CAPÍTULO 11

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—¿Señor? Su amigo Matt está aquí

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—¿Señor? Su amigo Matt está aquí.

El mayordomo advirtió desde la puerta, entrando en confianza a la amplia habitación y corrió las cortinas para permitir iluminar la oscuridad que lo avasallaba.

Kyle se removió entre las sábanas desperezando sus músculos. Acostumbraba a levantarse temprano entre semana para llegar a tiempo a la oficina y tener un par de minutos libres con su secretaria en el escritorio; pero la noche había sido demasiado larga en aquella habitación, y la frustración que le había provocado Jules había sido difícil de calmar

—¿Dabria se fue?

—Temprano, señor.

—Excelente.

Dabria era una veinteañera de cabello cobrizo y curvas pronunciadas, sus altas expectativas en el mundo de los negocios habían dado la oportunidad de presentarlos en un evento de la importante sociedad burocrática. Dabria, acompañada siempre de su adinerado padre había perdido la cabeza con Kyle desde el primer instante en que apareció frente a ella con un trago. Por lo general, los años le importaban casi demasiado en cuanto a sexo se trataba; las jóvenes se exponían demasiado por él y confundían sus sentimientos en la específica relación informal que él proponía, pero Dabria era diferente.

Entendía sus límites dentro de su cama y sabía cuándo marcharse para no irritarlo.

—¿Desayunará?

—No, compraré en algún Starbucks, Joseph. Dile a Matt que bajo luego de ducharme.

—Como prefiera, señor.

Dentro de la ducha, sus pensamientos volaron inconscientes a la noche anterior, con los ojos de Dabria cerrados y su boca succionando alrededor de su miembro caliente y necesitado. Aquel recuerdo no concilió excitarlo, aunque siempre disfrutaba del sexo con ella, aquella vez la había utilizado por despecho y el peso de sus acciones hería su ego.

—Estás más animado que de costumbre —había advertido ella en una sonrisa burlona.

Kyle la ignoró sosteniéndola con más fuerza sobre su miembro, jalándola del cabello amontonado sobre sus hombros. Si él no fuera tan macabro en sus intenciones, si sus sentimientos fuesen perfectamente legítimos, Dabria no sería su aprendiz en aquel mundo hostil y vulgar en el que la estaba enseñando.

Se vistió sin prisa y bajó para encontrarse con Matt en el lobee; éste lo llevó hacia un Starbucks por un café y lo depositó en su oficina no sin antes advertirle que estaba todo listo para el atraco con Sullyvan. Le entregó el informe que esperaba y desapareció tan aprisa como había llegado.

Aquella mañana no sería diferente a las otras, papeles que llenar, órdenes que dar y una lujuriosa secretaria atravesando sin dignidad las puertas de su oficina cada tanto, exhibiendo sus interminables piernas sobre el mármol.

El Sonido Del Caos ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora