Si definitivamente la suerte le sonreía a Hans, por fin tendría pistas sobre el paradero de Mariko y podría cumplir con dos clientes difíciles o eso creía...
Kriss miraba preocupado la actitud de su jefe, el brillo de sus ojos era terriblemente familiar para él que en esos tres años ya conocía los cambios de humor de aquel niño mimado. Cuando le brillaban de esa forma haciendo que se vieran más verdes sus ojos turquesas, significaba problemas con P mayúscula, interiormente se maldecía por haberse dejado convencer de invitar a Anna a esa cita, algo le decía que no saldría nada bueno, pero el problema fue que no pudo negarse.
De manera cotidiana Hans le permitía divertirse con las mercancías antes de entregarlas, no le gustaba demasiado pero, el trabajo, era el trabajo, debía de hacerse a pesar de pisotear sus principios, pero cuando conoció a la joven pelirroja, sintió ternura por la alegría nostálgica que irradiaba la chica, se enteró que era huérfana desde hacía 5 años, ella tenía 16 años al morir sus padres y su hermana 18 por eso fue que pudieron librarse de los servicios sociales, Elsa asumió la patria potestad de su hermana. Ambas muy inteligentes, Anna ya se encontraba en la universidad cuando se accidentaron sus padres y Elsa estaba por terminar su carrera universitaria, definitivamente eran chicas inteligentes y centradas. Realmente no quería que salieran lastimadas, pero la mirada fría de Hans le indicaba lo contrario, debía pensar detenidamente hasta donde quería llegar con ese trabajo, ya no quería seguir pagando con su alma todo lo que estaba viendo y haciendo, quería redención, pero no sabía si la hubiera, si es que la hubiera, ningún trabajo debería exigir tu alma a cambio, pensó sombríamente...
Jack localizo al joven pelirrojo, ya solo era cuestión que el plan se echara en marcha, debía llevar al bastardo vivo no importaba el coste y lo más sencillo seria esperar, no quería un enfrentamiento directo en la disco, no quería gente inocente en su mira.
Después que se instalaron en su mesa, pasando al olvido la pequeña discusión de las hermanas, la música se hizo más intensa, los pies de Anna se movían bajo la mesa, por lo que en un impulso le dijo a Kriss que la acompañara, sonriendo se disculpo
-No entiendo, Kriss, tu prometiste bailar y ahora no quieres- dijo con un puchero encantador
-Lo siento, mucho- trataba de que su voz se oyera lo suficientemente arrepentida por arriba del volumen tan alto- pero de verdad me lastime el pie y no puedo
Anna arqueo sus cejas en un gesto claramente escéptico, miro entonces a Hans, para pedirle que bailara con ella, pero con una sonrisa fácil hizo un gesto negativo con la cabeza
-Lamento decir que no es lo mío, yo solo acompaño a Kriss
- ¿Entonces, porque nos invitan a una disco? ¿para estar sentados? - el tono de Anna era una mezcla de exasperación, burla y desilusión.
-Lamento mucho esta situación- les dijo Hans, seguro que pronto querrían marcharse, justo como lo planeo- pero si no les molesta, a mí me gustaría que bailen un rato, claro si les apetece, por nosotros no se preocupen, las cuidaremos muy bien
Elsa sintió un gran escalofrío ante esas palabras, por lo que accedió inmediatamente a bailar con su hermana, quería alejarse de Hans, no entendía que estaba pasando...
Anna estaba feliz bailando, Elsa no podía negar que también se estaba divirtiendo mucho, de forma inconsciente miraba en las esquinas con la esperanza de... ¡por dios que le pasaba! Estaba en una cita con un hombre muy guapo pero se moría por ver a otro que literalmente la hizo a un lado, pero que la hizo sentir a salvo, la inquietud no había disminuido, la ansiedad amenazaba con ahogarla, que si fuera sensata, debería salir corriendo con Anna de la mano y encerrarse en casa y no salir, pero hacia tanto tiempo que no veía a su hermana realmente feliz que mantenía la riña consigo misma, entre lo que le dictaba su instinto y otra su amor por su hermana. Rezaba por estar haciendo lo correcto
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Te protegeré (Jelsa)
RandomElla sabía que estaba en problemas, pero no en cualquier problema, ella y su hermana lo estaban; se maldecía a sí misma por no haber sopesado mejor sus ideas. El hombre maldecía interiormente la suerte que dominó la situación, precisamente su mayo...