Después de una mañana de mucho sexo llegó la tarde.
— No tienes hambre.
— Sí y tú.
— Estoy hambriento, vamos a comer.
— Claro - tome su camisa y me la coloqué me quedaba enorme.
— Usas un vestido - comenzó a reír.
— Soy muy pequeña - le lancé una almohada.
— No me digas ni lo había notado - reímos y esto era extraño no peleabamos.
— Nunca había estado con alguien tan pequeña siempre me gustaron las chicas de piernas largas.— Como la rubia.
— ¿Que rubia?
— La que se acercó a ti en la boda - su sonrisa creció.
— Karla.
— La verdad no sé como se llama - su mirada estába sobre mí y eso me ponía nerviosa.
— ¿Qué me vez? - dije divertida.— Los celos están brotando por tus poros - comenzó a reír y se tiró en la cama, me gusta verlo feliz.
— Ya quisieras que al menos sintiera algo por ti - repetí las mismas palabras que él dijo unas horas antes.
— Claro que sientes algo por mí- se levantó de la cama y acercó demasiado nuestros cuerpos.
— ¿Qué siento por ti? - su mirada bajo hasta mis labios.
— Sientes placer cuando estoy dentro de ti y te hago mía - me beso y regresamos a la cama.
Comenzó a subir mi camisa y su mano derecha fue directo a mí parte íntima.
— No es que estabas hambriento - dos de sus dedos entraron en mí.
— Puedo esperar un poco más - una sonrisa apareció en su rostro para después darme un beso y colocarse un condón.
Dirigió su miembro hasta mi entrada y lo introducio, está vez sus embestidas eran más profundas y rápidas. Beso mi cuello y después mis labios.
— Me encanta estar dentro de ti - su voz era entrecortada y de alguna manera eso lo hacía sexi.
No me dejo contestar ya que aumentó el ritmo de sus embestidas, sabía que no soportaría mucho. Unas embestidas más y llegamos al orgasmo.
— Ahora si podemos ir a comer - se levantó quito el condón y se colocó un pantalón de pijama.
— De acuerdo - no quito la camisa que llevaba así que sólo me levanté e hice un moño en mi cabello.
Bajamos las escaleras y la casa estaba totalmente vacía.
— ¿Dónde está Susana? - era extraño que ni siquiera ella estuviera.
— En su casa, le di el día libre - fue hasta la nevera y comenzó a sacar demasiadas cosas.
— ¿Sabes cocinar? - pregunté divertida.
— No pero nunca es tarde para aprender - estaba muy concentrado.
— Yo quiero ver esto - me senté en una de las sillas que había en la cocina.
Nathan sólo veía la estufa que estaba frente a él, esto era muy gracioso no sabía que hacer.
— Al menos la sabes encender - su mirada fue directo a mí.
— No dijeron que todo era moderno, no se supone que debe de encender sola - no pude contener la risa.
ESTÁS LEYENDO
Casada Con El Sexo
Romance- ¿Qué te parece si apostamos algo? - ¿Qué tienes en mente? - Tú esposa - las alarmas dentro de mí se activaron. - Tranquilo no es sexo, ¿sientes algo por ella? - No. - ¿Y ella siente algo por ti? - No sólo tenemos sexo, ¿a qué viene todo ésto...