Capítulo 57.

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Nathan.
Mi día comenzo de una gran manera, amaba la compañía de Elizabeth. Amaba ver su rostro por la mañanas, amaba saber que ella se encontraba a mi lado cada mañana, amaba ver sus sonrisa pero sobre todo amaba saber que estaba para mí.

Las imágenes con Karla aparecieron en mi mente, sabía que Elizabeth jamás me perdonaría algo así pues le había fallado. La engañé y sin duda algúna había sido mi peor error.

Elizabeth.
Dentro de unos minutos Nathan estaría aquí, todo estaba listo. La felicidad que había dentro de mi era inexplicable, este sería sin duda alguna unos de los mejores momentos que compartiría con Nathan.

— Estoy aquí - la voz de Nathan se hizo presente en la planta baja de la casa.

No perdí tiempo y corrí hasta llegar a él, al tenerlo frente a mí me arrojé a sus brazos perdió el equilibrio unos segundos pero después lo recuperó.

— ¿A qué se debe tanta alegría? - no respondí y bese sus labios.

— Feliz cumpleaños - su mirada estaba fija en mí.

— Tener a mi lado es el mejor regalo que pude recibir - sus palabras fueron directo a mi corazón.

— Voy a guardar esas palabras en mi baúl mental donde guardo cada una de las palabras hermosas que me dices - la sonrisa en su rostro creció.

— Me voy a encargar de llenar ese baúl - ahora fue él quien beso mis labios.

— Vamos a arriba - asintió y me baje de sus brazos.
— Pero antes debo de vendar tu ojos - un poco de duda atravesó el rostro de Nathan.

— ¿Intentas matarme? - una pequeña risa salió de mis labios.

— Todo estará bien - tomé un pañuelo que se encontraba en la parte trasera de mi pantalón.

— Me voy a caer en las escalera,  ¿Elizabeth estás consciente de qué tú no podrás detener mi peso? - tenía un buen punto.

— Nada malo te pasará, ahora dejá que te ponga el pañuelo - su mirada demostraba desconfianza.
— Estarás bien lo prometo - besé su labios.

— Está bien - una sencilla manera de convencer a Nathan.

Intentaba poner el pañuelo pero para mi desgracia no lo lograba pues Nathan era mucho más alto que yo. Daba pequeños saltos pero aún así me era bastante complicado.

— Eres tan pequeña - la risa de Nathan no se hizo esperar.

— Lo sé, ahora inclínate un poco - no puso resistencia y doblo sus rodillas.
— ¿Listo? - terminé de atar el pañuelo.

— Para morir, por supuesto - una sonrisa arrogante estaba instalada en sus labios.

— No es divertido - golpeé su hombro.

— Sólo un poco pero vamos muero de hambre - asentí y comencé a guiarlo.

Era divertido Nathan tropezaba con los escalones y debía sostenerse, sin poder evitarlo una pequeña risa salió de mí.

— ¿Te diviertes? - preguntó con un pequeño toqué de diversión.

— Bastante - terminamos de subir la escalera.

— Para mí no fue divertido, vi pasar toda mi vida frente a mí - de nuevo reí.

— No seas exagerado - entramos a la habitación.

— No lo soy - quité el pañuelo de sus ojos.

Nathan comenzó a acercarse lentamente al balcón, las pequeñas luces que había colocado alumbraban todo el lugar. El sol estaba a punto de desaparecer y eso hacía que todo luciera mejor, Nathan giro y tomó mi cintura para pegarme a él.

Casada Con El SexoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora