Capítulo 21.

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Después de una mañana de mucho sexo llegó la tarde.

— No tienes hambre.

— Sí y tú.

— Estoy hambriento, vamos a comer.

— Claro - tome su camisa y me la coloqué me quedaba enorme.

— Usas un vestido - comenzó a reír.

— Soy muy pequeña - le lancé una almohada.

— No me digas ni lo había notado - reímos y esto era extraño no peleabamos.
— Nunca había estado con alguien tan pequeña siempre me gustaron las chicas de piernas largas.

— Como la rubia.

— ¿Que rubia?

— La que se acercó a ti en la boda - su sonrisa creció.

— Karla.

— La verdad no sé como se llama - su mirada estába sobre mí y eso me ponía nerviosa.
— ¿Qué me vez? - dije divertida.

— Los celos están brotando por tus poros - comenzó a reír y se tiró en la cama, me gusta verlo feliz.

— Ya quisieras que al menos sintiera algo por ti - repetí las mismas palabras que él dijo unas horas antes.

— Claro que sientes algo por mí- se levantó de la cama y acercó demasiado nuestros cuerpos.

— ¿Qué siento por ti? - su mirada bajo hasta mis labios.

— Sientes placer cuando estoy dentro de ti y te hago mía - me beso y regresamos a la cama.

Comenzó a subir mi camisa y su mano derecha fue directo a mí parte íntima.

— No es que estabas hambriento - dos de sus dedos entraron en mí.

— Puedo esperar un poco más - una sonrisa apareció en su rostro para después darme un beso y colocarse un condón.

Dirigió su miembro hasta mi entrada y lo introducio, está vez sus embestidas eran más profundas y rápidas. Beso mi cuello y después mis labios.

— Me encanta estar dentro de ti - su voz era entrecortada y de alguna manera eso lo hacía sexi.

No me dejo contestar ya que aumentó el ritmo de sus embestidas, sabía que no soportaría mucho. Unas embestidas más y llegamos al orgasmo.

— Ahora si podemos ir a comer - se levantó quito el condón y se colocó un pantalón de pijama.

— De acuerdo - no quito la camisa que llevaba así que sólo me levanté e hice un moño en mi cabello.

Bajamos las escaleras y la casa estaba totalmente vacía.

— ¿Dónde está Susana? - era extraño que ni siquiera ella estuviera.

— En su casa, le di el día libre - fue hasta la nevera y comenzó a sacar demasiadas cosas.

— ¿Sabes cocinar? - pregunté divertida.

— No pero nunca es tarde para aprender - estaba muy concentrado.

— Yo quiero ver esto - me senté en una de las sillas que había en la cocina.

Nathan sólo veía la estufa que estaba frente a él, esto era muy gracioso no sabía que hacer.

— Al menos la sabes encender - su mirada fue directo a mí.

— No dijeron que todo era moderno, no se supone que debe de encender sola - no pude contener la risa.

Casada Con El SexoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora