— Bien llegamos - Nathan habló en mi oído.
Con cuidado quitó la venda de mis ojos pero aún así yo los mantuve cerrados, quería ver lo que tenía preparado pero me dejé llevar por la sensación del aire fresco que corría por el lugar.
— Abre los ojos - dí un gran suspiro y abrí los ojos.
El lugar era realmente hermoso, las luces que adornaban las ramas del árbol daban un buen toque, el río que se encontraba frente a nosotros era el complemento perfecto.
Nathan.
Esperaba algúna respuesta pero no la obtuve, ella observaba el lugar detenidamente. No sabía si lo había hecho bien mucho menos sabía si le gustaba, su silencio no ayudaba. Poco a poco giro hasta quedar frente a mí.— Es hermoso - dos simples palabras me alegraron bastante.
— Ven, siéntate aquí - abri una silla para que tomará asiento.
Y así comenzo la cena, había contratado a personas para que nos sirvieran los alimentos. Todo iba como lo había planeado, Elizabeth y yo entablamos una larga conversación. Cada uno de sus gestos me parecía hermoso, sus palabras, su manera de expresarse, todo en ella era simplemente hermoso.
La cena y el postre habían terminado, ahora sólo nos dedicabamos a disfrutar de nuestra compañía.
— Gracias - Elizabeth me veía directamente a los ojos.
— ¿Porqué? - no sabía a lo que se refería.
— Por todo lo que estas haciendo por mí, gracias por no dejarme sola, por este viaje, por la cena, por todo - dibujé una sonrisa en mis labios.
— Entonces yo también debo agradecerte - su rostro mostro confusión.
— ¿Porqué? - dí un largo suspiro.
— Por hacerme feliz cada día, por ayudarme, por siempre estar a mi lado pero sobre todo debo agradecerte que me enseñaste a amar. El día del secuestro mi corazón se partió por la mitad, me sentía tan asustado no quería perderte, tenía miedo a perder a la única persona que he amado en todo mi vida. Gracias a todo ese miedo descubrir que estoy perdidamente enamorado de ti. Con cada una de tus acciones, palabras, manías, con cada parte de tu cuerpo y cada uno de tus sentimientos me enamoraste. Antes de que sucediera todo yo me enamoré de ti pero no sabía que era lo que sentía hasta que por fin lo descubrí, descubrí que te amo - sentía una felicidad enorme debido a que por fin había dicho lo que sentía.
Esa felicidad comenzaba a mezclarse con un poco de miedo, ella sólo me observaba. Quería descifrar su mirada pero no me decía nada, no sabía se había hecho bien pero no podía dar marcha atrás a mis palabras y mucho menos a mis sentimientos.
— Yo también estoy enamorada de ti, no se cuando ni como paso pero te amo - la sonrisa en mi rostro creció.
— Se que ya que existe una acta de matrimonio pero quiero iniciar como se supone que inicia una relación - me arrodille ante ella.
— ¿Elizabeth, quieres ser mi novia? - nunca antes en mi vida lo había propuesto.— Sí - una simple palabra me hizo tan feliz.
No perdí tiempo y la abracé, la abracé como si fuera la última que la tendría en mis brazos. Se sentía tan bien, todo era perfecto.
Eleve un poco mi rostro y besé sus labios, los había extrañado después de nuestro pequeño encuentro en el hospital no había vuelto a besarlos.
El beso fue lento, disfrutando de cada una de las sensaciones.
Elizabeth.
Una de las mejores sensaciones de mi vida, sabía lo que sentía por Nathan pero temía decirlo y al final no ser correspondida, pero lo fui.
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Casada Con El Sexo
Romance- ¿Qué te parece si apostamos algo? - ¿Qué tienes en mente? - Tú esposa - las alarmas dentro de mí se activaron. - Tranquilo no es sexo, ¿sientes algo por ella? - No. - ¿Y ella siente algo por ti? - No sólo tenemos sexo, ¿a qué viene todo ésto...