entrecejo. Me incomodaba verlo así, él era todo sonrisas y amabilidad, jamás me ignoraba, puesto sabía a la perfección lo mucho que me molestaba que lo hiciera.

—¿Estarás enojado todo el día? —Me decidí a romper el silencio cuando se tornó insoportable—. Se suponía que este sería un día importante para los dos.

—No, cuando olvide lo que dijiste se me pasará.

—Papá, no dije nada malo.

—No quiero hablar más al respecto.

—Pero necesitamos hacerlo. ¿Por qué es grave que mencione mi vida sexual?

—Porque no tienes una y punto.

—¿Quién lo dice? —lo provoqué riendo.

—Yo, y si la tienes no me interesa saberlo... Es que eres una niña, Isa.

—Este año cumpliré veinte.

—Eso no te convierte en una adulta.

—¿Mamá tenía vida sexual a los veinte?

—Pregúntaselo a ella.

—Ya le pregunté, por eso te lo pregunto a ti, para que entiendas que no tiene nada de malo. Eres un hipócrita, para ti ella era una adulta a los veinte.

—Claro, no era mi hija.

—¿Mi abuelo actuaba así como tú? Como un loco.

—Tu abuelo era mucho peor y no diré nada más de él, porque no me gusta hablar mal de alguien que ya no está aquí para defenderse, pero tu mamá a los veinte no podía decir algo igual a lo que dijiste tú frente a mí.

—Porque mis abuelos eran unos represores, pero tú no. Eres el papá más lindo del mundo, el más comprensible y amoroso. Para ser perfecto solo te falta dejar a un lado tu machismo. Necesitas conversar con mi tía Nicki, ella puede ayudarte a cambiar de pensamiento.

—Isa, estoy molesto de verdad.

—Papi, mírame.

—No, quiero seguir molesto por lo que dijiste.

—Respiremos hondo, dejemos ir la tensión. ¡Papi! —Le llamé cuando continuó ignorándome—. Voy a contarte algo por qué te quiero mucho, un secreto.

—Te escucho.

—No tengo vida sexual, aún no tengo sexo. —Aunque no le estaba mintiendo, mantenerme seria fue imposible. Mi corta risa lo enojó más, lo vi pasarse las manos por el pelo y le oí refunfuñar—. Te hablo en serio.

En ese justo momento las luces de un semáforo nos obligaron a detenernos, desvió la vista hacia mí y me sostuvo la mirada por largos segundos, estudiando hasta la forma en la que respiraba. Su ceño se desfrunció lentamente, el alivio me inundó en ese instante en el que tuve la certeza de que me creyó, jamás pude mentirle a él, sabía perfectamente cuando lo engañaba.

—Bien, gracias por confiar en mí.

—No puedes decírselo a nadie, quiero mantener mi imagen de mujer dueña de su vida, independiente y libre. Aún no tengo sexo porque nadie me interesa para dar un paso así, no porque crea que es algo malo.