Capítulo 60.

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Los días pasaban lentos, cada día era peor que el anterior. Mis días estaban resumidos en ir a entrenar y pelear con Nathan, cada vez las peleas eran peores.

Nuestros gritos he insultos se escuchaban por toda la casa, las lágrimas se habían secado. Ninguna lágrima abandonaba mis ojos, todas eran encerradas me había prometido no volver a llorar y pensaba cumplirlo.

Como todas las mañanas salía a correr, en los últimos días se ha convertido en una de mis actividades favoritas.

Justo al terminar de bajar las escaleras había una cabellera que llamaba mi atención, poco a poco caminé hasta el salón de la casa.

— ¿Qué haces aquí? - las palabras salieron de mis labios con una capa de fastidió.

— Hola querida, yo de maravilla ¿y tú como has estado? - sus palabras sólo logran fastidiarme.

— ¿Qué quieres Karla?

— Quiero ocupar mi lugar como señora de está casa - poco a poco se incorporó hasta quedar frente a mí.

Mis vista se dirigió a su abdomen, este no era plano como de costumbre ahora era abultado. Sus manos se dirigieron a la zona y lo acarició suavemente.

— Te has equivocado, yo soy la señora de está casa - una sonrisa arrogante apareció en su rostro.

— Por muy poco querida - su presencia comenzaba a molestarme.

— ¿A qué te refieres?

— ¿Porqué no se le preguntas al padre de mi hijo? - señaló detrás de mí.

Justo en las escaleras estaba Nathan, sus pasos frenaron al notar nuestra presencia.

— Tú... me engañaste con ella - mi voz sueno peor de lo que esperaba.

— ¿De qué estás hablando? - sabía que mentía lo conocía como la palma de mi mano.

— Responde - mis palabras eran leves susurros.

— Elizabeth yo lo siento sí, no quería hacerlo - su mirada esta fija en mí.

— ¿Y porqué lo hiciste? - mi voz sigue con el tono débil.

— Estaba molesto, fue el día en que recibí las fotografías en las Sebastián y tú aparecían. No razone y la llame, una cosa nos llevo a otra y terminamos teniendo sexo - cada una de sus palabras es una puñalada a mi corazón.

— ¿Sabes algo?, yo jamás me hubiera dejado llevar por un enojo. Hubiera hablado contigo porque eso es lo que hacen las parejas. ¡Cierto lo olvida!, tú y yo no eramos pareja sólo era un simple juego para ti - lágrimas amenzaban con salir pero no deje escapar ningúna.

— Sabes que eso es una completa mentira, te amo y no fuiste un simple juego. Me enamoré de ti y olvidé la estúpida apuesta, me dediqué a disfrutar de ti y de tus locuras. Esas locuras que me enamoraban cada vez más - su voz comenzaba a quebrarse.

— ¡Sí fui un juego, de lo contrario nada de esto hubiera pasado. Hubieras llamado y los dos juntos hubiéramos resuelto el problema pero no lo hiciste, sólo decidiste acostarte con la primera que te abriera las piernas! - los gritos se hicieron presentes.

— No fue mi intención jamás quise hacerlo, no quería lastimarte - una risa sin gracia salió de mis labios.

— Nunca es tu intención Nathan, por segunda vez me lastimaste - sin perder tiempo corrí a mi habitación.

No compartiría el mismo techo con su amante, tomé una de las maletas y comencé a guardar mi ropa en ella.

Lágrimas amenzaban con salir pero no iba a dejar escapar ninguna, no más.

Casada Con El SexoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora