Me quedé inmóvil a varios metros de distancias de ellas, sin tener idea de como proceder, hasta respirar era peligroso en un momento así. Tamara se encontraba perpleja, observando a Camila que mantenía los brazos cruzados en el pecho mientras le ofrecía una mirada desafiante que no pudo soportar, ladeó el rostro para huir de sus ojos.
—Señorita, la acompaño a la puerta —intervino Norma, que permanecía al lado de Camila.
—No, no es necesario. Así como entró sola, sale sola. Retírate, ya —ordenó Cami, sosteniéndole la mirada a Tamara.
—¿Sabes qué no es necesario? Que seas descortés conmigo. Estoy aquí para devolver...
—No puedo ser cortés con una maleducada que se presenta sin ser invitada, aprovechándose de la confusión del portero para subir. —La forma en la que Camila la interrumpió silenció a Tamara—. No vuelvas a poner un pie en mi casa. Tienes un minuto para salir, si tardas un segundo más llamaré a seguridad.
Tamara acomodó la bolsa en su hombro y se dirigió hacia la puerta con pasos rápidos que evidenciaron su molestia mientras Camila esperaba plantada en el mismo sitio a que saliera. La tensión se instauró en mis hombros como cada vez que me estresaba, estaba en problemas, asumí que, arreglar lo que acababa de pasar, sería complicado. Con dudas di un paso hacia el frente que no delató mi presencia. Cami volteó y caminó hasta las escaleras, ignorando que la seguía.
—Señora, ¿qué hago con esto? —preguntó Norma mientras sostenía las bolsas negras en las que supuse estaban mis cosas.
—Quema todo lo que haya dentro. Y llama a Horacio, por favor, necesito que venga por mí en media hora.
Pese al mal momento, escuchar a Norma llamarla señora y que ella se mostrara cómoda con ello, me hizo sonreír. La bata se amoldó a su trasero mientras subía con pasos fuertes, dándome un espectáculo del que disfruté en silencio. Norma que me había sonreído cuando pasé a su lado, desapareció de la sala antes de que Cami terminase de subir, estaba lista para quemar mis cosas.
La puerta de la habitación estaba entreabierta, esperé un par de segundos antes de cruzarla, preparándome mentalmente para lo que me esperaba. El ruido de la secadora me guio hasta el baño, en donde encontré a Cami frente al espejo concentrada en su pelo y con un gesto de seriedad en su rostro de evidenciaba su mal humor.
Ignorando el peligro me acerqué por detrás, manteniendo una sonrisa en los labios que escondía la tensión que estaba padeciendo. Le quité la secadora de las manos y la apagué ante su mirada llena de reproche, para luego voltearla, necesitando verla frente a frente. Entendía su enojo, sin embargo, no me sentía culpable de el. No me podía responsabilizar por las acciones de Tamara, cuando le había dejado claro que entre nosotros no había ningún tipo de compromiso.
Abrí la bata para meter las manos dentro de ella, necesitaba tocarla para pensar mejor y no decir algo que pudiera complicar las cosas. Su piel se sentía suave bajo las palmas de mis manos que se amoldaron a su cintura. Estaba helada por la ducha y completamente desnuda. Enganché los dedos a las curvas que sostenía con firmeza, conteniendo mi deseo de explorar un poco más.
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Malas Decisiones
RomancePablo lidiará con las consecuencias de haber perdido a Camila, mientras ella triunfa y cumple sus sueños. ¿Podrá soportar el éxito de la mujer a la que saboteó y por la que perdió la cabeza? *** Las malas decisiones de Pab...