Capítulo 56.

22.9K 1K 179
                                    

En unos días sería el cumpleaños de Nathan, como de costumbre Graciela quería la gran fiesta con familia, amigos e inversionistas pero yo quería hacer algo diferente sólo para Nathan.

— Ya está todo listo, las invitaciones se enviarán mañana mismo - Graciela estaba frente a mí.

— Eso es genial - ella asintió.

— Lo sé pero debo irme, aún tengo que resolver unos pendientes - se levantó de su asiento.

— Claro, nos vemos luego - bese su mejilla y ella abandonó la casa.

Graciela me sorprendió pues al llegar de la escuela la encontre sentada en el salón con todo lo necesario para los preparativos de la fiesta. Eran casi las cinco de la tarde, por lo regular Nathan llegaba a las ocho o un poco antes.

Quería proponerle algo y sinceramente no quería esperar más, tomé mi celular y salí de la casa. Justo al salir me encontre con Ian.

— Necesito que me hagas un favor.

— Tú dirás.

— Necesito que me lleves a la empresa de Nathan, ¿puedes? - junte mis manos en señal de súplica.

— Claro vamos - asentí y corrimos hacia la camioneta.

El trayecto fue acompañado por música, Ian y yo hablábamos un poco sobre nuestro día y algunas cosas más.

Al rededor de veinte minutos después estaba frente al gran edificio.

— Gracias por traerme - besé su mejilla.

— ¿Quieres que te esperé? - negué rápidamente.

— No, voy a esperar a que Nathan terminé y después volveré con él - quite el cinturón de seguridad.

— Bien, entonces nos vemos mañana - asentí.

— Adiós y regresa con cuidado - una risa salió de sus labios.

— Lo haré, no te preocupes por mí - salí del auto.

Al cerrar la puerta Ian arrancó, gire y comencé a subir unas escaleras las cuales me llevaban a la entrada del enorme edificio. Al entrar podía ver a personas caminar de un lado a otro, me acerqué a una mujer detrás de un gran escritorio.

— Hola - llamé su atención.

— Hola, bienvenida a Evans Companies. ¿En qué puedo ayudarte? - la sonrisa en su rostro era amable.

— Busco a Nathan Evans - por alguna razón muchas personas no me reconocían como la esposa de Nathan.

Y la verdad es que no los culpa pues cada vez que salía en una revista o en algún programa de televisión lucía totalmente distinta, siempre con vestidos largos, mi cabello perfectamente peinado y con maquillajes impecables.

— Me comunicaré con su secretaría, ¿quién lo busca? - tomó el teléfono y marcó unos números.

— Elizabeth - ella asintió.

Intercambio unas palabras con la persona del otro lado del teléfono y después finalizó la llamada.

— Señora Evans usted puede pasar, no necesita permiso - "señora ".

— Muchas gracias, con permiso - tomé mi camino y seguí hasta el elevador.

Después de casi ocho meses aún no lograba acostumbrarme a el apellido Evans, o al menos no si era dirigido a mí. Las puertas del elevador se abrieron y pulse el botón del último piso, al llegar las puertas se abrieron. No perdí tiempo y me dirigí hasta la oficina de la secretaría de Nathan.

Casada Con El SexoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora