Capitulo 9 otra ventana al infierno
La mente de Jack trabajaba con esa última información, si esas chicas sabían de Mariko, su jefe iba a querer interrogarlas, pero ...
Todo tenía un, pero...
Si se hubiese equivocado Hans y no era cierto que esas jóvenes no estaban involucradas, entonces podría dejarlas marchar, pero en caso contrario debía retenerlas...
Que dilema
Pues si eran inocentes, no podía dejarlas en manos de Pitch
Pero si ellas ayudaron a desaparecer a la dichosa Mariko, después que su dulce esposo le rompiera la mano, podía entender por qué la ayudaron, pero sabía que a ojos de Pitch eso no era suficiente...
¿Qué hacer?
No involucrarse, ceñirse al plan original, vigilar a Pitch y ahora Kriss estaba en riesgo y podía ayudarlo, aunque también quería darle un puñetazo por poner a esas chicas en la situación actual. Pero no podía culparlo al 100%, a él ya le había pasado en otra ocasión... pero a diferencia de Kriss, él sí pudo corregir su error...
No debía perder de vista su principal objetivo, su misión, los cinco años de vivir y servir al diablo, todos esos años no debía sacrificarlo por unas chicas que al parecer no eran tan inocentes... ¿o sí?
Elsa ya sentía más dolor en el golpe en sus costillas, pero tenía miedo de que si se movía ese maldito la golpeara aún más fuerte o peor aún, que lastimara a Anna, el miedo ayudaba a mantenerla paralizada y despejarle la mente, ya podía sentir mejor su cuerpo, al parecer la droga ya estaba pasando, o eso ella esperaba...
Anna tenía miedo de abrir sus ojos, no quería que Hans supiera que se estaba recuperando, agradecía de no haber tomado más allá de un trago a la bebida que le habían dado, pudo escuchar el sonido de un golpe seco y deseó que no fuera su hermana causante de ese eco de golpe, que Hans no lastimara a su hermana, no estar ahí en ese momento, deseó poder estar en su casa, resolviendo los problemas de sus materias, discutir con Elsa que programa ver, que comida pedir, en resumen cualquier lugar menos allí...
Kriss se dio cuenta que Anna estaba reaccionando, podía sentir como el cuerpo de la chica empezaba con un suave temblor, la tomo en sus brazos con actitud más protectora, para que Hans no notase ese estremecimiento, por Elsa no podía evitar que la maltratara, pero podía ayudar a la pequeña Anna, la impotencia le carcomía, al no poder ayudar más a la hermana mayor de su novia, le dolía pensar que fue muy estúpido en no darse cuenta que Hans tramaba algo, se distrajo y ahora no solo peligraba su vida, pues Hans raramente daba explicaciones y cuando las daba generalmente eran cadáveres al otro día de tal manera que esa información nunca salía a la luz y ahora el sabia más, al menos tenía todo grabado en una memoria que le haría llegar a Norte, para poder detener a la familia South, era un pobre consuelo, se dijo a sí mismo, pues no quería que Elsa y Anna estuviera ahí, con su vida pendiendo de un hilo, pero no sabía que más podía hacer, pensaba mientras notaba como el auto se iba deteniendo.
Hans se sorprendió que el auto se detenía, había llegado a su destino demasiado rápido, vaya que le gustaba correr a Vladimir, pero mejor, así tendría más tiempo para hablar con ese par de brujas...
Lo primero que pensó cuando bajo de la limousine era que se había equivocado de camino el estúpido de Vladimir, cuando sintió el primer golpe en el abdomen fue que se las pagaría el estúpido que había osado a golpearlo y lo último que pensó antes de sentir inquietud, es que el bastón que lo había golpeado ya lo conocía y saberse golpeado por el dueño de dicho instrumento significaba la muerte...
- ¡Pitch! - exclamo cuando pudo recuperar el aliento- no esperaba encontrarte tan lejos de tu casa...
Hans no pudo estremecerse al sentir la mirada ambarina fría que lo miraba, y se preguntó nuevamente como lo había hecho por cinco largos años, como no se dio cuenta del parentesco de Mariko con ese hombre si ambos tenían los mismos ojos...
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Te protegeré (Jelsa)
RandomElla sabía que estaba en problemas, pero no en cualquier problema, ella y su hermana lo estaban; se maldecía a sí misma por no haber sopesado mejor sus ideas. El hombre maldecía interiormente la suerte que dominó la situación, precisamente su mayo...