Capítulo 34.

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— ¿Elizabeth? - la voz de Nathan intervino.

— ¿Qué haces aquí? - hablé en el momento en el que Mateo soltó su agarré.

— Terminé todo y pensé en venir contigo - Nathan caminó hasta estár frente a mí.
— Nathan Evans - extendió su mano en dirección a Mateo.

— Mateo Valenzuela - tomó la mano de Nathan a manera de saludo.

— Amor vamos adentro, aquí hace un poco de frío - Nathan tomó mi cintura pegándome a él.

— Claro vamos - "amor" de verdad Nathan dijo eso.

— Hasta luego - nos adentramos a la casa.

— ¿Porqué hiciste eso? - estaba realmente desconcertada.

— ¿Hacer qué? - Nathan me dirigió hasta el lugar de la casa donde se encontraban todos.

— Decirme amor - iba a hablar pero mi abuela lo detuvo.

— Miren que hermosos se ven juntos, incluso convinan sus atuendos - observé a Nathan al igual que él a mí.

— Eso fue una coincidencia - las miradas de todos estaban sobre nosotros.

— Hola soy María, la abuela de Elizabeth - mi abuela estiró la mano en la dirección donde estaba Nathan.

— Nathan Evans, un gusto - correspondió a su saludo.

— Y bien ahora que ya estás aquí todos queremos una explicación de su matrimonio, ¿porqué casarse de esa manera tan apresurada? - el rostro de Nathan se transformó totalmente.

— Sí, nos amamos mucho y queríamos estar juntos, no lo quería dejar ir es un hombre increíble se apasiona demasiado por las cosas, me encanta estar con él y pasar la mayor parte del día a su lado, con él me siento bien y soy plenamente feliz - de verdad yo dije eso, estaba realmente sorprendida de mi capacidad para mentir.

— Se nota a millones de kilómetros lo feliz que eres con él mi niña, ¿y tú porqué le pediste que se casara contigo? - la abuela de verdad quería saber todo.

— Porque desde el momento en el que chocamos me enamoré, esa noche se veía hermosa como lo hace siempre, desde ese momentos no la pude sacar de mi mente su imágen me acompañaba todo el día hasta que la encontre y comenzamos a salir cada día me convencía más de que era la mujer perfecta y le pedí que se casará conmigo, que fuera parte de mi vida - en todo su discurso Nathan me veía directo a los ojos.

— Que lindos son, hacen una pareja hermosa - los ojos de la abuela brillaban.
— Dale un beso muchacho anda - la abuela empujó a Nathan hasta tenerlo frente a mí.

Esto era incómodo, todos observaban la escena incluso mis padres que al parecer comenzaban a acostumbrarse a la idea.
Lentamente Nathan se fue acercando a mí hasta que nuestros rostros estuvieron a milímetros, unió nuestros labios en un suave y delicado beso. Nuestros labios encajaban a la perfección como si estuvieran hechos el uno para el otro.
Los aplausos de mi familia nos interrumpieron.

— Que hermoso beso - Alondra habló.

— Ustedes dos estarán mucho tiempo juntos eso se los aseguro - la abuela nos dió un liguero abrzaso.

Después de algunos abrazos, saludos y felicitaciones, la atención se desvío de nosotros. En todo momento Nathan estuvo a mi lado, nuestras manos se encontraban entrelazadas.

— ¿Cuál fue el obsequio que trajiste? - Nathan hablo en mi oído.

— La bolsa amarilla con letras negras, no tuve tiempo de envolverlo - una cara de disgusto estaba en su rostro.

Casada Con El SexoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora